A inicios de siglo, uno de cada tres costarricenses (31,9%) era menor de 15 años. A mediados de 2022 esta cifra había bajado a uno de cada cinco (20,8%). Por el contrario, la población de adultos mayores en ese mismo periodo se duplicó, al pasar de 5,6% a 10,1%.
Esta es una de las conclusiones del Censo 2022, que se presentaron la mañana de este 20 de julio, las cuales ratificaron la caída en la natalidad y las familias cada vez más pequeñas, características que explican que la población menor de 15 años sea más reducida.
“No es algo nuevo, pero las dimensiones son importantes. El porcentaje de la población adulta mayor ya es la mitad de la población menor de 15 años. Es relevante por la toma de decisiones urgentes (...) Uno lo vive en sus familias: primero se tenían muchos hijos, después menos, después se postergaban, ahora pareciera que se piensa mucho más el tener o no tener. Y esto nos lleva a esta dinámica muy diferente a la de los 80, 90 que requiere de mucho análisis”, señaló Elizabeth Solano Salazar, subgerente del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), ente encargado de llevar a cabo estos estudios.
En la información divulgada este jueves, el INEC describió el resultado de población como una “estimación” y explicó que esto se debió a que se logró una “cobertura parcial”, aunque defendió que el dato final “es robusto y de calidad”.
Para el demógrafo y estadístico Gilbert Brenes Camacho, del Centro Centroamericano de Población de la Universidad de Costa Rica (CCP-UCR), estos datos reflejan que los procesos poblacionales se aceleraron en los últimos 12 años.
“Lo que proyectamos en el 2011 de cómo iba a ser Costa Rica en el 2022 y 2023 está sucediendo, pero a gran velocidad (...) El decrecimiento de la población infantil y adolescente se está dando mucho más rápido de lo que esperábamos”, advirtió.
De acuerdo con el estadístico, los procesos poblacionales deben verse en el mediano y en el largo plazo. ¿Quiénes son las personas de 0 a 14 años en Costa Rica? Para entenderlo debemos remontarnos a un fenómeno que sucedió hace más de 20 años, cuando las familias dejaron de tener más de dos hijos y bajaron de esa cifra.
“Lo que observábamos hace 20 años se está reflejando ahora en la distribución poblacional del 2022-2023. Cuando se haga un nuevo conteo en 10, 15 años, vamos a ver un menor peso relativo de la población menor de edad″, especificó.
Para el especialista, esta también es una oportunidad para dar servicios de mayor calidad en salud, educación y productos dirigidos a la niñez y adolescencia.
Impulsar la natalidad
Tener hijos es una decisión personal que se toma con base en muchos factores. Sin embargo, se requiere de nuevos nacimientos para continuar con una sociedad productiva. ¿Cómo impulsar la natalidad? Los especialistas son conscientes de que no es tan fácil como decirle a la gente “tenga más hijos”.
Según Brenes, es un tema que se ha tocado mucho a lo interno del CCP-UCR y de otros centros, como el Programa Estado de la Nación (PEN). Los investigadores Pamela Jiménez y Luis Rosero son del criterio de que si hubiera mayores servicios de red de cuido y mejores factores sociales para los adultos jóvenes sería más fácil la decisión de tener hijos.
“Si el Estado y el sector privado expanden los servicios de apoyo en el cuido, eso puede ayudar a que las personas en algún momento sientan que pueden tener más hijos. También hay un fenómeno macroeconómico, si las parejas jóvenes sienten el costo de la vida muy alto, van a decir, ¿para qué voy a tener un hijo, si no lo voy a poder mantener? Si la economía mejora, podrían verse más motivados a procrear y la fecundidad podría subir”, expresó Brenes.
El geriatra Fernando Morales, quien tiene a su cargo el Observatorio del Envejecimiento de la UCR, es de la misma opinión: “No podemos obligar a nadie a tener hijos, no todos sienten que están en la mejor condición para tener hijos y darles calidad de vida”.
Otro factor que contrarresta la baja fecundidad es que en las provincias costeras la cantidad de hijos no ha bajado tanto. “Guanacaste y Puntarenas está creciendo en población, en parte, porque la gente de esos lugares está teniendo más hijos, pero también hay ciudades intermedias en Jacó, en Liberia, en Puntarenas, que están atrayendo mucho adulto joven que puede tener hijos”, explicó Brenes.
Esta no es la primera vez que se advierte de esta situación y de su impacto a largo plazo. Proyecciones del demógrafo Luis Rosero indicaban desde finales de 2022 que, en los últimos tres años, la fecundidad ha caído en más de lo que suponían las proyecciones de 2011. En este momento, estamos en una fecundidad llamada por los demógrafos como “ultrabaja”, de 1,3 hijos por mujer.
Esto redundaría en dos frentes: no se llegaría a los seis millones de habitantes y la población comenzaría a decrecer cerca de 2045.
