Entre caminar dos horas al día, asistir a los cursos que ofrece la Universidad de Costa Rica (UCR), leer, fiscalizar las acciones de la Asociación Pro Hospital Nacional de Geriatría (Apronage)… a don Carlos Alberto Jenkins Alfaro se le van las horas como agua entre los dedos. Asegura que, en el momento en que le empiece a sobrar tiempo, se va a preocupar muchísimo.
Este dirigente comunal herediano, quien está a punto de cumplir 80 años, comparte la clave de su fuente de vitalidad: mantenerse activo y ocupado, siempre en movimiento. Por eso, dice, trata de inmiscuirse en cuanto proyecto comunal, educativo y de bien social pueda ayudar. Desde febrero, por ejemplo, es fiscal de Apronage y en esa posición quiere contribuir con las necesidades de la población adulta mayor que asiste al hospital Geriátrico.
No fue a ninguna universidad, pero se conoce al revés y al derecho la Ley de Contratación Administrativa y cómo se gestiona y se formula un presupuesto. Su único título es el de sexto grado, que lo sacó en la escuela República de Argentina, en el josefino barrio México.
Es un autodidacta formado en la benemérita Biblioteca Nacional y en las bibliotecas hospitalarias, en donde devoraba libros después de cumplir su jornada laboral en una incansable voluntad de estudio de los diferentes textos que le recomendaban y otros que buscaba en virtud de su espíritu inquisitivo.
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Su carrera laboral empezó en 1962, en el Hospital Nacional Psiquiátrico, cuando este centro especializado era administrado por la Junta de Protección Social (JPS) y se localizaba en las inmediaciones del San Juan de Dios, en San José.
Se inició como asistente de misceláneo, luego ascendió a misceláneo, más tarde a guardarropas, después a mensajero. Unos años después, lo ubicaron en el archivo del hospital donde aprendió a escribir a máquina viendo a los demás. Eso permitió que le asignaran la responsabilidad de pasar notas a los expedientes.
Sus conocimientos eran tales que allá, por el año de 1966, ocupó el cargo de auxiliar del servicio de Estadística del Hospital San Juan de Dios. También trabajó en la jefatura del centro de equipos y, adicionalmente, fue jefe de Proveeduría del Hospital Psiquiátrico.
En noviembre de 1989, le ofrecieron la jefatura de la oficina de Presupuesto del Hospital Nacional de Geriatría y Gerontología, en cuyo puesto se mantuvo hasta 1997, cuando se acogió a la pensión. Sus conocimientos le permitieron organizar esa oficina y convertirla en una instancia modelo para ser emulada por otras unidades de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
No fue sino hasta que llegó el momento de su retiro, cuando el departamento de Recursos Humanos se dio cuenta que don Carlos no tenía los requisitos para el cargo que ocupaba, pues solo tenía certificado de primaria. Sin embargo, ya no había nada qué hacer, estaba en el umbral de su jubilación.
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Según lo narra don Carlos, nadie le pidió nunca los atestados. Asegura que esa situación no se da en este momento porque las oficinas de Recursos Humanos son muy celosas con los requisitos que se requieren para los diversos puestos, pero en el pasado lo que se privilegiaba era la experiencia y el conocimiento, aunque fuera empírico.
Mucha vida por delante
Hoy don Carlos Jenkins asiste a diversos cursos que ofrece el Programa de Atención Integral del Adulto Mayor de la Universidad de Costa Rica (PIAM) tales como Apreciación Cinematográfica e historia del pueblo judío.
Asiste a diversos paseos que organizan en la comunidad con otros adultos mayores. “Pagamos una microbús y nos vamos a conocer diferentes lugares de Costa Rica”, dice don Carlos. Camina una hora a las 7:30 de la mañana y otro tanto a las 5 de la tarde.
Tiene la meta de matricularse en la Universidad Estatal a Distancia (UNED) para sacar el bachillerato y a pesar de la edad, la tecnología no lo asusta y por ello asiste a las reuniones de Apronage por medio de la plataforma Zoom.
Asegura que la clave del envejecimiento saludable está en la actividad, pues el ser humano debe mantenerse ocupado. “Cuando una persona se jubila tiene que ponerse metas, establecer un proyecto de vida y preocuparse cuando le sobra tiempo”, enfatiza.
Procreó cuatro hijos: Carlos Alberto, Luis Carlos, Óscar y Saúl Alberto y está casado con Marisol Ramírez Villalobos en terceras nupcias.