Génesis se convirtió en madre cuando tenía 16 años. La joven madre, vecina de Curridabat, es consciente ahora, a los 19 años, de la responsabilidad y el cambio radical que significó ser mamá siendo adolescente y por eso aprovecha la oportunidad de protegerse para planificar su futuro y el de su pequeño hijo.
Cuando dio a luz, en la Clínica del Adolescente le hablaron sobre un método que no requería de recordatorios y el cual la protegería de un nuevo embarazo. Se trata de un pequeño dispositivo de 4 cm que se pone bajo la piel y que libera la hormona etonogestrel, que es la que funciona como anticonceptivo.
“Decidí ponérmelo para no tener otro niño muy rápido, en la Clínica Adolescente me dijeron que había un nuevo método para no estar tomando pastillas, porque a uno se le olvidaba”, contó tímidamente la muchacha quien acudió a la clínica de Tirrases, junto a su bebé de tres años, para el recambio del implante, pues ya cumplió los tres años de efectividad, de ahí que debía colocarse uno nuevo.
Ella es una de las 49.000 muchachas que utilizan el implante anticonceptivo subdérmico que la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) coloca a mujeres menores de 20 años, o con algún factor de vulnerabilidad que les impida planificar con otro método.
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El dispositivo se incluyó en la lista de anticonceptivos desde el 2017 como un plan piloto y a la fecha ya está disponible en todas las áreas de salud del país.
Como Génesis, cada vez son más las adolescentes que acuden a los centros en busca del “chip”, como le llaman algunas de ellas, para evitar embarazos.
Este dispositivo, que se coloca debajo de la piel de un brazo, ayuda a evitar embarazos hasta por tres años y consiste en una pequeña barra de 4 centímetros por 2 milímetros. Su efectividad es de un 99,9%.
La doctora Nineth Alarcón, del Programa de Atención al Adolescente de la Caja, explicó que este tipo de métodos de larga duración están dirigidos a la población que tenga alguna dificultad para adherirse a otro tipo de anticonceptivos.
Además enfatizó que con este tipo de programas se busca no solo prescribir el anticonceptivo, sino dar acompañamiento y consejería.
“En el caso de las adolescentes se busca, si no han iniciado su vida sexual, que piensen en qué momento están lo mejor preparadas posibles y si ya iniciaron que se protejan de un embarazo y de enfermedades de transmisión sexual y de las implicaciones que tendría para su proyecto de vida”, explicó la especialista.
De acuerdo con la funcionaria, hasta ahora la mayor divulgación sobre la disponibilidad de este anticonceptivo se da de boca a boca entre las mismas adolescentes, que cada vez más se acercan a los Ebáis en busca de que se les coloque.
“Ahí es donde se captan y se da todo el proceso de información, antes de definir si ese es el método apropiado para ellas, se les explican todas las ventajas, pero también posibles efectos por ejemplo cambios en su patrón menstrual, que sepan cómo se usa y el seguimiento que debe tener y que en cualquier momento tienen la oportunidad de acudir para tratar cualquier efecto asociado”, añadió.
La experta agregó que se ha procurado capacitar a todo el personal de las áreas de salud, desde quienes trabajan en redes hasta el personal médico y de psicología, con el fin de que la atención sea integral. Además, en caso de que un centro no tenga disponible el método, la paciente debe ser dirigida a otra área que sí se lo pueda brindar.
Kevin Murillo, médico del área de salud de Curridabat, fue quien colocó el implante a Génesis y contó que este método se dirige a muchachas que tengan menos de 20 años, porque las adolescentes pueden tener problemas para recordar las pastillas o pueden tener una relación sexual donde no estaban planificando.
Murillo agregó que se trata de un método bastante seguro y que la Caja brinda la oportunidad de un recambio, por ejemplo en un caso donde una joven se colocó el dispositivo a los 19 años y transcurridos los tres años de efectividad ya quedaría fuera del rango al que está dirigido, de igual manera se le vuelve a poner.
Por su parte, la doctora Alarcón agregó que el impacto de este programa así como todos los esfuerzos que se han realizado en los últimos años para dar mayor acceso a la información sobre salud sexual y reproductiva en las poblaciones más jóvenes ha rendido frutos que son tangibles, en la disminución de embarazos adolescentes.
Según los datos de la Caja, entre el 2010 y el 2020 se pasó de un 18% del total de nacimientos de bebés de madres adolescentes a un 12%.