Una úlcera en el pie derecho causada por la diabetes convirtió a Gloria Obando Ruiz, de 79 años, en visitante asidua del Hospital Nacional de Geriatría, en San José.
El pasado lunes 12 de setiembre, ella llegó a una de sus citas semanales. Ahí la curan y, cada 15 días, le dan los materiales (vendas, cremas y gasas) que necesita para cuidar su pie en casa.
Un diagnóstico del Programa de la Persona Adulta Mayor, de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), reveló que 9 de cada 10 los mayores de 60 años acuden periódicamente a alguno de los servicios de la red hospitalaria.
Las causas más comunes de consulta tienen que ver con enfermedades no transmisibles --como la diabetes que padece Gloria Obando--, los problemas cardiovasculares o el cáncer.
La institución tiene proyectado un incremento de casi tres veces en la demanda de servicios de esa población para los próximos 40 años.
Se estima que entre el 2020 y el 2050, la atención de urgencias de adultos mayores pasará de 740.000 casos a casi dos millones al año, según datos facilitados por Fernando Morales Martínez, director del Hospital Nacional de Geriatría y Gerontología.
Además, se prevé que las consultas con médicos generales y especialistas brincarán de 2,1 millones a casi 6 millones por año en ese mismo periodo.
Será inevitable un golpe económico para la institución. Se sabe que la estancia (en días) de los adultos mayores en los hospitales de la CCSS es 2,8 veces mayor que la del grupo de 20 a 44 años de edad.
Actualmente, un 10% de los ticos tienen 60 años o más (alrededor de 450.000 personas), pero en el 2050 las proyecciones demográficas disparan la cifra a más de un millón de habitantes; es decir, para aquel entonces ese grupo representará cerca del 30% de la población.
Vilma García, coordinadora nacional del Programa de Atención al Adulto Mayor, en la Caja, asegura que esta institución se está preparando para recibir el impacto de esa fuerte ola.
La CCSS ha implementado varias iniciativas; entre ellas figura el plan Estratégico para el Desarrollo de los Programas de la Tercera Edad (1991-1995), el Programa de Atención a la Tercera Edad (1993), y en 1996, incluyó la atención integral a la población adulta mayor como prioridad en la gestión hospitalaria.
Sin embargo, hay especialistas en demografía que afirman que la velocidad del envejecimiento es mucho mayor al ritmo con que la institución está ajustando sus servicios a la demanda.
Desafíos. Un estudio de carga de enfermedad citado en un diagnóstico a cargo del programa que coordina García, identifica a los hábitos alimenticios, la obesidad y la presión alta como los tres principales factores de riesgo en los próximos años.
Además, se visualizan otros desafíos: el incremento en la dependencia de las personas adultas mayores a consecuencia de las enfermedades, y la necesidad de recurrir a cuidados especiales.
Actualmente, un 50,5% de la población adulta mayor aquí es hipertensa, y un 21% padece de diabetes, enfermedad que es más común entre las mujeres (23%) que entre hombres (18%), según la Caja.
Ya para el 2000, algún tipo de discapacidad afectaba al 22% de los mayores de 60. El porcentaje aumentó en el 2011 a un 38,5%.
"Lo anterior, conduce al aumento de la demanda de servicios de salud y al incremento de las necesidades de atención y cuidados a largo plazo, debido a la dependencia que estas patologías pueden generar", advierte el diagnóstico del Programa de Atención al Adulto Mayor de la CCSS.
Esto tendrá un impacto en las finanzas institucionales, como lo anuncia el informe Estado de la nación del 2013: "En las próximas décadas, el envejecimiento de la población dará lugar a una mayor demanda de servicios hospitalarios de alta complejidad y elevados costos, que tendrán un fuerte impacto en las finanzas de la seguridad social.
"Esto significa que no solo se debe atender el progresivo aumento de la edad promedio del costarricense (fruto del éxito del sistema de salud), sino también encontrar soluciones que compensen los riesgos financieros que acarrea ese proceso".
El gerente financiero de la Caja, Gustavo Picado Chacón, estimó en un 30% la proporción del presupuesto institucional que consumirán las personas mayores de 60 años dentro de cuatro décadas.
Lo anterior representaría hoy unos ¢630.000 millones si se toma como base de cálculo el presupuesto del próximo año para el seguro de Salud, de ¢3,4 billones.
Picado no mencionó cuánto se está invirtiendo en la actualidad en esas personas.
El funcionario manifestó, en un foro de la Escuela de Salud Pública, de la Universidad de Costa Rica (UCR), a finales del 2015, que uno de los elementos que va a presionar la sostenibilidad financiera del seguro de salud, a corto y mediano plazo, es la atención de adultos mayores.
