Las estadísticas revelan cuán grave es la situación de los embarazos en menores de 15 años. En el lustro transcurrido entre el 2018 y el 2022, 1.165 niñas y adolescentes en su primera etapa se convirtieron, prematuramente, en madres.
La mayor concentración de casos está en la provincia de Alajuela, con 320, seguida por San José (249). Luego están Limón (205), Puntarenas (170), Cartago (103), Guanacaste (70) y Heredia (56).
En promedio, durante el quinquenio, nacieron 233 niños por año de madres de menos de 15, confirman los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Estos números, sin embargo, no comprenden la totalidad de los embarazos en este período, pues el INEC solo contabiliza los embarazos llevados a término, no así los abortos espontáneos.
Rita Peralta Rivera, ginecóloga especialista en embarazo en la adolescencia, confirmó que en estas edades, cuando el organismo está inmaduro, no está preparado para sostener un embarazo a término, por lo que las probabilidades de un aborto espontáneo son mayores. Sin embargo, en el país no hay datos sistematizados para saber con exactitud la cantidad de pérdidas gestacionales en estas edades.
Ese promedio anual de embarazos en primera etapa de la adolescencia es mucho más bajo a los 611 partos por año que causaban alarma en el año 2000 o los 400 o más que hubo hasta el 2015. Sin embargo, en los últimos años, los nacimientos en la población menor a 15 no han bajado de los casi 200. Han fluctuado entre los 197 (2021) y los 265 (en 2019).
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Evelyn Durán Porras, analista en Salud Sexual y Reproductiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa, por sus siglas en inglés), exploró los datos en menores de 13 años, es decir, cuando lo sucedido se tipifica legalmente como violación, independientemente de que alguien aduzca que la niña dio su consentimiento.
De acuerdo con estos datos, para 2021 (año más reciente para el cual se tienen las cifras) hubo 13 nacimientos en madres menores de 13 años. En 2020, 12 y, en 2019, 13. Los números se han mantenido muy constantes.
Durán fue más allá, pues los datos del Unfpa pueden ver cantones. Por ejemplo, para las menores de 13 años que fueron madres en 2021, se ven residentes en el cantón central de San José, Desamparados, Goicoechea y el cantón central de Heredia. También se ven en Los Chiles, Upala y Osa.
“Aquí podemos ver que no es un problema ni de costas ni de zonas rurales. Lo tenemos aquí en la Gran Área Metropolitana, muy cerca de los grandes centros de población”, aseveró.
“Si vemos la adolescencia como un todo, el grueso de los embarazos sí se ve en las costas, pero esto no es así cuando se habla de embarazo antes de los 15. Por eso es la importancia de diferenciar las diferentes etapas de la adolescencia, los problemas son diferentes y se ve de forma diferente”, afirmó Peralta.
Otro gran detalle que evidencian las cifras de Durán es que la mayoría de las niñas no identifican al padre de sus criaturas.
“Si nos vamos a los datos del 2021, vemos que de las 13 niñas madres, nueve (69%) no declararon al padre. Dos dijeron que no sabían la edad del progenitor, lo cual ya deja qué pensar. Vemos en un caso un adolescente de 15 a 17 y uno de un señor de 30 a 34 que violó a alguien de menos de 13″, destacó Durán.
La situación de quiénes son padres y su edad también es común en todo el conjunto de menores de 15 años. De las 211 niñas que se convirtieron en madres en el 2022, el 49% no declaró la edad y el 43,6% dijo ignorarla. Es decir, solo el 7,58% conocía la edad del padre.
Dos adolescencias, dos realidades
Estos datos ponen en evidencia la necesidad de tomar en cuenta los diferentes grupos de edad cuando se habla de embarazo en la adolescencia. La situación no es igual en las menores de 15 años que en quienes tienen de 15 a 19. La primera etapa de la adolescencia no es igual que la segunda, ni en números ni en el impacto para la salud de la mujer.
En el quinquenio 2018-2022, el embarazo antes de los 20 años bajó significativamente. En 2021, la cantidad de partos en todas las edades que comprenden la adolescencia (de los 10 a los 19) cayó un 45% en comparación con el 2018.
Sin embargo, para esos mismos años, los nacimientos de madres de 14 años o menos se redujo a un ritmo mucho menor: un 24%, y para 2022 más bien subió un 7,11%.
Incluso, cada vez los partos en menores de 15 años toman más porción de la totalidad de madres adolescentes. Los embarazos en los primeros años siguen siendo una porción minoritaria, pero va creciendo. Mientras en 2018 era el 2,72%, para 2022 constituyó el 4,28%.
¿Dónde viven?
‘Es un esfuerzo de toda la sociedad’
¿Cómo tomar acción de los embarazos en la adolescencia?
Peralta, Durán y el psicólogo Juan Calderón coinciden en que la responsabilidad es de todos y no puede dejarse únicamente en las adolescentes, sus familias o en las autoridades. También las comunidades y la sociedad como un todo deben trabajar para aminorar el impacto.
“Hay un protocolo claro, pero por lo que hemos visto en el caso reciente de Cervantes, en Cartago, con la niña de 13 años y la bebé que le robaron, todos dicen ‘hice lo que me correspondía, yo denuncié', pero no vemos más seguimiento. Aquí hace falta mayor dinamismo en las instituciones, mayor trabajo de coordinación interinstitucional y de que como sociedad también sepamos denunciar”, señaló Durán.
“Tendemos a echarle las culpas a la menor que fue violada, al ‘usaba faldas muy cortas’ o un ‘ella provocó'. Una sociedad que sigue culpando a la víctima no podrá detener el problema”, añadió.
Para Calderón, la inacción social es clave en la magnitud del problema, pero también lo es el no comprender cómo, una adolescente en una etapa tan inicial todavía no tiene clara la dimensión de mucho de lo que sucede con ella. El cerebro no ha terminado de madurar y muchas veces apenas se está en proceso de conocimiento.
Para Peralta, es vital el ver las realidades más allá de las estadísticas. La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) tiene reglamentado el proceso del embarazo, el parto y el posparto, pero después deben entrar otras instituciones a apoyar, como el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) y el Ministerio de Educación Pública (MEP).
“No es un esfuerzo de solo una institución, es de todos como sociedad”, concluyó.