A mediados de junio, por primera vez en Costa Rica fue detectado un paciente con Candida auris (C. auris), un hongo que está entre los llamados supergérmenes y que ha desencadenado alertas en todo el mundo.
Tras el hallazgo, siguieron 96 intensas horas de coordinación entre hospitales, autoridades de la CCSS y Ministerio de Salud, así como con laboratorios de la Universidad de Costa Rica (UCR). Fue un gran desafío para el equipo del Calderón Guardia como reconoció el infectólogo Jorge Chaverri Murillo.
“Se logró hacer la detección, la confirmación y determinar si el hongo era sensible o resistente a los antibióticos disponibles a Costa Rica. En términos generales, teníamos las opciones para tratar al paciente”, afirmó el especialista.
El C. auris se suma a las evidencias –y son muchas– del impacto de la llamada resistencia antimicrobiana, es decir resistencia a este tipo de medicamentos, principalmente a los antibióticos. La causa es el mal uso o el abuso de los fármacos.
Cuando una persona consume estas sustancias en exceso, sin adecuada orientación profesional, lo que se obtiene por razones genéticas es un aumento en la resistencia al efecto de los antimicrobianos. Lo mismo ocurre cuando se atienden las enfermedades en animales y las plagas de los cultivos,
Y cuando hay resistencia, las enfermedades y plagas ya no se curan como antes, o no se curan del todo, acarreando grandes costos a los sistemas sanitarios y de producción de cualquier país.
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Son pocos los antimicrobianos que hay en todo el mundo: alrededor de 150, y ya muchos de ellos no causan los efectos esperados en la atención de enfermedades humanas, animales y en las plagas que atacan plantaciones enteras.
Eso explica la llegada de ese hongo multirresistente al país, y también las constantes alertas que se han activado en los últimos años cuando aparecen bacterias, como la Clostridium difficile, o virus asesinos, como el respiratorio sincitial.
Estos microorganismos hoy desarrollan ataques sorpresivos y mucho más agresivos contra las personas, con cuadros cada vez más difíciles de curar.
La coordinadora nacional de resistencia antimicrobiana, en el Ministerio de Salud, Marlen Arce Villalobos, confirmó que es una situación de emergencia mundial.
En el caso costarricense, explicó Arce, esta amenaza global motivó la creación del Plan de Acción Nacional de Lucha contra la Resistencia a los Antimicrobianos, para el periodo 2018-2025.
En enero de este año, se emitió un decreto presidencial (el número 41385-S) para oficializar las medidas y declararlas de interés nacional.
El concepto que se impulsa aquí es el de “una salud”, explicó Arce. Es decir, entender que la salud humana, animal y la vegetal son una sola y están interrelacionadas en sus causas y consecuencias.
Invisibles pero potencialmente mortales
FUENTE: MINISTERIO DE SALUD, OPS-OMS Y FAO. || w. s. / LA NACIÓN.
Vigilancia y control
Virus, bacterias, parásitos y hongos como el C. auris integran una gran variedad de microorganismos con potencial de enfermar a personas, animales y cultivos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo solo se dispone de unos 150 antimicrobianos; entre ellos la penicilina y la estreptomicina, que se han utilizado intensivamente en los últimos 70 años.
“La resistencia a los antimicrobianos es una pandemia invisible. Ya estamos comenzando a ver signos de una era postantibióticos, con la aparición de infecciones que son intratables con todos los antibióticos disponibles. Debemos salvaguardar esta última línea de antibióticos para asegurar que puedan tratar las infecciones más serias”, señaló en un comunicado de prensa Mariângela Simão, directora adjunta para el Acceso a los Medicamentos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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Ese organismo internacional estima en diez millones el número de muertes anuales como consecuencia del ataque de virus, bacterias, hongos y parásitos. De esa cantidad, aclara la OMS, medio millón de muertes se vincula a la resistencia desarrollada por los microbios a los tratamientos existentes.
FUENTE: MINISTERIO DE SALUD, OPS-OMS Y FAO. || w. s. / LA NACIÓN.
Marlen Arce asegura que prácticas inadecuadas entre la población, como automedicarse o compartir medicamentos con amigos y vecinos, así como usar antibióticos para curar resfriados provocados por virus, son parte de los comportamientos que hay que erradicar porque son la fuente de la resistencia a los antimicrobianos.
“Para el 2050, los fallecimientos por resistencia antimicrobiana en todo el mundo (generalmente, complicaciones asociadas a las infecciones con estos microorganismo) serán la primera causa de muerte, por encima de las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y las muertes vinculadas con la violencia”, aseguró.
Por eso, entre los retos país que establece el Plan Nacional, están los siguientes:
- Controlar las condiciones de manejo de los antimicrobianos en las aduanas.
- Implementar un sistema de registro integrado para darle seguimiento al uso de antimicrobianos en humanos, vegetales y animales.
- Vigilar y controlar la prescripción de antimicrobianos por medio de la receta electrónica.
