Las adicciones a las drogas entre médicos, enfermeros, técnicos de rayos X y otros funcionarios de salud no es un problema nuevo, pero sí uno del que no se ha querido hablar públicamente, aunque los escasos registros que existen revelan un crecimiento.
Por primera vez, ante solicitud de La Nación, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) reveló cifras de la cantidad de atenciones que han requerido sus trabajadores por trastornos derivados de abusos de sustancias psicoactivas.
Solo el año pasado, la entidad atendió a 994 de sus funcionarios, cifra que es un 362% mayor a la registrada en 2017, cuando dio tratamiento a 215.
En los últimos tres años, en promedio, los servicios de consulta externa, urgencias y hospitalización de la CCSS se ocuparon de 1.050 trabajadores con trastornos mentales y del comportamiento por excesos en el consumo de drogas que incluyen antidepresivos, fentanilo, alcohol, marihuana o cocaína.
Las adicciones son, en su mayoría, en hombres (casi siete de cada 10) y el grupo más importante tiene de 30 a 34 años. En 2021, de los 994 casos atendidos, 692 eran hombres (69% del total). En 2020 se contabilizaron 1.005 atenciones, de las cuales 700 correspondieron a masculinos (69%) y en 2019 fueron 1.150, de las cuales 782 (68%) fueron hombres.
A pesar del acelerado crecimiento, el tema sigue siendo tabú en la institución y en el país. Especialistas consultados admiten que no existen investigaciones académicas o estudios formales que profundicen en las causas del problema, las sustancias más utilizadas, los niveles de consumo y las posibles consecuencias del abuso en los trabajadores de la salud.
Ejemplo del rechazo a abordar el tema es la resistencia de la Caja para hablar al respecto. La Nación solicitó, desde el 19 de enero, una entrevista para revisar las estadísticas, las posibles razones y las medidas tomadas por la institución para prevenir este mal entre su personal, pero no accedieron a dar una cita.
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Otra muestra del temor por la problemática es la falta de registros actualizados para monitorear el fenómeno, pues este diario solicitó desde el 1.º de diciembre de 2021 el número de funcionarios atendidos por adicción a drogas en los últimos cinco años, pero fueron remitidos hasta el 14 de enero de 2022, porque tuvieron que empezar por construir la estadística ante la petición.
“Al ver los números, me quedé fría”
Monika Hidalgo, especialista del Centro Nacional de Información de Medicamentos (Cimed) de la Universidad de Costa Rica, aseveró que el tema se mantiene invisibilizado, no es asunto del que se converse.
“Al ver los números de la Caja, me quedé fría. Además, si usted se pone a buscar, a nivel global, referencias bibliográficas sobre este tema, es algo que está como oculto. ¿Por qué? Porque no es bien visto que un profesional en salud sufra una adicción y no es justo. Es como si los trabajadores del área de la salud no fuéramos humanos”, comentó Hidalgo.
La misma opinión tiene Giselle Amador, exdirectora del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) y exministra de Salud. Para ella, además, existe un subregistro importante que impide analizar el problema en una dimensión correcta.
“Generalmente, las personas que tienen problemas de consumo de drogas acuden a tratamiento cuando la situación es muy adelantada, o sea, cuando ya está muy enfermo por el consumo. Lo deseable sería que acudiera de manera temprana, en el momento que se da cuenta que está consumiendo mucho (...) Es un tema tabú, no se comenta, no se habla de eso. Es un tema en el cual muchos de los profesionales y muchos de los políticos no consideran que es un problema de salud, pero es un problema social al que hay que dedicarle recursos y hacer investigación permanente”, dijo Amador, quien posee una maestría en drogodependencias y otras adicciones.
En noviembre de 2021, reportajes de La Nación revelaron hurtos y robos de fentanilo en hospitales de la Caja para consumo de personal hospitalario. El fentanilo es un poderoso estupefaciente utilizado para anestesiar y controlar dolores intensos en personas en fase terminal o que han sufrido accidentes graves. Los especialistas advierten que es altamente adictivo y su uso sin supervisión médica puede provocar problemas respiratorios severos, daño cerebral y hasta la muerte.
En un caso, un auxiliar de enfermería del Hospital Rafael Ángel Calderón Guardia, de apellido Jiménez, logró sacar entre enero y marzo de 2016 más de 300 ampollas de ese poderoso opioide. En otro caso, un enfermero del Hospital México, de apellido Barboza, se hizo pasar por médico para entrar, en febrero de 2018, a la unidad de cuidados intensivos del Hospital San Vicente de Paúl, en Heredia, para conseguir ampollas de fentanilo.
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Factores de riesgo
Para Luis Sandí, psiquiatra del IAFA y experto en el tratamiento de adicciones, los médicos y otros profesionales en salud tienen más riesgo de caer en el abuso de sustancias psicoactivas, por características propias de su labor.
“El personal de salud es una población de alto riesgo para el consumo de sustancias, probablemente ahora con la pandemia con mucha más razón, porque está sometido a una sobrecarga de estrés, permanente y continua. Tiene que lidiar con el dolor humano y la muerte, pero también la cantidad de trabajo a la que se someten es muy intensa, un médico atiende cuatro pacientes por hora, más las emergencias, más las guardias, la docencia, la investigación y las presiones que pueda tener en su casa. El médico es una persona que, desde que está estudiando, está sometido a un estrés muy profundo”, advirtió Sandí.
El psiquiatra coincide con Amador en que existe un subregistro, ya que los profesionales en salud temen reconocer su adicción por la sanción moral a la que se exponen.
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“Mi experiencia en la atención de profesionales en salud es muy amplia, porque cuando tenía una clínica de internamiento yo internaba entre cuatro y cinco médicos al año por este tipo de trastornos. La historia es la misma, es casi como un común denominador: un estilo de vida muy deteriorado por el agotamiento, el cansancio, el exceso de trabajo y algunos de ellos tienen problemas emocionales de fondo que lo que hacen es crear una vulnerabilidad emocional”, añadió el experto del IAFA.
Semanas atrás, en una entrevista con este diario, Román Macaya, presidente ejecutivo de la CCSS, mostró su preocupación por las adicciones a drogas entre empleados de la Seguridad Social.
“Sin duda alguna este es un tema de muchísima preocupación tanto como jerarca de la Caja y también como ser humano. No puede haber tolerancia a ningún acto ilícito que esté relacionado al uso de estupefacientes por parte del personal institucional, esto tienen que quedar muy claro, pero al mismo tiempo hay que ahondar en las causas y ver cómo se apoya a los colaboradores que eventualmente puedan caer en algún tipo de adicción para que puedan rehabilitarse.
“Una persona adicta es una persona desesperada y hay que apoyarla para que salga de esta crisis de salud en la que se siente atrapada. Es un balance entre la cero tolerancia para los hechos ilegales que podrían estar relacionados al consumo de estupefacientes, pero al mismo tiempo procurar la atención a un problema de salud”, declaró el jerarca de la CCSS.