A Andrea Solano le cuesta convencer a sus amigas de que dio a luz a Marcelo sin sentir dolor, aunque el nacimiento ocurrió en la maternidad del Hospital México y no fue por cesárea. Su parto fue vaginal pero ella tuvo la suerte de estar entre el centenar de mujeres que formaron parte del plan piloto para uso de analgesia en la labor de alumbramiento, que se desarrolló en ese centro médico entre 2017 y 2018.
Su primer y único hijo nació el miércoles 4 de octubre de 2017, a las 10:55 a. m. Andrea llegó al México tres horas antes con cinco centímetros de dilatación. La recibieron con una paleta de helado y una consulta: le preguntaron si quería que le aplicaran la epidural para quitarle el dolor con una técnica de analgesia que permite tener las contracciones, pujar y parir sin dolor. Por supuesto, cuenta, ella dijo que sí y firmó el consentimiento.
“Ese día, salí tranquila de mi casa. Tenía dolor. Cuando llegué, jamás me imaginé que me ofrecerían la epidural. No pensé que tuvieran ese servicio como en los hospitales privados. Personalmente, fue una experiencia muy buena que hasta la fecha la cuento”, comentó esta vecina de Tibás, al norte de San José.
Lo que surgió como un plan piloto en el Hospital México, cinco años atrás, ahora está en camino de garantizar este derecho a más mujeres como Andrea, en las otras 24 maternidades de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Los hospitales públicos atienden un 94% de los nacimientos en el territorio nacional. Solo en el 2020, fueron 54.377 de los 57.848 nacimientos de ese año. El promedio nacional de cesáreas ronda el 25%, incluidas las realizadas en centros privados.
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Actualmente, un grupo formado por anestesiólogos, enfermeras obstétricas y médicos ginecoobstetras revisa el consentimiento y el asentimiento informado del Protocolo de atención de la analgesia para el trabajo de parto institucional; es el documento que deben firmar las mujeres que se sometan a este procedimiento, informó Shirley Acuña Chinchilla, anestesióloga del Hospital México y miembro del equipo de trabajo.
Cuando finalice esa fase de evaluación del consentimiento (que firman mujeres mayores de edad) y el asentimiento (para menores de edad), explicó Acuña, el protocolo pasará a una fase de validación en la cual participa el 10% de los médicos anestesiólogos, médicos obstetras, enfermeras y neonatólogos de la CCSS. Esto debería estar listo a mediados de este año.
Si los resultados son positivos, arrancaría un plan piloto en los hospitales clase A: México, San Juan de Dios, Calderón Guardia y Nacional de las Mujeres (antigua maternidad Carit) previo a su formalización por la Gerencia Médica de la CCSS. Esos son los cuatro hospitales con anestesiólogos formados en analgesia (modulación de la percepción del dolor).
Una vez aprobado, el futuro protocolo permitirá a las maternidades públicas disponer de este servicio las 24 horas del día, los siete días de la semana. Implicará, eso sí, un costo económico que debe ser determinado por otros estudios, pues significa montar una Unidad de Analgesia para el Trabajo de Parto en cada maternidad, en la que se debe tener, al menos, un anestesiólogo de guardia, más insumos, obstetras y neonatólogos enfocados en la atención de estas pacientes.
Asunto de derechos
La labor de parto es reconocida como una de las experiencias más dolorosas. Datos citados en el borrador del protocolo, revelan que el 60% de las pacientes primerizas y el 36% de las pacientes que ya han tenido varios partos lo describen como severo, muy severo e intolerable. Lo comparan con el que se experimenta al sufrir una amputación sin anestesia o tener una enfermedad oncológica terminal sin apoyo para controlar el dolor.
Sufrir dolores de parto implica para la madre, entre muchos otros efectos, un aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial y un consumo de oxígeno significativamente incrementado, que puede tener consecuencias no solo para la mujer sino para el feto, que también está en labor de nacimiento. Desgraciadamente, se ha llegado a ver como ‘normal’ padecer dolor en las salas de parto; incluso, desde el punto de vista religioso.
“La analgesia para el trabajo de parto se ha visto como un signo de estatus social. Ha tenido ese estigma, que es solo para las que pagan. Queremos que a todas las mujeres que tengan un parto en Costa Rica se les reconozca su derecho a elegir. Tampoco se les va a imponer. Es un derecho. Si quiero tener el parto vaginal natural, con dolor, es mi decisión. Si quiero solo hidroterapia, aromaterapia, también. Pero si quiero analgesia, debería existir la opción. Es mi derecho como mujer”, explicó Shirley Acuña, quien se ha formado en analgesia para el parto en el extranjero.
