La mayoría de aceites con CBD (cannabidiol, un derivado de la planta cannabis sativa) que circulan irregularmente en el mercado costarricense prometen aliviar los síntomas de la ansiedad y la depresión con unas cuantas gotas diarias, muchas veces recetadas por comerciantes sin ningún conocimiento médico o terapéutico sobre el tema.
Ante esto los profesionales en Psicología y Psiquiatría del país piden cautela porque, aunque se conocen beneficios del cannabis para la salud mental, la realidad es que muchos de los productos que se venden en redes sociales, incluido el CBD, no están preparados adecuadamente o ni siquiera contienen lo que dicen tener. Los frascos de ese aceite, por ejemplo, no deberían contener altas dosis de THC (tetrahidrocannabinol, otro derivado del cannabis), que es lo que provoca el efecto psicotrópico.
Para los especialistas este tema toma mayor relevancia hoy en día cuando el país está a las puertas de legalizar el uso de esta planta para fines medicinales, ya que la población debe tener claro que aunque se mejore la calidad de las sustancias con una mayor regulación, no se trata de la “panacea” ni de compuestos milagrosos, sino de un asunto que todavía genera mucho debate entre los propios científicos.
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“Hay muchos estudios que tiran para el lado positivo, pero también hay otro montón que tiran para el lado negativo. Entonces jalan hacia ambos lados y se da una puja entre los más conservadores y los más liberales alrededor del tema”, explicó Jonatán Pérez, vocero de la Comisión de Adicciones del Colegio de Psicólogos de Costa Rica y estudioso del consumo de cannabis en el país.
El experto señaló que lo más valioso de legalizar el cannabis medicinal en territorio tico es la apertura que dará para una investigación rigurosa y extensa sobre la planta, sin prejuicios, estigmas, trabas o tabúes, como ha ocurrido durante tantos años. Sin embargo, también destacó que estos análisis se deben hacer a un paso marcado y seguro, para no aventurarse a sacar conclusiones apresuradas.
“Se ha encontrado que algunos derivados podrían contribuir con ciertas enfermedades, trastornos y patologías como medicamentos, pero hay que tomar en cuenta que todos los metabolismos son diferentes y las concentraciones de cannabinoides también marcan la diferencia en la reacción que puede tener una persona. Entonces lo importante es saber que puede funcionar de manera distinta en cada individuo”, explicó.
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Pérez dijo que la posición de la Comisión respecto a la posible aprobación del proyecto de ley sobre cannabis medicinal es de mirar el fenómeno de manera objetiva: sin sesgos ni subjetividades, pero tampoco de forma complaciente, ya que su principal fin será investigar sus efectos en el país. Además, recordó a los psicólogos que lo más determinante es brindar acompañamiento y dar vigilancia cuando sus pacientes la consuman.
“Cuando un paciente diga que usa cannabis hay que tomarlo en cuenta como psicólogo porque el ignorarlo incluso es antiético. Lo importante es que los profesionales estén vigilantes de cómo actúa la sustancia en el paciente, ya que esto funciona como un neuromodulador en el cerebro porque nosotros mismos tenemos moléculas que se parecen muchísimo; desde hace un tiempo se le llama sistema endocannabinoide”, detalló.
Otro punto que advierten los especialistas es que se debe tener mucho cuidado con la interacción farmacológica a la hora de consumir cannabis mientras se usan otros medicamentos, como antidepresivos, por ejemplo. De hecho, explican que la mayoría de estudios negativos sobre los efectos de la planta lanzan resultados desalentadores precisamente por las afectaciones que generan la combinación de sustancias.
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El presidente de la Asociación Costarricense de Psiquiatría (Asocopsi), Francisco Golcher, afirmó que en su gremio todavía existe mucha controversia sobre este tema, porque aunque se hayan documentado beneficios de la planta para condiciones mentales, algunos casos son “anecdóticos” y no necesariamente pueden ser catalogados como evidencia pura y concluyente; de ahí la importancia de aumentar la investigación.
“A nivel de nuestra profesión mucho de lo que se dice es que ayuda en la depresión y en los trastornos de ansiedad generalizada. Al parecer al principio funciona, pero llega a una curva de tolerancia y luego empiezan a bajar los efectos. Los comentarios que hemos tenido de los colegas es que, cuando eso sucede, los pacientes se regresan al tratamiento farmacológico que tenían originalmente”, explicó el doctor, al tiempo que reconoció que en ocasiones el CBD no logra sus efectos porque se consume sin guía o sin medida.
Para Golcher la legalización del cannabis medicinal en el país abre la posibilidad de que se brinde una mayor psicoeducación sobre el uso de la planta, pero destaca que el éxito de la propuesta estará en la regulación que haga el Ministerio de Salud (entidad para la que antes laboraba) sobre el tema, para que los productos que ingresen al país cumplan con las buenas prácticas de manufactura y las concentraciones adecuadas.
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Ambos profesionales concordaron en que en ninguna de las dos áreas -psiquiatría y psicología- se le va a recomendar nunca a un paciente consumir aceite de CBD o algún otro derivado del cannabis, pero que tampoco se le puede prohibir a nadie que lo haga, porque lo principal es siempre tener la menta abierta y brindar acompañamiento en todo momento.
Desde la Asocopsi realizarán en marzo próximo jornadas de psiquiatría en donde se abordará el consumo de cannabis para que los doctores puedan realizar un mejor abordaje con los pacientes y desde el Colegio de Psicólogos darán una mayor apertura a investigaciones que ayuden a descifrar mejor esta planta.
“Hay que tener paciencia porque lo médico siempre va a paso muy seguro. La salud no busca ser normada por medios legales y represivos, para eso está el sistema judicial. La salud buscar normar para entender los fenómenos y avances de la ciencia con el fin de buscar el beneficio de la población”, finalizó Pérez.
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