Luego de permanecer internado en el Hospital Max Peralta por 165 días, Richard, de 41 años, regresó a su casa, ubicada en La Unión, el pasado 5 de abril. El hombre fue hospitalizado luego de contagiarse de covid-19 y sufrir el síndrome de distrés severo, el cual consiste en una afección pulmonar que puede provocar la muerte. La característica principal de esa condición es que impide la llegada de suficiente oxígeno a los pulmones y a la sangre.
Según detalló la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Richard padeció agitaciones y saturaciones de oxígeno muy bajas, al acudir al centro médico su familia pensó que se trataba de algo leve, pero se fue complicando hasta pasar casi medio año hospitalizado.
“Lo llevamos al hospital donde fue abordado inmediatamente, tras un cultivo notaron la presencia de un hongo y lo medicaron, pero al no responder a los medicamentos procedieron a intubarlo y ocho días después ya iba para la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) con un procedimiento muy invasivo y de alto riesgo”, relató su esposa, Viviana, quien recordó los momentos de angustia. “No fue nada fácil”.
Saúl Rodríguez Sánchez, uno de los médicos uno de la UCI del Max Peralta, explicó que la función pulmonar del paciente quedó totalmente invadida y perdió la capacidad de transferir gases. Esas situaciones obligaron a colocarle varios dispositivos para mantenerlo vivo.
Rodríguez detalló que el daño pulmonar era tanto que, con el ventilador mecánico apagado, el paciente hizo neumotórax, es decir, “desinfló el pulmón”, por lo que tuvieron que operarlo para estabilizarlo. Esa cirugía contó con el apoyo de cirujanos del Hospital Rafael Ángel Calderón Guardia.
Después de la intervención qurúrgica estuvo 40 días en rehabilitación, con soporte nutricional y terapia respiratoria.
“La idea era que volviera a respirar por sí mismo, pero es un proceso paulatino y lento porque en enfermedades tan severas se pierde la masa muscular y la falta de acondicionamiento físico dificulta el proceso”, comentó el especialista.
No perder la esperanza
Mientras su esposo estaba internado y era sometido a diversos procedimientos médicos, Viviana era animada por diferentes personas. Al verla agobiada le daban palabras de aliento. Incluso, una vez al llegar a la UCI, fue atendida por alguien que le aseguró que Richard “estaría bien” y que harían todo lo posible para “sacarlo adelante”.
“Esas palabras me dieron mucha confianza, máximo porque aprendí que muchos salían de estas circunstancias, aunque los avances eran lentos y había que armarse de paciencia”, comentó la mujer.
Los detalles de los funcionarios del centro médico emocionan a Viviana, con mucha emoción relató que lo consentían con sus propios recursos.
“Cuando Richard logró alimentarse por sí mismo y ya lograba comer de todo, le preguntaron si se le antojaba alguna cosa y pidió su hamburguesa favorita. Ese día el personal le mandó a traer el combo completo, usando sus propios recursos. Otras veces le encendían el televisor y le ofrecían otros gustitos, para que el ambiente fuera más acogedor”.
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En medio de aplausos, risas, música, oraciones y hasta el llanto de sus familiares, Richard abandonó el Hospital el 5 de abril. Mientras descendía los tres pisos y se dirigía al lugar donde lo esperaba el personal de transporte, fue acompañado por muestras de apoyo y cariño.