Tatiana Castillo Calero vio a la extraña acercarse. No era del barrio ni nunca había pasado por ahí.
“Era una muchacha joven. Estuvo hablando con nosotros y hasta preguntó por el partido. Se miraba muy tranquila. Al rato, la vimos alejarse, caminó por el puente... y se tiró”, relató.
Castillo tiene cinco años de vivir en una de las casas bajo el puente del Saprissa, en el costado suroeste de la estructura, del lado del cantón de Tibás.
Recuerda la escena como si fuera ayer, aunque sucedió hace más de un año, una tarde de domingo.
Pasaban las 2 p. m. cuando los niños del barrio tomaron la bola y se pusieron a jugar sobre la calle aprovechando que los fines de semana no pasan tantos carros. Cuando llegó ella.
Nunca supieron ni de dónde era ni cómo se llamaba.
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Cada vez es más frecuente que a ese puente se acerquen personas con intenciones de quitarse la vida, como esta desconocida que llegó al barrio de Tatiana.
La Secretaría Técnica de Salud Mental, en el Ministerio de Salud, lo califica de “punto caliente”. Es el puente en donde más personas se quitan la vida en el país.
Conocido como el puente del Saprissa por su cercanía con el estadio del equipo morado, esta estructura se levanta sobre un cañón de 120 metros de profundidad, con el río Virilla en el fondo.
Según datos de la Fuerza Pública, tomados de los registros del 9-1-1, entre el 1.° de enero y el 19 de febrero del 2018, tuvieron que intervenir en 14 incidentes ahí, ya sean intentos de suicidio o suicidios consumados.
Para las mismas fechas de este año, la cantidad de incidentes de ese tipo subió a 23. Solo en un día, dos intentaron matarse y uno concretó su plan.
La Nación solicitó un registro de estos hechos al 9-1-1, pero no fue posible obtenerlo. Según dijeron, están depurando las cifras para determinar cuántas de las situaciones que tienen codificadas como "hechos que atentan contra la vida” corresponden a intentos de suicidio y suicidio.
Eventos frecuentes preocupan
Enrique Arguedas Elizondo es el subdirector de la Fuerza Pública. La Policía es uno de los cuerpos de auxilio que usualmente se desplaza hasta este sitio cuando se activa la alerta de algún "hecho contra la vida”.
Recientemente, contó, estaban atendiendo un intento de suicidio en este lugar cuando otra persona que pasaba por ahí se lanzó: “Los oficiales detuvieron a una muchacha que intentó quitarse la vida. Estaban en esa intervención cuando pasa otra por el puente y se tiró”.
“Hemos estado viendo el tema con preocupación pero para nosotros es muy difícil destacar un recurso policial permanentemente para evitar que la gente intente autoeliminarse. ¡Hay tanta cosa que tenemos que atender!
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“Nosotros estamos totalmente de acuerdo con dar condiciones de seguridad físicas que impidan que la gente se lance. Sin embargo, si una persona se quiere suicidar va a utilizar el puente como sea, con malla o sin malla”, advirtió Arguedas.
El subdirector de la Fuerza Pública se refiere a la intención que hay de colocar barreras de seguridad a la estructura, con mallas más altas, canastas para atajar a las personas y un teléfono rojo de emergencias.
Esta es una propuesta que llevó al Consejo de Gobierno el ministro de Salud, Daniel Salas Peraza, quien encabeza el Consejo Nacional de Salud Mental, de donde surgió esa iniciativa ante la alta incidencia de suicidios en ese lugar.
Sin embargo, habrá que esperar a la construcción de un puente de tres vías adicional al del Saprissa, que comenzará el 14 de marzo, pues será con esta obra de $22,4 millones cuando se realicen los ajustes propuestos para evitar suicidios.
El presidente de la República, Carlos Alvarado Quesada, reconoció hace poco públicamente la urgencia de esos trabajos: “(...) a pedido del ministro, contemplamos en el diseño la parte correspondiente a todo lo que es de protección de vidas, para este y otro puente, ante posibles intentos de personas de suicidarse. Esto es muy importante”.
El ministro de Obras Públicas y Transportes, Rodolfo Méndez Mata, confirmó que se está procediendo a hacer el diseño para ambas estructuras.
Por ahora, la Fuerza Pública realiza patrullajes esporádicos en recorridos por el puente y las inmediaciones del barrio El Socorro, donde están los vecinos más cercanos.
