San Carlos. A las 10 a. m. del miércoles, las calles de Crucitas de Cutris estaban vacías y silenciosas... como es usual desde hace muchos meses.
La pulpería está cerrada por falta de clientes, mientras en la escuela los cinco alumnos no tuvieron clase porque la única maestra salió a una reunión.
Crucitas, que en un tiempo fue un nombre muy sonado en la prensa debido a la llegada de la minera Industrias Infinito, está a muy poco de extinguirse.
Ya solo quedan 27 habitantes y, de las seis familias que representan, dos planean salir del poblado ubicado 90 kilómetros al norte de Ciudad Quesada.
Todos admiten con tristeza que la comunidad desaparecerá en corto plazo y solo esperan un milagro del Gobierno, o de alguna institución o empresa.
De eso está convencida Luciana Ordoñez Amador, quien vino aquí hace 23 años cuando apenas nacía el pueblo.
“Llegué con mi marido y mis hijos caminando por trillos peligrosos de montaña. Veníamos a asegurarnos el futuro”, recuerda la mujer de 62 años.
Sus sueños se esfumaron. Por eso decidió que se irá en diciembre junto con su hija mayor a donde sea que haya trabajo.
Eso, trabajo, era lo que más esperaban con la llegada de Industrias Infinito, subsidiaria de la canadiense Infinito Gold, la cual se instaló en la zona a finales de los años noventa con la intención de extraer oro de la mina Crucitas.
El proyecto enfrentó muchos tropiezos desde el inicio y quedó sepultado definitivamente tras un fallo en noviembre del 2010 del Tribunal Contencioso Administrativo, el cual anuló la concesión al hallar irregularidades.
La sentencia luego fue ratificada por la Sala Primera.
Este martes se conocerá cuánto debería pagar la empresa por daños ambientales causados por el fallido proyecto.
De Industrias Infinito en Cutris podría decirse que no queda nada, ni el rótulo, pues la semana pasada vendió sus cinco fincas y en la entrada de la propiedad ahora dice “Finca Santa Bárbara”.
A los habitantes de Crucitas les dijeron que el cierre definitivo será este 30 de agosto .
Del paso de la minera quedó la condena contra el exministro de Ambiente, Roberto Dobles, por firmar un decreto para declarar el proyecto de interés público, así como un proceso de arbitraje internacional planteado por la casa matriz y que está en suspenso a pedido de la propia empresa.
Frustrado. Ángel Segura Jiménez agradece que con Infinito llegó el servicio eléctrico, los puentes y el camino que ahora está en abandono, pero no deja de lamentarse por sus planes frustrados.
“Vendí las pocas propiedades que tenía en Muelle de San Carlos y me vine a Crucitas atraído por las posibilidades de desarrollo.
”Invertí mis ahorros en la construcción de unas cabinas que nunca han tenido huéspedes; abrí una pulpería, pero la tuve que cerrar por falta de clientes. Hubo días en que no vendía ni ¢1.000”, contó Segura.
Casado y padre de cuatro hijos, él se debate entre vender todo al primer interesado o esperar a otro que venga a buscar el oro.
Segura cuenta que Infinito también dejó mucha división en el pueblo, entre quienes apoyaban el proyecto y quienes estaban del lado de los ambientalistas, que lo criticaban.
“Antes teníamos muy buenas relaciones, nos tratábamos como buenos vecinos, pero gente que no es de la zona se encargó de separarnos y hoy algunos apenas nos saludamos”, lamenta.
Esa es otra causa de la apatía que reina en Crucitas, donde ya no ven sentido en luchar por el acueducto o por los caminos.