Cuando el 18 de octubre del 2002 un juez ordenó el internamiento de “Josué” en el Hospital Nacional Psiquiátrico, los vecinos de Pavas respiraron con alivio.
A sus 18 años, este hombre –quien según diagnósticos no experimenta sentimientos de culpa– cargaba sobre sus espaldas la fama de peligroso violador.
“Josué” asegura, con cierto orgullo, haber atacado a 14 mujeres, aunque las autoridades solo pudieron acreditarle uno: la violación de una niña en un predio.
El sujeto nunca fue a prisión. En su lugar el juez ordenó internarlo en el Hospital Nacional Psiquiátrico. Ahí se ha convertido en el terror de pacientes (ya violó a uno) y personal médico.
“Es impredecible; en cualquier momento estalla. Su mente es perversa”, comentó un funcionario del centro médico.
De ello dio cuenta el miércoles, cuando atacó a otro interno hasta cerrarle los ojos a puñetazos.
Los médicos están convencidos de que “Josué” no es un perturbado mental. Un quiste en su cerebro ha afectado algunas de sus funciones motoras –entre estas el habla–, pero el personal está seguro de que este sujeto tiene plena consciencia de sus actos.
El juez dispuso que se mantuviera en ese centro médico hasta el 2007. Otros 15 pacientes con perturbaciones mentales –autores de fechorías que por su condición no califican para ir a una cárcel– no tuvieron esa suerte.
En sus casos los jueces dictaron una medida de internamiento sin fecha límite y por eso han permanecido más de 20 años en esa institución.
Cada cierto tiempo los médicos envían reportes de su evolución, pero sus recomendaciones no son de acatamiento obligatorio para el juez.
“Uno de los requisitos para que les permitan salir es tener la contención de una familia.
“Después de tanto tiempo no solo la familia los abandona, sino que después los pacientes no saben cómo vivir afuera. Aquí purgan una cadena perpetua”, lamentó el doctor Álvaro Hernández, jefe de Servicios Médicos del Hospital Nacional Psiquiátrico.
Población. A cargo del personal médico permanecen en estos momentos unos 40 delincuentes “inimputables” (juez determinó que no fueron responsables de sus actos), así como otros 15 enviados ahí de forma preventiva ante sospechas de que delinquieron sin tener consciencia de sus actos.
En esta última condición está el hombre que mató a sus padres con un florero, la noche del 2 de setiembre pasado en San Francisco de Heredia.
“Esta gente queda como en el limbo, pues en algunos casos los jueces no definen un plazo (de estadía). Luego no hay nadie (del Poder Judicial) que dé seguimiento a la medida”, consideró Hernández.
El médico está convencido de que el aparato judicial ha encontrado en el Hospital Psiquiátrico “un asilo”. “Los términos de internamiento no están bien; se imponen sin ningún sentido médico.
“Eso desnaturaliza el trabajo de este hospital. Para casos gravísimos lo recomendable es un internamiento máximo de tres meses. ¿Cómo vamos a tener aquí a una persona más de 20 años? Mejor que los enviaran a una cárcel. Ahí al menos podría optar por una reducción de la pena”, dijo el médico.
Seguridad. Hasta el jueves pasado el cuido de los “inimputables” en el hospital estuvo a cargo de la Fuerza Pública.
En ocasiones la delegación policial de Pavas tenía que destinar a 10 de sus 17 oficiales para esa tarea.
Adaptación Social (del Ministerio de Justicia) tampoco se hace cargo de esa labor. “Nosotros no podemos recibir en el sistema penitenciario a una persona que no es responsable de sus actos.
“Esa gente no queda a nuestras órdenes. Ante todo hay que tener claro que son enfermos”, explicó el director de Adaptación, Guillermo Arroyo.
El hospital tampoco tiene personal especializado para custodiar a esas personas. Por eso ahora no hay quien vele por “Josué”.
Hace pocos días, cuando el personal médico conversó sobre la posibilidad de permitirle visitar a su familia, decenas de vecinos de Pavas enviaron cartas para pedir que permanezca encerrado.
“No sé cómo se enteraron”, concluyó el médico Hernández.