Mientras la mayoría de costarricenses intentan atender el llamado a quedarse en casa para prevenir los contagios de covid-19, decenas de hombres y mujeres viven a la intemperie en la capital.
Con la pandemia, lejos de disminuir, el número de habitantes de la calle pareciera haber aumentado.
Pese a que es imposible cuantificar este fenómeno debido a la ausencia de datos, el área social de la Municipalidad de San José y la organización Chepe se Baña estiman que el fenómeno recrudeció en los 15 meses de emergencia sanitaria.
Antes de marzo de 2020, cuando se reportó el primer caso de covid-19 aquí, se estimaba que cerca de 3.000 personas provenientes de todo el país vivían en parques, calles, aceras y estacionamientos de comercios ubicados en San José. El número actual es una incógnita.
“Creemos, sí, que ese dato puede haber aumentado en razón de la pandemia”, manifestó Marianella Echeverría, jefa del Departamento de Servicios Sociales y Económicos del ayuntamiento capitalino.
Existen al menos dos posibles explicaciones sobre el aparente incremento de la población de calle.
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Una es que el impacto económico de la crisis sanitaria terminó por empujar a la indigencia a personas vulnerables, a quienes antes de la emergencia apenas les alcanzaba para pagar un cuarto o un apartamento.
“Hay población que tal vez estaba en una línea muy delgada entre la pobreza y la indigencia, entre tener un techo y terminar en calle y que finalmente fue expulsada a la calle (…), creemos que así es.
“Tuvimos y atendimos algunos casos que, de repente, no pudieron pagar más un alquiler y se vieron en los albergues temporales que habilitamos”, afirmó Echeverría.
Otra posible causa puede estar relacionada con la salud mental. La incertidumbre social, económica o familiar pudo haber propiciado que consumidores de drogas terminaran absorbidos por la adicción, una de las rutas tradicionales hacia la indigencia.
Los habitantes de calle también perciben un aumento en el número de personas que viven en su condición, pues ahora son más grandes las comunidades que integran sobre todo en las noches para dormir protegidos.
“Claro que sí. Solo aquí somos como cinco o seis más”, manifestó un hombre de unos 40 años que se identificó con el nombre ficticio de Carlos, a un equipo de La Nación que participó en un recorrido nocturno de Chepe se Baña.
Con él coincide Alexánder Goyenaga, un trabajador independiente que tiene más de 10 años de participar en la atención de población de calle, cuatro de ellos como voluntario en las jornadas de ayuda de Chepe se Baña.
Él afirma que algunos cambios visibles en la ciudad son una muestra de lo que está sucediendo con la indigencia, como por ejemplo, ver a más personas pidiendo dinero en los semáforos josefinos.
“Usted empieza a ver más personas en las esquinas con rótulos, pidiendo plata. Estas personas posiblemente están al borde de caer en la calle si no es que ya lo están”, aseveró el voluntario.
Las caras jóvenes representan también otra señal del crecimiento de la población sin techo.
Problemas más urgentes que la pandemia
¿Se han presentado brotes graves de coronavirus entre los habitantes de calle? Esta es otra pregunta que la ausencia de datos impide responder.
La falta de información evidencia, a su vez, la lejanía que existe entre estas personas y los servicios públicos de atención médica.
“Las prácticas y costumbres de las poblaciones en situación de calle complejizan identificar el origen de los casos, esto sumado a la transmisión comunitaria”, aseguró el Ministerio de Salud a través de su oficina de prensa.
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Marianella Echeverría, jefa del Departamento de Servicios Sociales y Económicos de la Municipalidad de San José, aseguró que no han sido muchos los casos positivos que han atendido en los albergues especiales habilitados en la pandemia.
Echeverría participa ocasionalmente en la Mesa de Salud de San José, donde convergen las autoridades gubernamentales que lideran la atención de la emergencia sanitaria.
“Tenemos algunas inquietudes que nos llevan a decir que sería interesante valorar o analizar por qué la población habitante de calle se ha infectado poco; porque esa es una realidad que hemos hablado con la Mesa de Salud de San José.
“Hay algunas hipótesis. Una de ellas es desde lo social y es que estas personas están acostumbradas al distanciamiento; hace mucho la gente no las abraza, no tienen ese tipo de contacto.
“Tal vez también, que son teorías simplemente, es que ellos han creado mecanismos de defensa por la misma sobrevivencia que enfrentan”, afirmó la funcionaria.
Mientras tanto, la organización Chepe se Baña asegura que menos de una tercera parte de los habitantes de calle rescatados por otros males de salud, resultan positivos a las pruebas de covid-19.
Las personas atendidas pasan temporalmente en cabañas individuales mientras se descarta la presencia del virus.
Posteriormente, son llevados a un campamento donde pueden permanecer algunos días mientras se recuperan del mal que los aqueja. Por lo general, ellos sufren laceraciones, úlceras o golpes en piernas y brazos.
De hecho, para ellos la covid-19 es solo uno de los tantos problemas que deben enfrentar día a día en una ciudad en pandemia.
“Hay gente que se cuida, se pone la mascarilla, diay, usted sabe (…), pero los miedos acá son otras cosas”, relató Carlos.
Conseguir comida, cartones, ropa y mantenerse a salvo de los peligros encabezan la lista de prioridades para muchos. Incluso consumir drogas o alcohol es más importante para quienes viven en adicción.
“Diay yo no sé (…), con tanto problema mejor ni le digo nada. No me he cuidado, honestamente”, comentó Johnny Campbell al ser consultado sobre si ha tomado alguna medida para protegerse del coronavirus.
Por otra parte, la pandemia modificó la dinámica cotidiana de esta población.
Durante los primeros meses de restricciones sanitarias, prácticamente quedaron solos en la ciudad, sin gente que les regalara comida ni monedas. Ahora, los transeúntes se alejan mucho más que antes, por miedo a ser contagiados del virus.
Esa nueva realidad dificulta aún más sus complicadas vidas.