El decreto presidencial coloca en la categoría de prioridad sanitaria la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos.
Explica que se recurrirá a intervenciones en diferentes áreas, empezando por “mejorar el uso de estos fármacos, controlar su calidad, fortalecer la vigilancia de laboratorio de la resistencia a los antimicrobianos, contener la transmisión de los microorganismos resistentes y promover la realización de investigaciones que permitan desarrollar nuevos antimicrobianos o estrategias innovadoras para detectar y contener la resistencia”.
Desafío con pocos recursos
Bernardo Jaén Hernández es director general del Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa). Esta es una de las áreas críticas en manejo de la resistencia antimicrobiana.
En esa vía, resulta clave la receta digital, dijo. “Esto es para que el uso de antimicrobianos sea controlado en su expendio y uso. Y también estamos desarrollando un programa o plan de análisis de resistencia antimicrobiana desde los laboratorios, enfocándonos, inicialmente, en cuatro especies: aves, porcinos, bovinos y peces”, explicó.
Ya se toman muestras de animales vivos y en matadero para identificar la resistencia a cuatro bacterias: Salmonella, Escherichia coli (E. coli), Campylobacter y Enterococo.
No será tan fácil porque, según cálculos, requieren de cerca de $1 millón para la sustitución de equipos y la fuente de esos dineros todavía se desconoce, dijo Jaén.
La nueva tecnología daría un paso más allá de la capacidad de los equipos actuales: además de identificar si hay resistencia antimicrobiana, se mediría el nivel de esa resistencia. Y ambos son críticos en la definición de un tratamiento eficaz.
Fernando Araya Alpízar, director del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE), reconoce la importancia de la resistencia antimicrobiana y participa en la Comisión Nacional de Lucha contra la Resistencia Antimicrobiana (RAM).
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"No podríamos decir cuál es el impacto de la resistencia antimicrobiana en la producción nacional ya que por el momento no contamos con equipo para determinar el gen en una planta que pudiera crear resistencia a los antibióticos por la aplicación de agroquímicos, tampoco se cuenta con estadísticas de la presencia de estos principios activos en vegetales.
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“En Costa Rica, existen solamente cinco principios activos registrados para uso agrícola (antibióticos) y también se le está dando prioridad en el marco de las acciones del Plan-RAM a los fungicidas que sí tienen un uso más amplio”, explicó el especialista.
En ese despacho del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), han logrado capacitar a 3.900 personas en estos temas, entre el 2018 y el primer trimestre de este año.
"El uso correcto y racional de los agroquímicos y el manejo integrado de plagas (MIP) –que incluye opciones como el control biológico– son parte de los temas más importantes en los cursos en todo el país.
“El tema de la resistencia antimicrobiana se discute ampliamente, y se hace énfasis en la importancia de la aplicación correcta de los productos agrícolas, que es donde los expertos detectan el mayor riesgo”, explicó Araya.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), “se requieren buenas prácticas de higiene en la agricultura, la producción, el procesamiento y la distribución de alimentos para mantener la inocuidad de los alimentos y minimizar la transmisión de la resistencia antimicrobiana a las personas a través de la cadena alimentaria”.
Esta organización ya advirtió que los microorganismos resistentes a los antimicrobianos “no solo son un gran desafío para la salud pública, sino que también representan una amenaza potencial para el comercio y la economía mundial”.
Infecciones hospitalarias
No fue posible localizar a algún especialista de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) para que se refiriera al impacto de este problema global en los servicios públicos de salud.
Un dato publicado por este diario en el 2017, con base en información de Vigilancia Epidemiológica de la Caja, indica que entre el 2015 y el 2016 hubo 10.388 infecciones asociadas a la atención en salud (IAAS).
En abril del año pasado, el Ministerio de Salud, literalmente, ordenó a todo el personal de salud en contacto directo con enfermos, mejorar la técnica de lavado de manos para cortar la transmisión de las infecciones asociadas a la atención en salud (IAAS).
El llamamiento se dio porque en un periodo de tiempo relativamente corto (entre diciembre y abril), se reportaron tres eventos importantes en diferentes hospitales públicos. Los especialistas afirman que no tienen relación entre sí.
El primero de ellos obligó al Hospital Calderón Guardia a invertir cerca de ¢300 millones en la remodelación del servicio de Neonatología y maternidad, luego de que aparecieran varios recién nacidos infectados con la bacteria Serratia liquefaciens.
La contaminación de esos servicios hizo que la CCSS los cerrara temporalmente y reactivara toda su red de hospitales para atender a las embarazadas y a los neonatos del Calderón.
Poco después, el Hospital San Vicente de Paúl, en Heredia, reportó la contaminación de Neonatología con la bacteria Serratia marcescens, que infectó a cuatro bebés.
En ese mismo hospital, falleció una mujer luego de dar a luz debido a una infección con la bacteria Streptococcus pyogenes. Un cirujano que la atendió en un procedimiento quirúrgico también resultó infectado.