Según la anestesióloga, en el 2006, la Asociación de Ginecología y Obstetricia y la Asociación Americana de Anestesiología establecieron que la analgesia para el trabajo de parto es un derecho de toda paciente y un deber de todo anestesiólogo. “En buena teoría, en todas las maternidades de la Caja deberían contar con la posibilidad”, dijo la especialista.
Existen diferentes técnicas para ayudar a controlar el dolor en el parto. Entre las que no necesitan uso de fármacos están la hidroterapia, la aromaterapia y la esferodinamia. Todas estás disponiles en la mayoría de maternidades de la CCSS.
En las farmacológicas se utilizan medicamentos por vía venosa, inhalados, con anestesia regional y neuroaxial. En el caso del protocolo que se planea aplicar en la CCSS, los medicamentos se administran por medio de un catéter que se coloca en el espacio epidural de la columna vertebral, en la parte baja de la espalda, para no inyectar varias veces a la paciente.
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Como parte de la información que se le dará a las mujeres, se les explica que los medicamentos le aliviarán el dolor durante el trabajo de parto, que estará más confortable y podrá colaborar más en el nacimiento del bebé porque, explican, al disminuir el dolor habrá menos cansancio y podrá pujar mejor.
También se les informan sobre los riesgos; entre los cuales están dolor de cabeza, posibilidad de requerir instrumentos como ventosas o fórceps para facilitar la salida del bebé, dificultad para orinar, molestias en el lugar de punción y dolor de espalda. Estos riesgos no se materializan la mayoría de las veces, aseguran.
En el plan piloto del Hospital México hubo parturientas cardiópatas y adolescentes en labor que aceptaron la analgesia, informó Acuña.
“Cuando se les ofrece analgesia se disminuye la incidencia de cesáreas. En una analgesia bien llevada por todo el equipo las pacientes terminan en parto normal, no aumentan las cesáreas o de partos instrumentados (uso de fórceps). De las 101 pacientes (del piloto) muchas hubieran sido cesárea si no se les hubiera ofrecido esta posibilidad”, aseguró.
Humanización de salas de parto
La CCSS se ha visto obligada a realizar mejoras sustanciales en sus maternidades luego de que trascendieran historias de maltratos en esos servicios, en años pasados. Hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) cuestionó al país y pidió cuentas, en el 2015, cuando la entonces gerenta médica de la Caja, María Eugenia Villalta Bonilla, rindió declaración.
El nacimiento de un bebé en un servicio sanitario, quejas por falta de privacidad al dar a luz en el Hospital de las Mujeres, y reclamos por prolongar el sufrimiento de la madre durante el parto con secuelas para el bebé, formaron parte de una seguidilla de historias que vieron la luz pública la década pasada.
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Carla Gríos Dávila, asesora de la Gerencia Médica sobre maternidades y especialista en Administración de Servicios de Salud, reconoció que la institución ha estado trabajando en este asunto desde entonces. Citó, por ejemplo, la creación de una comisión gerencial de maternidades, que realizó el único diagnóstico que existe hasta ahora de las 25 maternidades públicas. Ese diagnóstico será actualizado este año.
La posibilidad de reconocer el derecho a la analgesia en el parto está entre sus nuevos compromisos, dijo Gríos. “Este protocolo apenas tiene un primer borrador y a penas se iniciará su proceso de validación. La institución está comprometida con esto. Lo está protocolizando para desarrollarlo. Esa implementación tendrá que ser en un mediano plazo porque también implica la asignación y distribución de los profesionales”, dijo.
En el 2018, la CCSS inició un proceso de sensibilización y capacitación del Modelo de atención calificada en el embarazo y posparto con pertinencia cultural con abordaje de las familias gestantes, que se concluyó en el 2019. Los más que registraron un mayor avance fueron el Monseñor Sanabria (Puntarenas), el de San Vito de Coto Brus, y el Calderón Guardia.
“El modelo de atención calificada de atención va más allá del parto humanizado. Sus dos pilares son el entorno habilitante (infraestructura, equipo crítico, instrumental, ambientación, climatización, iluminación), y el personal calificado. No solo es capacitación del personal, va incluido protocolos de atención, gestión y la humanización del parto con un enfoque de derechos y de género”, aseguró Gríos.
Además de actualizar el diagnóstico sobre el estado de sus 25 maternidades, la CCSS avaló el nuevo modelo de infraestructura para maternidades en el cual se incluye, entre otras cosas, un cuarto para el duelo y la atención en crisis para las usuarias que pierden a sus bebés, informó Gríos.
También se promueve hacer un plan de parto consensuado con las embarazadas y que se debe hacer durante el curso de preparación psicofísica para el parto. Esta información debe ser incluida en el expediente digital de la mujer para tomarse en cuenta a la hora del parto.
“La institución siempre ha sido pionera y se ha preocupado por las maternidades. Lo más importante es que la mujer esté empoderada con el conocimiento necesario para fomentar una cultura que le permita exiir sus derechos”, agregó.