“Si tenemos los fundamentos digitales, la interacción correcta y el empoderamiento, juntos podemos lograr un bienestar digital en chicas y chicos. Pero si no hay ninguna de las tres, los estamos enviando a la guerra sin armas ni estrategias. Hay que sacarle provecho a estas herramientas tecnológicas con las habilidades para maximizar las oportunidades. Si no, estarán expuestos a riesgos en su máxima expresión”.
Estas son palabras de la directora del Programa de Cultura Tecnológica de la Fundación Paniamor, la comunicadora y politóloga Mariam Carpio, quien impulsa el llamado “empoderamiento tecnológico” para adultos y menores de edad, en momentos en que la interacción digital ocurre las 24 horas de día, durante toda la semana.
Carpio sostuvo que durante la adolescencia existe un miedo a la exposición y a ser juzgado, pero al mismo tiempo hay un temor a la invisibilización y a no ser tomado en cuenta.
Señaló que entre mayor interacción digital tenga un joven, habrá mayor exposición al riesgo, pero que si se le priva de esta dinámica también se le marginará de un millón de oportunidades para ser parte de la sociedad, porque los ecosistemas digitales y las plataformas son parte de las nuevas formas de participación.
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“Interacción y riesgo van de la mano, son un par indisoluble. Pero riesgo y daño no lo son. No necesariamente estar en situaciones de riesgo te está haciendo daño. Porque ahí sí se entra en pánico moral y la balanza está más sobre lo negativo cuando hay más oportunidades de crecimiento”, manifestó la especialista.
¿Cómo se hace para llegar a este balance? Según Carpio, se debe promover un uso reflexivo, o de habilidades digitales, para lograr un bienestar social y digital.
Para alcanzar esa meta, agregó, se necesita inculcar fundamentos digitales: ¿cómo hago un uso seguro de las tecnologías, cómo identifico los riesgos y las manifestaciones de violencia? ¿Cómo prevengo o respondo ante una situación de estas? ¿Cómo saber que se cuenta con sistemas legales que sancionan esas conductas, y con referentes adultos para hablar sobre lo que pasó?
Sacar a los niños, niñas y adolescentes de sus redes sociales digitales podría ser un error. La obligación de los padres o cuidadores consisten en empezar a conocer el terreno en donde se desenvuelven los menores, para proveerles –como les corresponde por ley– mecanismos de protección.
Es aprender a proteger dando el ejemplo y orientar a los más pequeños en una selva digital, que puede ser, al mismo tiempo, tan inhóspita y peligrosa como una fuente de oportunidades. A esto, indicó Carpio, le llama empoderamiento digital.
“Los papás deben inspirar y quitar esa visión adultocéntrica. Sacarle provecho a las plataformas y no satanizarlas. Porque si tenemos fundamentos digitales y aprendemos a configurar, apoyamos a chicos y chicas para que tengan consciencia de sus actos, y puedan sacar provecho de estas plataformas con temas como la expresión, la creatividad. Convertirlos en prosumidores, o consumidores activos”, aseveró.
Formación en doble vía
El desafío para cualquier sociedad hoy es formar a padres e hijos simultáneamente.
“El desarrollo cognitivo de chicas y chicos es una lógica de ensayo y error. Y en papá y mamá hay comportamientos negligentes por dos mitos. El primero, creer que porque sus hijos nacieron en una generación digital son expertos en manipular y hacer uso de esas tecnologías.
“Sin embargo, esto no significa que tengan las habilidades digitales con la capacidad de filtro para saber qué está bien y qué no. Eso, precisamente, es un modelaje o crianza tecnológica en la que ellos tienen que orientar a los chicos para protegerse y empoderarse”, insistió la especialista.
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Proteger, afirmó la experta, significa aprender a identificar las situaciones de riesgo y cómo prevenirlas. Carpio enumeró una lista de “fundamentos” para lograrlo:
- Los fundamentos digitales para generar estrategias seguras para el adolescente y sus pares, es el paso uno. Incluye distinguir riesgos, posibles delitos, saber que no está solo, que puede hablar y denunciar, que no se puede dejar manipular por personas que lo quieran extorsionar.
- El siguiente fundamento es la habilidad de distinguir entre la información sesgada o falsa, y aquella que genera y aporta algo. ¿Cómo enseñar a chicas y chicos a tener ese filtro? ¿Cuál información que les llega es de fuente verdadera o la están inventando? ¿Lo comparte o no lo comparte?
- Otro aspecto es distinguir el contenido de discriminación y odio. Hay que intervenir cuando se ve normal burlarse de las personas o decir palabras soeces que no forman parte de los valores de la cultura de paz.
La comunicadora reconoce que hay un aumento de manifestaciones de violencia y de exposición, a partir de interacciones con la tecnología, que colocan a los menores de edad en situaciones de vulnerabilidad.
Ante esto, señaló que los papás deben evitar caer en dos extremos: en el grupo de papás mandones o controladores, que creen que con solo quitar el dispositivo o negarle estar en una comunidad virtual están protegiendo a sus hijos. “Son quienes no entienden que las interacciones digitales son el día a día de los chicas. Ya forman parte de su rutina”, dice Carpio.
En el otro extremo, afirmó, están los papás que entran en pánico, se congelan o desaparecen. “Son los que dicen que los chiquillos saben más que ellos. ‘¿Qué tengo yo que aportar a esto si más bien ellos son los que me regañan?’ ‘Si ya eso es normal. Si uno en la escuela lo buleaban… eso del ciberbullying… eso de compartir fotos es parte de la exploración de la sexualidad’”
“Son los que aumentan el umbral de la tolerancia y la naturalización de estos procesos sin entender que sus hijos están en un proceso de desarrollo cognitivo donde no pueden dimensionar el impacto de una situación de estas en su futuro desarrollo”, aseveró Carpio.