La sequía que golpeó al país en el 2015 dejó una secuela inesperada: la aparición tardía de numerosos enfermos de males respiratorios y la muerte, hasta ahora, de 26 personas a causa del virus influenza AH1N1.
El aumento de casos que los centros de salud esperan usualmente a partir de setiembre, se desencadenó en la segunda semana de diciembre: un atraso de 16 semanas.
Esta “llegada tardía” en el caso de la influenza y de otras infecciones respiratorias agudas graves (IRAG) tiene, entre sus causas más importantes, los cambios en el clima.
Lo reconocen las autoridades de Salud quienes, hasta el año pasado, no habían registrado variaciones tan marcadas en la estacionalidad de las enfermedades; entre ellas, la gripe.
“Hubo un atraso en las lluvias y esto influyó en el atraso de las curvas de la gripe”, explicó Fernando Llorca Castro, ministro de Salud.
Según dice, lo ocurrido en Costa Rica se dio en otros países centroamericanos, afectados por el fenómeno de El Niño.
Xiomara Badilla Vargas, jefa de Vigilancia Epidemiológica, de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), confirmó que es la primera vez que se ve una variación tan grande.
“Las enfermedades que son dependientes del clima van a tener modificaciones por el desplazamiento de las épocas de lluvia y sequedad.
“El 2015 fue un año donde hubo un cambio a nivel climático que está impactando sobre ese paquete de enfermedades. Primero, los virus respiratorios, seguido ahora de las enfermedades vectoriales (transmitidas por insectos como el zancudo Aedes aegypti )”, explicó.
De acuerdo con Badilla, en otros años, se dieron cambios leves y poco desplazamiento.“Con respecto a influenza, esta es una enfermedad típicamente estacional, que presentaba dos picos al año. Por efecto de las campañas nacionales de vacunación, se desplazaron los picos y logramos tener uno solo al año, previniendo la aparición de los virus respiratorios a través de la vacunación.
”En el 2015, se vacunó en el tiempo que correspondía, pero el fenómeno atmosférico nos jugó una pasada: se atrasó y desplazó las semanas donde esto usualmente aparecía”, aclaró Badilla.
Tanto el Ministerio de Salud como la CCSS han sostenido, hasta ahora, que el número de internamientos, consultas y muertes por IRAG aún se encuentran dentro de lo esperado en el canal endémico. Sin embargo, sostuvo Llorca Castro, se mantienen vigilantes.
Además, han dicho que por ahora no se contemplan cambios drásticos como atrasar o adelantar las campañas masivas de vacunación. Para una decisión de esta magnitud, se requiere más tiempo para confirmar si lo que sucedió el 2015 podría ser un hecho aislado o marca una tendencia.
Cambio climático. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo ha advertido en los últimos años: las modificaciones en la distribución de los brotes de enfermedades tienen relación con las transformaciones que el hombre está causando en los ecosistemas.
Ese organismo internacional, prevé que, entre 2030 y 2050, el cambio climático causará unas 250.000 defunciones adicionales cada año, debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico.
De acuerdo con esta organización, “es probable que los cambios del clima prolonguen las estaciones de transmisión de importantes enfermedades transmitidas por vectores (zancudos, por ejemplo) y alteren su distribución geográfica”.
Esto último se ve con el virus del dengue , que hace 20 años solo atacaba en las costas y hoy es usual atender enfermos a mayores altitudes, como Cartago o San José (más de 1.200 metros sobre el nivel del mar).
En el caso de este virus – que ahora circula junto al del chikunguña en varias partes del territorio nacional– las variaciones climáticas dificultan la predicción de sus ciclos epidémicos.
Catalina Ramírez Hernández, coordinadora de enfermedades transmisibles, de la subárea de Vigilancia Epidemiológica de la CCSS, confirma que, hace unos tres años, detectaron una alteración en la periodicidad de las epidemias de dengue.
“Sabíamos que cada cierto tiempo podíamos tener un incremento de casos, pero como ya se mete el clima no podemos decir que dentro de dos años vendrá una gran epidemia. Hay factores ambientales que no nos permiten hacer esa proyección”, dijo.
“Si sabíamos que el dengue iba a incrementarse a partir de la semana 21 (semana epidemiológica, que en el 2015 fue del 17 al 23 de mayo) y que ahora haya ocurrido en la 38 no significa que nos haya tomado por sorpresa. El reto es cuando confluyen muchas enfermedades, porque esto se relaciona a un problema global. Se comienzan a adquirir nuevas capacidad de planificación y atención”, agregó Ramírez.
Impacto. Para el médico especialista en Emergencias y Atención Primaria Nicolás López Fernández, estas variaciones climáticas se manifestarán en un aumento en la incidencia de casos (más enfermos nuevos al año) y en la movilización de las patologías a zonas donde habitualmente no se presentaban casos).
López, quien es profesor en el curso sobre enfermedades tropicales, cambio ambiental y salud humana, en la Organización de Estudios Tropicales (OET), considera que también podría transformarse la estacionalidad y duración de las temporadas.
López puso como ejemplo los cambios en el zancudo transmisor del dengue.Según dijo, las temperaturas extremas están provocando que estos zancudos sean cada vez más pequeños y que, para crecer, necesiten alimentarse más frecuentemente de sangre humana. “Esto eleva el riesgo de infección”, advirtió el médico, quien también reveló que el pariente del Aedes aegypti, el Aedes albopictus, está cambiando de hábitos.Usualmente, no convivía con el hombre ni se alimentaba de su sangre. Era más de espacios boscosos. Sin embargo, con el calentamiento de los ecosistemas está mostrando preferencia por ambientes donde hay personas.
Según manifestó el director de la Escuela de Salud Pública, de la Universidad de Costa Rica (UCR), Mauricio Vargas Fuentes, el desplazamiento que se ha registrado debe considerarse como un llamado de atención.
Para Vargas, lo que se ha dado en llamar “condiciones epidemiológicas estables” ya no lo son tanto. “El cambio climático ha sido poco estudiado desde el sistema de salud. Si algo nos está enseñando esto (pico tardío de IRAG), es a meternos a estudiar estos nuevos comportamientos para efecto de incidir en las políticas públicas en salud con programas preventivos y de promoción de la salud”, dijo el académico.
“El gran reto es entender que todo está cambiando y se puede afectar el comportamiento de lo que se tiene en este momento. El sistema de Salud debería prepararse para esto”, expresó Vargas.