Para el 2050, el 40,7% de los egresos proyectados en seis de cada diez centros de salud de la Caja estarán dirigidos a esta población, detalló en esa ocasión.
En América Latina, el gasto en las personas mayores representa alrededor de un 17% del gasto total en salud, según el último informe Estado de la región.
Mientras, en Centroamérica, el gasto rondaba un 15% en 2010 y se estima que para 2070 se habrá triplicado en Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Panamá, y cuadruplicado en Nicaragua y Honduras.
"Se calcula que en ese año el gasto en la salud de los adultos mayores absorberá, en promedio, más del 50% del gasto total en salud de la región", menciona el informe.
A las puertas. La tendencia en el aumento en la cantidad, complejidad y costo de las atenciones a esta población se viene detectando, sobre todo, a partir del año 2000, cuando el envejecimiento aumentó su ritmo de crecimiento debido a la caída en la fecundidad y al aumento en la esperanza de vida.
En los últimos cinco años, por ejemplo, los egresos hospitalarios en la Caja crecieron a un ritmo del 2,3% anual; las consultas aumentaron a un 4,2% y las atenciones de urgencias, un 6%.
En el 2002, hubo unos 435.000 internamientos de adultos mayores, que le costaron a la Caja más de $100.000. En el 2012, la cifra subió a 480.000 casos, con un costo de $359.000.
La cantidad de población envejecida se disparará en el 2040, año en que el proceso de envejecimiento de la población avanzará con mayor rapidez, según el último informe Estado de la región.
Ese año, dice el informe, las tasas de fecundidad de todos los países centroamericanos estarán por debajo del nivel de reemplazo (2,1 hijos por mujer en edad fértil) y la esperanza de vida habrá alcanzado un promedio cercano a los 80 años.
Para entonces, los mayores de 60 años serán más del 30% del total regional.
Olga Araya, especialista del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), considera que la Caja no se ha logrado mover a la velocidad que lo exige el avanzado envejecimiento de la población.
"La Caja debe empezar a trabajar en esa población porque el envejecimiento lleva a un cambio en el perfil epidemiológico, que se está trasladando a las enfermedades no transmisibles (diabetes, problemas coronarios, cáncer, lesiones por diferentes tipos de violencia, problemas mentales). Hay varios proyectos en camino en la institución, pero deben ir más rápido", aconsejó Araya.
"Además, hay que preguntarse cómo se está llegando a la edad adulta mayor. No hay pruebas de que hoy estén gozando de mejor salud que la que tuvieron sus padres. Nuestros adultos mayores están sobreviviendo mucho. La edad media en que están muriendo es 81 años", agregó.
"Realmente, no se sabe si serán unas cohortes (conjuntos de personas) más o menos saludables; eso está por verse. La CCSS puede y debe trabajar en eso: en promover que los futuros adultos mayores tengan una vejez saludable", dijo el demógrafo Luis Rosero Bixby.
El demógrafo considera que la institucionalización del adulto mayor no es la solución.
"Esto lo han hecho las sociedades más desarrolladas, y esto los tiene agobiadas. Hay que fortalecer la red familiar y comunitaria desde hoy pensando en ese futuro", recomendó Bixby.
Buscando modelos. La presidenta ejecutiva de la Caja, María del Rocío Sáenz Madrigal, manifestó en abril pasado que la institución debe hacer un frente común con estrategias innovadoras y efectivas para controlar y prever los padecimientos que afectarán a los futuros adultos mayores.
"El reto debe ser evitar la hospitalización y promover una atención más comunitaria, domiciliaria y ambulatoria", alegó Sáenz.
Hospitales como el Calderón Guardia y el Geriátrico, así como el Área de Salud de Santo Domingo, están desarrollando modelos que promueven la permanencia del adulto en su familia y comunidad con servicios como la atención domiciliar de los equipos de salud.
También se está reforzando el primer nivel de atención, integrado por más de 1.000 Equipos Básicos de Atención Integral en Salud (Ebáis), para que desde ahí se estimule la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad, dijo Vilma García.
Y aunque es un tema delicado, se está empezando a analizar lo relacionado con el cuido de la persona adulta mayor con algún grado de dependencia.
El Informe mundial sobre el envejecimiento y la salud, del 2015, concluye que los países deben desarrollar sistemas para mantener la capacidad funcional de sus adultos mayores lo más posible.
"Los mayores costos para la sociedad no son los gastos que se hacen para promover esa capacidad funcional, sino los beneficios que podrían perderse si no realizamos las adaptaciones e inversiones apropiadas.
"El enfoque recomendado ante el envejecimiento de la población, que tiene en cuenta la sociedad e incluye el objetivo de construir un mundo favorable a las personas mayores, requiere transformar los sistemas de salud del modelo curativo a la prestación de cuidados integrales, centrados en las necesidades de las personas mayores", concluye el informe.