Era viernes por la noche, Édgar Carrillo, director del Hospital San Carlos, recibió un mensaje en su teléfono celular que le preocupó. Decía “brote de covid-19 en el San Vicente de Paúl”, el hogar de ancianos más grande de Ciudad Quesada. En ese momento se contabilizaban 38 residentes y ocho funcionarios infectados.
Por su mente pasaron muchas inquietudes. Esas 38 personas constituían la mitad de quienes vivían ahí, además, los adultos mayores, por sus factores de riesgo y por su edad tienen un sistema inmunitario que los hace más vulnerables ante el virus. Dentro de los infectados había una persona de 106 años y varias más mayores de 90, muchos de ellos con enfermedades crónicas de fondo.
“Yo iba para mi casa, vi el mensaje y dije ‘¡Santa Madre de Dios! Quién sabe cómo vamos a tener que acomodar aquí'”, recordó.
Pero nada de eso pasó. Ninguno de ellos requirió ir, ni siquiera por unas horas, al hospital y de algunos se sabía que portaban el virus porque la prueba dio positivo, pero nunca registraron síntomas. ¿Por qué? Las autoridades de salud y los médicos que los trataron tienen una misma respuesta: todos tenían completo su esquema de vacunación contra covid-19.
Norman Alfaro, administrador del Hogar de Ancianos San Vicente de Paúl, recordó que la primera sorpresa fue que los síntomas reportados fueron muy leves, pero de todas formas llamaron a las autoridades para informar y para esperar el tamizaje de todos los residentes y del personal.
“Teníamos personas infectadas que se sentían tan bien que ayudaban al cuidado de quienes tenían más síntomas. Como estaban aislados juntos, ellos fueron un gran apoyo”, manifestó Alfaro.
El administrador indicó que estas personas sí eran muy vulnerables. El 90% de los residentes están encamados, y el otro 10% tiene problemas de fondo que también los exponen.
“Covid fue un gran susto; lo sigue siendo, pero ahora sabemos que la vacuna sí protege. Si esto hubiera pasado antes de que tuviéramos la vacuna, esto habría sido devastador.
“Le hago un llamado vehemente a las personas que no se han vacunado para que se vacunen. A nosotros nos salvó la vida de muchas personas”, añadió.
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En burbujas
Aunque la vacunación fue clave para que el brote no pasara a más, esta no fue la única estrategia. Alfaro comentó que, además de las prácticas de lavado de manos e higiene rigurosas, la forma de distribuir a quienes viven y trabajan ahí fue clave.
“Desde el inicio, ellos han vivido en burbujas y los trabajadores también han laborado con esas burbujas. Entonces eso permitió contener más el brote cuando este llegó”, indicó Alfaro.
La semana pasada había una adulta mayor con covid-19 a la que se detectó a tiempo y se aisló. No contagió a ninguno de sus compañeros y presentó síntomas muy leves.
“Saber actuar también en la forma de distribuir a la gente nos ha permitido que esto no pase a más”, concluyó el administrador.
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