La ola de violencia que ha ocasionado más de 600 asesinatos este año ha provocado que personas agobiadas por el duelo caigan con ideas e intentos suicidas en emergencias del Hospital Nacional de Salud Mental. La situación duplicó la demanda de atención por esa causa en lo que antes se conocía como el hospital Psiquiátrico en Pavas.
Estos pacientes sufren duelos no resueltos y traumas; se suman a otro grupo significativo, el de afectados por el desempleo y las dificultades económicas. Ambos, abrumados por el dolor emocional, comienzan a considerar la posibilidad de morir.
Sin embargo, hay otro grupo que preocupa aún más: los niños y, sobre todo, los adolescentes con pensamientos e intentos suicidas, quienes han sido afectados por situaciones de maltrato y abuso en el ámbito familiar, circunstancias que se exacerbaron durante la pandemia.
Al describir estas situaciones, la psiquiatra María Jesús Vargas Baldares afirma: “La profecía se cumplió”. Vargas trabaja en la consulta externa del Hospital Nacional de Salud Mental.
¿La profecía? Sí, lo que pronosticaban que sucedería inmediatamente después de la emergencia por la covid-19: la epidemia de enfermedades mentales que, en el caso de este hospital, encuentra una de las máximas presiones en su servicio de atención de emergencias psiquiátricas, el único en el país abierto las 24 horas, los 7 días de la semana.
En el último año, la demanda en este servicio se ha duplicado, especialmente con pacientes que llegan con pensamientos suicidas o han intentado quitarse la vida, informó Vargas, aunque no proporcionó cifras precisas. El año pasado, el hospital de Pavas atendió 20.000 consultas en emergencias.
La presión sobre el personal es tan intensa que tuvieron que abrir una unidad de observación exclusiva para adolescentes, con diez camas adicionales. Según Vargas, es la población más joven la que llena esta sala de emergencia.
Para hacer frente a la situación, fue necesario aumentar el número de médicos residentes, o estudiantes de la especialidad de Psiquiatría, de tres a cinco. Además, se incrementó el apoyo de médicos asistentes, pasando de uno a dos profesionales.
Muchos de los atendidos son enviados desde otros hospitales que no tienen la capacidad de internarlos.
En la consulta externa del Hospital Nacional de Salud Mental, el tiempo promedio de espera para la primera cita con el psiquiatra subió de cuatro meses en enero anterior a seis meses o más en la actualidad. Según Vargas, se intenta ver los casos más urgentes en un plazo de un mes.
La situación refleja lo que ocurre a nivel país: al 31 de agosto 12.123 personas estaban en la lista de espera de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) para una cita en Psiquiatría. La entidad solo tiene 111 psiquiatras para todo el país, 1 por cada 50.000 habitantes, cuando lo recomendable es 1 por cada 10.000.
Mucha demanda, pocos recursos
A comienzos del 2023, el Hospital Nacional de Salud Mental contaba con un equipo de 26 médicos psiquiatras, encargados de brindar atención en hospitalización, consulta externa y emergencias.
Sin embargo, diez meses después, este número se redujo drásticamente a 18, cifra que no considera a quienes se dedican a labores administrativas. Una década atrás, la institución disponía de 42 especialistas en Psiquiatría.
Jubilaciones y salidas hacia servicios privados están entre las causas que explican esta reducción en el número de estos especialistas. En este contexto, deben lidiar con el incremento de las emergencias psiquiátricas.
“Hay un aumento importante con situaciones de conducta suicidas en contexto de crisis. Pero también tenemos que atender al resto de pacientes con otras enfermedades. Con esquizofrenia, bipolaridad, adultos mayores con algún tipo de demencia...”, informó Vargas Baldares.
La situación se agrava al considerar que ningún otro hospital general tiene suficiente personal y menos infraestructura para manejar emergencias psiquiátricas después del horario ordinario.
A partir de las 4 p. m., casos que llegan a hospitales como el Nacional de Niños o el San Juan de Dios son referidos a emergencias de Pavas.
La idea es contener estos pacientes a nivel local, pero muchas veces no se cuenta con recursos suficientes, tanto en especialistas en Psiquiatría como de otros profesionales que forman parte de la atención de salud mental, dijo Vargas.
Desde su perspectiva, el Hospital Nacional de Salud Mental está al borde del colapso, si es que ya no lo está. A pesar de los esfuerzos para aumentar la capacidad de camas, incluso con el apoyo del hospital psiquiátrico Chacón Paut, estos esfuerzos no alcanzan para encarar la creciente demanda.
La profesional enfatizó en que, aunque han recuperado alrededor de un centenar de las 150 camas cedidas para la emergencia por covid-19 en el 2020, la tarea no es sencilla. Cada cama implica contar con personal para satisfacer las necesidades del paciente que la ocupará.
“La profecía se cumplió. Sí hemos tenido una oleada importante tras la pandemia con las secuelas de todo lo que generaron los cierres. La parte económica ha sido un factor importante. En los adolescentes, el suicidio es ya la segunda o tercera causa de muerte. Sin duda, esta es una de las poblaciones más vulnerables”, advirtió la psiquiatra.