Una de las preguntas que surgieron el 23 de setiembre, a raíz de los allanamientos y capturas por el llamado Caso Barrenador es qué hacía Marta Esquivel Rodríguez, presidenta ejecutiva de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), en Pérez Zeledón. Ahí se encontraba la jerarca, mientras agentes judiciales y fiscales allanaban su casa, en barrio La California, en San José.
Esquivel respondió esta pregunta durante una entrevista que concedió a la cadena televisiva Multimedios. Según contó, ella se había trasladado a Uvita de Osa a pasar el fin de semana y emprendió el regreso al Valle Central ese lunes a tempranas horas.
Su intención, aseveró, era llegar a la basílica de los Ángeles, en Cartago, para participar en la celebración de los 200 años de la declaratoria de la Virgen de los Ángeles como patrona de Costa Rica. Su presencia en la actividad religiosa era un compromiso que había asumido como jerarca de una institución autónoma.
Relató que durante el recorrido iba escuchando las noticias por la radio y que a eso de las 6 a. m. se enteró de que las autoridades estaban allanando su vivienda.
“Era difícil comprender si nos iban a detener o a llamar a declarar. En mi casa no había nadie. Como yo escuchaba la violencia con la que se entraba en la casa pensé que si yo no paraba en la oficina del OIJ más cercana, me iban a poner orden de captura, me encontraban en el cerro de la Muerte y eso iba a ser de terror“, declaró en la entrevista.
“Incluso hubo un medio que dijo que yo estaba en Pérez Zeledón porque iba a huir del país (...), que como estaba en Pérez era porque iba en fuga para la frontera“, comentó.
‘Llego al OIJ y ahí no saben nada’
Marta Esquivel indicó que, al llegar a la sede del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) de Pérez Zeledó, no había desayunado, algo que en su condición de prediabética le preocupaba.
Contó que los funcionarios del OIJ no la reconocieron, pero que cuando les comunicó lo sucedido de inmediato comenzaron a hacer llamadas. Ella consultaba dónde debía presentarse en San José.
Según relató, solo le dijeron que se esperara y a las 8 a. m. le informaron que debía aguardar “la perrera”. Mientras tanto, una mujer que trabajaba ahí le preguntó si necesitaba algo. Esquivel le comentó que no había comido y entonces le proveyeron el desayuno.
“Lo bueno hay que decirlo. Solo cosas buenas puedo decir de la gente que me atendió ahí“, resumió.
El viaje ‘en perrera’
Esquivel recordó que llovía mucho cuando salió la “perrera” en que la iban a transportar a San José.
Comentó que le dieron una bolsa plástica, pero que la rechazó porque solo vomita en ocasiones muy específicas. Sin embargo, le dijeron que podía ser necesaria debido a la velocidad a la que iría el vehículo, las lluvias, y la condición de las calles, entre otros.
“No sabía ni por dónde iba, solo sentía los huecos de las calles, oía la lluvia. En ocasiones pusieron la sirena y sonaba muy fuerte”, recordó.