Cuando Alexánder Fallas Zumbado, de 44 años, llegó al programa poscovid del Centro Nacional de Rehabilitación (Cenare) no podía caminar y dependía de una silla de ruedas; no podía vestirse solo y ni siquiera rascarse la espalda. Hoy puede caminar, aunque de forma lenta y pausada; ya logra dar unos pasos de baile, se baña y viste sin ayuda.
Fallas es una de las 250 personas atendidas en el programa poscovid del Cenare, centro al que fue referido luego de estar hospitalizado. Ahí llegó en mayo pasado.
“Yo no podía hablar, se me enredaba la lengua; tuve pérdida de memoria, me quedaba como en pausa y se me olvidaba lo que estaba hablando. Me pusieron terapia de lenguaje, terapia física, terapia ocupacional y hasta psicóloga me tienen”, contó en entrevista con La Nación este vecino de Ciudadela 15 de setiembre, en San José.
Según dijo, todo lo que atacó covid se lo trataron en el Cenare con especialistas diferentes; saben el ritmo de cada paciente.
“Yo solo necesité una terapia respiratoria y ya estaba como un toro, otras personas necesitaban más. En mí se concentraron en otras cosas que tuve que aprender”, expresó.
Este programa cerró sus servicios integrales el pasado 9 de diciembre, luego de 10 meses de funcionamiento. En este tiempo se dio de alta a 219 pacientes, que ya lograron recuperar su movilidad, fuerza y destrezas manuales así como superar problemas respiratorios y situaciones mentales y emocionales.
Otros 21 individuos no iniciaron o completaron las terapias y otros 10 continúan recibiendo atención.
Fallas es una de esas diez personas. Su caso también es particular, se le atienden secuelas posteriores a la enfermedad y, tiempo después de ver estos síntomas, desarrolló un posible evento adverso muy raro, posterior a la segunda dosis de la vacuna.
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Guiselle Aguilar Araya también continúa en el programa, al que ingresó desde marzo. A la alajuelense de 60 años, covid-19 la sorprendió sin una sola dosis de la vacuna y la tuvo 57 días hospitalizada.
“Yo no podía ni escribir, parecía una chiquita entrando a primer grado de escuela. Ahí tuvieron que comenzar por entrenarme para agarrar un lápiz y también por ayudarme a irme moviendo, fueron muchos días en el hospital”, recordó.
Ella es de las pacientes que ha estado más tiempo en el programa ya que, aunque se ha dado de alta de algunas áreas de la rehabilitación, todavía quedan trabajos pendientes en movilidad.
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Preocupación por otros
Fallas y Aguilar seguirán recibiendo la atención, pero futuros pacientes que pudieran necesitar del programa ya no se encontrarán con un equipo interdisciplinario.
Se les darán los servicios para cada una de sus necesidades, pero no enmarcados en el programa, pues los funcionarios que trabajaban en él regresaron a sus labores dentro del Cenare y no estarán exclusivamente con pacientes poscovid.
Viviana Murillo Martínez, médica que coordinó el programa, indicó que esto se debe a que los ciclos de la enfermedad evolucionan y la institución tomó una decisión.
“Nuestro programa cerró, pero sabemos que todavía quedan personas con secuelas que necesitan seguimiento. Se les motiva a buscar ayuda. El hecho de que el programa haya cerrado acá en el Cenare no quiere decir que no haya personas con secuelas a futuro. Si alguien siente que su capacidad ha sido limitada por su infección, pueden acercarse a su centro de salud”, destacó.
A Fallas y a Aguilar les preocupa la suerte de otros afectados que no van a ser atendidos como ellos.
“A mí otra gente me dijo que me iba a morir. Por el programa es que yo hablo bien, ya no se me olvidan las cosas, ya hago muchas cosas. Todavía no me puedo agachar, porque me caigo, pero yo sé que ya casi. A mí me tenían que alzar para levantarme. Hay gente que igual que yo va a necesitar esa ayuda y eso funciona, no sé qué va a pasar con ellos”, manifestó Fallas.
Aguilar sabe que tiene cita el próximo 16 de enero, porque todavía tiene problemas de movilidad en las piernas pero también se angustia por quienes eventualmente pudieran enfermar o enfrentar una nueva infección en la que no les vaya tan bien y tengan secuelas.
“Yo no sé por qué lo quieren quitar. Todos son muy serviciales. Es cierto que ya hay menos gente enferma que necesita de un hospital, pero por poquitos que requieran del Cenare, es gente que va a necesitar ese programa”, indicó.
Murillo aclaró que el cierre del programa no quiere decir que las puertas del Cenare se cierren del todo a nuevos pacientes, sino que no tendrán el mismo equipo dedicado solo a poscovid. La petición es que las personas se acerquen a su Ebáis o clínica y ahí pidan guía.
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