La contaminación del agua con mercurio afecta a unas 250 familias de Crucitas de Cutris y Pocosol, cerca de la frontera de Costa Rica con Nicaragua. No pueden utilizar el agua que llega a sus casas, pues está cargada de este metal, una sustancia dañina para el organismo. No la pueden usar para tomar o cocinar, pero tampoco para bañarse e incluso hacer limpieza.
La contaminación del agua es producto de la acción de mineros ilegales que utilizan mercurio para extraer oro de forma artesanal, con lo que el metal se filtra en el suelo, contamina las aguas subterráneas y va a dar a los ríos de donde se abastecen los acueductos.
Análisis de noviembre de 2022 detectaron hasta 0,065 miligramos por litro (mg/L) de mercurio en el agua, cuando el valor máximo admisible es de 0,001 mg/L. En otras palabras, había lugares con 65 veces mayor concentración de la máxima permitida. La gravedad de la situación llevó a la Municipalidad de San Carlos a pedir una declaración de emergencia.
¿Cómo afecta el mercurio a la salud humana y cuáles son los riesgos?
Para entender la situación, La Nación contactó a Luz Chacón, coordinadora de la sección de infección y nutrición del Instituto de Investigaciones en Salud (Inisa) de la Universidad de Costa Rica (UCR). Ella es microbióloga especialista en aguas y ha estudiado la afectación para la salud de este y otros metales.
El mercurio: un tóxico ‘escurridizo y disimulado’
Para hablar de la afectación a la salud, primero entendamos acerca del elemento en cuestión. Chacón explicó que el mercurio es un metal, pero que, a diferencia de otros, es el único cuya forma natural en temperatura ambiente es líquida, característica que lo hace especialmente hábil en las aguas.
“Puede estar en el agua y en otras superficies o incluso en particulitas que usted podría inhalar. Eso lo hace fácilmente diseminable. Si fuera ‘duro’, como los otros metales, uno lo podría ver y sería más fácilmente detectable”, expresó la especialista.
De esta forma, este elemento puede “escabullirse” sin ser notado. Por ejemplo, una persona podría tomarse un vaso con agua con altas concentraciones de mercurio y no le sabría mal. No notaría cambios ni en la textura, ni en el sabor, ni en el olor.
A ese riesgo se suma el hecho de que todas las aguas, de algún modo, están conectadas. Los ríos cercanos a Crucitas son los primeros en ser afectados por el mercurio proveniente de la minería, pero no los únicos. En su caudal viajará hasta afluentes y otros cuerpos de agua.
Aparte de afectar el agua, el metal entra a la tierra y comienza a filtrarse hasta llegar a los mantos acuíferos.
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“Imaginemos que un manto acuífero es una piscina gigante de aguas subterráneas. Esas piscinas están interconectadas con diferentes áreas del país. Y más en la zona norte, están más cercanas. Ya ha filtrado tanto el mercurio que cuando se extrae agua para una población diferente, pero relativamente cercana, ya tiene el problema”, alertó.
De ahí que sean varias las comunidades afectadas: Crucitas, El Roble, Chamorro y Chorreras, en el distrito de Cutris; y Llano Grande y El Jocote, del distrito de Pocosol.
Afecciones a corto y largo plazo
Los daños para la salud pueden ser muy diferentes y varían según la persona, su edad, su condición general, la forma en la que tuvo contacto con el mercurio y la dosis consumida (y cuan diluida estaba en el agua). Lo que está claro es que se trata de un metal tóxico para los mamíferos y otros seres vivos.
Chacón expresó que, como el mercurio es un metal, si entra en contacto con la piel va a causar irritación, enrojecimiento y, en algunos casos, comezón. Hay personas que serán más sensibles que otras y podrían tener más daños.
Lo más peligroso, sin embargo, es cuando se ingiere. Este elemento tiene otra particularidad: no se elimina fácilmente a través de heces, orina u otros mecanismos del cuerpo. Todo lo contrario, más bien se va acumulando.
“Esto se llama bioacumulación”, precisó la científica.
Este material tóxico se puede bioacumular en la grasa, pero también puede hacerlo en otros órganos, uno de los más expuestos son los riñones. Los riñones tienen la función de ser un filtro para eliminar toxinas en el cuerpo, si el mercurio se acumula ahí, podría llegar un punto donde no logren filtrar y se produzca un fallo renal.
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El problema con el riñón, apuntó Chacón, es que este es un órgano muy, por decirlo de algún modo, “noble”, y solo manifiesta síntomas cuando ya tiene un daño muy avanzado. Antes de eso, pueden estarse acumulando daños y la persona no va a notarlo y se sentirá con salud; el deterioro posiblemente se notaría años después.
El mercurio también puede acumularse en el cerebro, lo cual es particularmente dañino para bebés, niños y adolescentes, pues el órgano todavía está en formación.
“Pueden tener diferentes tipos de problemas, memoria, atención, lenguaje, daños visuales o para manejar el espacio; no todos tendrán la misma afectación”, dijo la especialista.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) detalló que este material también puede ser tóxico para los sistemas nervioso e inmunitario, el aparato digestivo, la piel, los pulmones y los ojos.
Los daños serán mayores cuanto menor sea el individuo. De acuerdo con la OMS la exposición al mercurio (incluso pequeñas cantidades) es peligrosa para el desarrollo intrauterino y en las primeras etapas de vida. Las afecciones en esta población podrían comenzar a verse daños después.
La ventaja en este caso, expresó Chacón, es que al frenar el suministro de agua, ya las personas no estarían consumiendo mercurio y no les añadiría complicaciones. Sin embargo, hay que buscar vías para asegurar el recurso potable.
Las autoridades también investigan si hay restos de cianuro, un material tóxico que también se utiliza en estos procesos de minería ilegal.
“El cianuro es muy tóxico, lo usaban para matar gente. Y tiene esa misma característica de que uno no le encuentra un olor o sabor particular”, afirmó la científica.
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Daño en aguas no se corrige fácil
El problema no es nuevo. Las primeras anomalías fueron detectadas por el Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas de la Universidad Nacional (IRET-UNA) en 2018, entonces ya se indicaban niveles preocupantes de mercurio.
Esto quiere decir que posiblemente las 250 familias a las que se abastece con agua de cisterna desde setiembre pasado, estuvieran consumiendo diferentes niveles de mercurio durante al menos cuatro años.
El problema se vuelve complejo, no solo porque dentro de las comunidades hay sitios de muy difícil acceso como para llevar agua frecuentemente, sino también por el daño ambiental provocado, el cual impedirá que pronto el agua vuelva a ser apta para consumo humano.
“¿Cómo se limpia la contaminación que ya está en los mantos acuíferos?”, se preguntó Chacón.
Para la científica, la solución no se ve a corto plazo, pues requiere una inversión “enorme” para extraer el mercurio de los acuíferos.
“El tiempo de remediación para volver al estado natural no va a ser corto. Si no se atiende, podrían ser años”, subrayó la experta.