“Nadie nos ha capacitado para esto. Nuestro protocolo es simplemente llegar, asegurar el perímetro, y coordinar con las autoridades. En un tema de suicidio, los policías que han logrado evitar que alguien se lance son verdaderos héroes porque nadie nos ha capacitado”, dijo Arguedas.
Vivir sin paz
El esposo de Mireya Segura Barrios sembró decenas de Itabos gigantes y palmeras alrededor de la casa para bloquear la vista directa al puente que tenían cuando se instalaron ahí, dos décadas atrás.
Su hogar queda en barrio El Socorro, en Santo Domingo de Heredia, en el costado noreste del puente, justo donde el paso vehicular une la estructura con la ruta 32, hacia Limón.
Cuando suenan las bocinas y se escucha el ulular de las sirenas, el corazón de Mireya se detiene. “Otro más”, es lo primero que piensa.
“Es feo vivir aquí. Yo lo que hago es hacerme la desentendida”, comentó porque pensar en cambiar de casa es imposible. Hace unos 16 años, ella vio un muchachito muy joven lanzarse al vacío.
“A mí se me subió la presión. Cuando nosotros hicimos esta casa, se veía todo. A veces, a mi marido le entran las ganas de cortar las palmeras pero yo le digo ¡no, no no.! ¡Dios libre! Porque cuando yo veo esto yo me pongo fatal”, relató esta mujer de 65 años.
No hay día en que no tenga algún sobresalto. Resulta extraño, dijo, cuando transcurre el tiempo sin que no pase algo.
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"La semana antepasada, se mataron dos: una mujer joven y un señor. Un día de estos que veníamos a recoger a mi nieta de la universidad, vimos a una muchacha que ya se tiraba del puente.
“Desde temprano andaba por ahí. Ya mi hija se iba a bajar del carro a sostenerla cuando llegó la patrulla. ¡Se siente de lo más feo! Yo todavía tengo este brazo dormido de la impresión”, contó.
Según datos de la Dirección de Vigilancia de la Salud, del Ministerio de Salud, entre el 2014 y el 2018, los intentos de suicidio reportados en el país pasaron de 1.204 a 1.898 en ese periodo.
La tasa por cada 100.000 habitantes subió de 25,2 intentos de suicidio a 37,9 por cada 100.000 habitantes en esos cuatro años. La mortalidad por esa causa se calcula en casi una muerte al día: más de 300 por año.
La Cruz Roja participa activamente en los operativos de rescate de cuerpos cuando alguien concreta un suicidio en este puente.
El 14 de febrero tuvieron que recuperar un cuerpo en el río, a 120 metros de profundidad. Ese operativo costó ¢1,2 millones porque implicó la movilización de cuatro vehículos, diez rescatistas y todo el equipo de trabajo especial para este tipo de rescate.
Estudiantes están asustados
Hay alumnos que viven a la par del puente del Saprissa. Son los primeros que traen las historias hasta la escuela del barrio El Socorro, en San Miguel de Santo Domingo, en Heredia. Ahí estudian unos 150 menores.
“Es demasiado triste. Cuando suenan las ambulancias los chiquillos dicen ‘¡ya seguro alguien se tiró del puente!’ Es un tema que los afecta. Hay videos de seguridad de muchas de las familias que viven aquí en donde quedan grabadas esas escenas”, comentó la maestra de preescolar Mónica Azofeifa Castro.
Entre las aulas, cada evento va más allá de lo que dicen las noticias.
Azofeifa tiene 18 alumnos de preescolar. La maestra asegura que a estos pequeños les da miedo pasar por el Saprissa cada vez que deben ir hasta el otro lado; por ejemplo, a citas en la clínica.
“El estrés ahora es cruzar el puente. Es ese temor de ver a alguien que lo haga en el momento en que van pasando, que puede ser traumático para ellos”, agregó la maestra.
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Sus alumnos tienen acceso a cada información que circula sobre cualquier hecho que se presente en ese lugar. “Quedaron muy impresionados cuando vieron uno en el que una mujer salta de un carro”, comentó.
Hasta hace pocos años, las noticias desde el puente eran muy esporádicas. “Ahora, se ha vuelto más común. Hasta dos veces al mes”, dijo.
Centros educativos de las comunidades aledañas al puente han manifestado directamente su preocupación a las autoridades.
Robert Rinaldo, director general del Colegio Lincoln, confirmó que se comunicaron con el ministro de Obras Públicas y Transportes: “Nos pusimos a total disposición para colaborar con la construcción de vallas y así evitar que más personas atenten contra su vida en este lugar”.
