El Hospital México se vio obligado a salir con urgencia en busca de batas de protección para los funcionarios que atienden a pacientes de covid-19, luego de que la CCSS le enviara equipos defectuosos, como por ejemplo, que dejan pasar líquidos a pesar de que la ficha técnica asegura que son impermeables.
Ante esa situación, el centro médico realizó una compra de emergencia por ¢17,5 millones de 7.000 batas, para evitar el desabastecimiento de este insumo, que es indispensable en este momento para contener contagios.
Las batas de dudosa calidad llegaron del Almacén General el 26 de agosto.
Se entregaron 1.000, pero estas comenzaron a devolverse casi de inmediato por las quejas del personal, según las cuales son muy pequeñas y, sobre todo, porque no son impermeables.
Además, no cierran bien en la espalda y las mangas son tan cortas que a algunos enfermeros les llegan casi a los codos.
“El Hospital México recibió las batas de parte del Almacén General, estas fueron devueltas pues no cumplieron a satisfacción con las necesidades del personal de Enfermería. El mismo día le fue autorizada una compra al hospital, con lo que logró satisfacer la demanda de estos insumos”, confirmó la oficina de prensa de la CCSS ante consulta de La Nación.
El costo unitario de estos implementos comprados por el México es de ¢2.500, informó la institución.
Según los datos que acompañan la ficha del producto, las 1.000 batas enviadas en agosto a ese hospital son descartables y fabricadas de un material llamado polipropileno, un tipo de plástico.
La situación del México la dio a conocer el secretario general de la Asociación Nacional de Profesionales en Enfermería (ANPE), Rodrigo López.
Informó que, además de que la Caja envió batas solo en tallas pequeña y mediana, el personal de Enfermería detectó problemas en la confección que podrían poner en riesgo su seguridad a la hora de atender enfermos con covid-19.
Estos problemas se probaron con solo echar un poco de jabón líquido en algunos de estos equipos de protección personal: la sustancia traspasó fácilmente el material supuestamente impermeable.
“(Las batas) son largas pero sus mangas alcanzan a cubrir solo tres cuartas partes de cada brazo del trabajador, además de que son de una tela no impermeable. Conforme los meses de pandemia se alargan y los contagios e internamientos aumentan, hemos podido constatar que la dotación comienza a cambiar tanto en cantidad como en calidad”, manifestó el dirigente sindical.
Al cierre de esta nota, no fue posible contactar a ningún vocero de la Gerencia de Logística de la CCSS para obtener mayores detalles sobre la compra a la cual pertenecen las 1.000 batas entregadas al México, cuál es el proveedor, cuántas batas compraron, el costo total y unitario de estos implementos y si han recibido otros reportes de fallas de los centros de salud.
Las que llegaron a ese hospital, cabeza de la red de servicios más grande de la CCSS, pertenecen a un lote identificado como el 1A.
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ANPE es uno de los sindicatos que ha revelado anomalías en la dotación por parte de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) de equipos de protección personal para la atención de la pandemia por covid-19.
En junio, ese sindicato solicitó al ministro de Salud, Daniel Salas Peraza, aclarar las condiciones de registro de unas mascarillas chinas marca Disen, con etiqueta de uso no médico (’Non medical use’), que también llegaron al Hospital México y las cuales fueron devueltas por el centro médico al Almacén General.
Salas, a su vez, pidió cuentas a la Caja, institución que hasta la fecha no ha aclarado la situación que se dio con esa compra, a pesar de que prometió un informe a Salud en un oficio con fecha del 13 de julio.
El documento no ha llegado a ese despacho, informó la oficina de prensa del ministro.
La presencia de estas mascarillas fue negada en un inicio por el gerente de Logística, Luis Fernando Porras Meléndez, actualmente separado de sus labores con goce de salario desde el 18 de agosto por anomalías en compra de mascarillas para la atención de la pandemia.
Este funcionario, junto a los asesores de la Gerencia, Hans Vindas Céspedes y María Díaz Rivera, encaran cuestionamientos por una millonaria compra de urgencia de mascarillas para la atención de la pandemia en los hospitales.
Esa compra, por $4 millones, fue adjudicada a dos empresas sin experiencia en este tipo de contrataciones, las cuales, a la fecha, no habían cumplido con las entregas requeridas por los hospitales de la CCSS.
Temen desabastecimiento
Según Rodrigo López, un hospital como el México ha empezado a reportar faltantes de respiradores N95 y gorros quirúrgicos.
Entretanto, señala, el nivel central de la CCSS distribuye en los centros de salud mascarillas que no son de uso médico y otros implementos que no cumplen con las condiciones básicas de protección para el personal.
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Esto último, aseguró, sucedió la semana anterior en el Tony Facio, de Limón, adonde llegaron mascarillas con la famosa etiqueta “non-medical”. Esta situación la negó el director médico de ese hospital, Daver Vidal, mediante un mensaje escrito enviado por la oficina de prensa de la CCSS.
López asegura haber recibido informes de trabajadores del Hospital San Juan de Dios, en San José, quienes aseguran que les están dando una cuota diaria de guantes, que deben rendir, usándolos varias veces al día.
Esto también lo refutó la directora del San Juan, Ileana Balmaceda Arias, y la directora de Enfermería de ese hospital, Virian Mejías.
Balmaceda dijo que no hay faltante de estos insumos y negó que exista una orden del nivel central en la vía que señala el sindicato.
Lo que se está solicitando, dijo la directora médica, es un uso adecuado de los guantes, porque se ha encontrado que se están usando los estériles (indicados para cirugías y procedimientos invasivos en enfermos), en labores habituales para las cuales se puede utilizar otro tipo de guantes.
“El viernes entraron casi 300.000 pares de guantes de nitrilo, de diferentes tipos, y tenemos guantes estériles también en cantidad suficiente, pero tenemos que hacer un uso adecuado de los equipos de protección personal, porque no puedo utilizar guantes estériles para sacar basura”, aclaró Balmaceda.
Para el secretario general de la ANPE, “la situación apunta a mayor caos, a compras de equipos pequeños mal diseñados, a un posible desabastecimiento de guantes, gorros quirúrgicos... Un caos que quienes no viven el riesgo de la atención minimizan y, por ende, arriesgan a sus compañeros de trabajo”, manifestó en clara alusión a las autoridades institucionales.
“Existen graves diferencias entre el discurso de las altas gerencias, donde niegan las carencias, respecto a la realidad de los centros de trabajo, adonde con cuentagotas distribuyen el material, poniendo en serio riesgo la integridad física de los trabajadores”, afirmó el dirigente sindical.