En una entrevista en febrero pasado, Rosero reflexionaba sobre el posible futuro de la maternidad: ¿Esto se mantendrá así porque las mujeres están renunciando a la maternidad o más bien la están retrasando y veremos una “reposición” en los próximos años, cuando ya busquen embarazos?
Para él, todavía es temprano para saber, pero seguramente ambos factores se combinarán.
“Esta caída en la natalidad la estamos observando, sobre todo, porque han dejado de tener hijos las mujeres muy jóvenes. La fecundidad en adolescentes cayó en picada, pero probablemente muchas de ellas tendrán hijos más adelante; todavía no se sabe cuándo ni si tendrán la misma cantidad que las generaciones previas”, subrayó.
Por razones biológicas, advirtió, cuando se pospone la maternidad muchas mujeres se encuentran con que ya no pueden tener hijos o que su cantidad será menor. Si el primer embarazo es a los 40, probablemente sea el único.
Adultos mayores se duplicaron en dos décadas
Por su parte, los tratamientos médicos y una alta esperanza de vida al nacer hacen que la población adulta mayor avance cada vez más.
“El crecimiento de la población adulta mayor se está dando de manera mucho más rápida de la que esperábamos. (...) Esto tiene un peso en los bienes y servicios que esta población demanda y debe impulsarse la cobertura de estos servicios”, reconoció Brenes.
“Son personas que requieren salud, que requiere cuido, que requieren pensiones. El cuido de un adulto mayor es muy diferente del cuido de un niño o adolescente. Debemos entender qué significa tener más adultos mayores que antes”, señaló Solano, del INEC.
Morales indica que son problemas que se han venido advirtiendo desde hace décadas y no se han solucionado.
“¿Cómo se explica uno que el Hospital Geriátrico todavía está en veremos? Con la situación que nos dicen los números. Además, el grupo de mayores de 80 años está aumentando y ellos tienen aún más necesidades”, recalcó.
En este momento, apuntó Morales, hay 190 geriatras, a razón de entre 4.500 y 5.000 adultos mayores por geriatra, cuando lo ideal son 1.000 adultos por geriatra. Pero también se necesitan profesionales en adultos mayores en campos como Enfermería, Nutrición, Psicología, Trabajo Social y terapeutas en diversas ramas.
Sin embargo, la necesidad no topa con la realidad. Por año, hay seis cupos para nuevos residentes de Geriatría. “No es decir que no hacen falta pediatras, ni ginecoobstetras ¡claro que hacen falta! pero son muy pocos los geriatras en formación”.
Brenes complementó: “los que estamos en este momento entre los 15 y los 64 años tenemos varios retos. Uno de esos es mantenernos productivos para que, dentro de 15, 20 o más años podamos tener un mayor nivel de bienestar. No podemos ocultar, cuando hablamos de envejecimiento poblacional, a esa población económicamente activa de la que formamos parte, no solo para apoyar a quienes son adultos mayores en este momento, sino a futuro, cuando nosotros lo seamos”.
Esta no es la primera vez que se advierte de la velocidad del envejecimiento. Ya el Observatorio del Envejecimiento de la UCR había dicho que se estaba acelerando más de lo previsto.
Otros datos
Para Brenes, hay otros datos que son de interés y que, aunque no se ven de forma explícita, sí se reflejan de forma implícita. Uno de ellos está relacionado con las migraciones.
La composición de la población en Costa Rica muestra que la razón de masculinidad (relación del número de hombres con el de mujeres) es más baja, y esto puede hablar de cómo ha cambiado la composición de la población migrante.
“Los flujos migratorios, que antes veíamos que eran predominantemente masculinos, también se están desacelerando. Esos flujos, eminentemente masculinos y de grupos de edad de adultos jóvenes estaban impactando la composición por sexo y edad de Costa Rica. Los flujos migratorios menores tuvieron un impacto también”, expresó.
Otro aspecto de las migraciones, según Brenes, el descenso en la fecundidad no fue tan dramático ni tan rápido por los flujos migratorios.
“Si Costa Rica no hubiera recibido esa inmigración, la fecundidad hubiera caído todavía más bajo y estaríamos en una situación muchísimo más complicada en términos de contribución de impuestos y de mantenimiento de sistemas de seguridad social”, indicó Brenes.
Los retos
Esta situación representa retos en muchas dimensiones. Para Elizabeth Solano, esto determinará la toma de decisiones en diferentes niveles.
“Debemos prepararnos para una población con una composición muy diferente a la que estamos acostumbrados, y eso impacta en todos los niveles de la sociedad”, destacó la subgerente.
Por ejemplo, dijo Brenes, el seguro de salud tendrá más demanda, por lo que el Estado debe desarrollar una cultura preventiva para que esa demanda de servicios de atención, especialmente crónica, no sea tan fuerte.
Para Morales, si no se le da prioridad al envejecimiento de la población, no va a tener cómo atender a los adultos mayores.
“Lo que llevábamos años advirtiendo ya se está cumpliendo”, concluyó.