“Estamos preocupados por la comunidad y por la salud emocional de nuestros estudiantes. Es un tema muy triste que nos ha afectado por varios años y queremos evitar que nuestros estudiantes presencien este tipo de incidentes al salir de clases”, dijo Rinaldo.
En este caso, el Colegio ha puesto a disposición de sus alumnos el apoyo del Departamento de Vida Estudiantil. Este también ha sido un tema de conversación y orientación con los padres de familia.
Suicidio tocó las puertas de colegio
En mayo se cumplirán tres años de la muerte de una profesora de Francés del Colegio Técnico Profesional (CTP) del Este, en San Miguel de Santo Domingo de Heredia.
Es una de las víctimas del puente.
"Estuvo aquí durante la mañana, luego se fue a otro colegio en Pavas donde trabajaba. En el transcurso de la tarde, nos dimos cuenta de que alguien más se había lanzado del puente, y era ella.
“Esto se tuvo que trabajar mucho con sus estudiantes. Fue algo muy fuerte e impactante para todos. Llega un momento en que las personas se sienten culpables por no haber dado el apoyo necesario”.
La profesora que falleció tenía dos años de trabajar en el CTP y estaba a pocos meses de que le trasladaran todas sus lecciones a este colegio, lo cual le hubiera facilitado mucho la vida pues era vecina de la comunidad.
“Su muerte nos dejó un vacío. Uno no sabe cómo reaccionar, se impresiona y empieza a ver que si ella lo hizo, también cualquiera lo puede hacer”, agregó.
La directora tuvo que buscar apoyo psicológico para estudiantes y profesores. La psicóloga Jackie Secades Méndez, conocida de una docente del CTP, es quien les ha dado soporte.
“Nosotros que estamos cercanos al puente sí nos vemos afectados. Cuando se da un caso, inmediatamente las orientadoras y los profesores hacemos observación, porque estos hechos provocan un instinto y por supuesto trae recuerdos sobre lo que sucedió con la docente”, comentó Lobo.
El CTP tiene 1.000 estudiantes que vienen de cantones como Tibás y Santo Domingo. Ahí laboran 88 profesores y 16 funcionarios administrativos.
Luego de años de escuchar las noticias de otras personas que acababan con su vida en el puente, les tocó a ellos vivirla en carne propia.
“Fue cuando abrimos los ojos y empezamos a hacer un trabajo transversal, no solo a cargo de las orientadoras sino de todos los profesores quienes trabajan autoestima, actitud, tolerancia... en el colegio es algo que reforzamos mucho: la paz social”, agregó la directora.
“Enseñar a los muchachos a valorizar la vida es un reto. No solo porque está el puente ahí. Esto es un llamado de atención para todos porque algo está sucediendo que la gente siente la necesidad de hacer estas cosas”, advirtió Lobo.
La psicóloga Jackie Secades, quien se ha especializado en el tema del suicidio, asegura que este es un asunto sobre el cual la gente prefiere no hablar.
“Lo que las personas deben entender es que todos somos vulnerables porque podemos encontrar circunstancias en la vida que nos orillen a buscar esto. No hay que esperar a que el agua llegue a la nariz para buscar ayuda”, advirtió la especialista.
Según Secades, por cada suicidio hay entre siete y diez personas que quedan profundamente afectadas. Esos son los sobrevivientes.
“En este país, una persona por día se suicida. Son unas 300 al año, pero además quedan, como mínimo, otras 2.100 personas que pasan a un grupo de riesgo, y a esa gente se la deja sola”, agregó.
La psicóloga Jackie Secades, especialista en trabajo de duelo por suicidio, trata el tema de las personas que sobreviven a una pérdida por suicidio. Si tiene consultas, puede dejarlas en los comentarios.
Posted by nacion.com on Monday, March 4, 2019
Las comunidades también se pueden afectar, como en el caso de los barrios que rodean el puente del Saprissa.
“Una persona que es constantemente sometida a ver algo tan fuerte, por supuesto que sufre un impacto. Es evidente que hay gente que necesita de una intervención pero de nada vale intervenirlos si siguen expuestos a lo mismo. Se tiene que buscar la manera de reducir el número de casos”, recomendó la especialista.
Todos están siendo afectados: los vecinos, los estudiantes que pasan por ahí en sus microbuses hacia el colegio, las personas que acostumbran transitan por el puente todos los días...
Como Tatiana y Mireya, que viven en sus inmediaciones.
Como los alumnos de la maestra Mónica Azofeifa y los estudiantes del Lincoln que pasan por el lugar dos veces al día.
Como los estudiantes del CTP del Este, que aún viven el duelo por la muerte de su profesora.