Sucedió en Costa Rica y en todo el mundo. Lo que hasta ahora se ha dado en llamar pandemia, provocada por la covid-19, desnudó complejos escenarios donde los más afectados son quienes padecen una o más enfermedades al mismo tiempo —como diabetes o hipertensión— y, además, viven en comunidades muy pobres y socialmente excluídas, en donde tener acceso a un servicio de salud es todo un desafío.
Aquí lo vimos cuando el nuevo coronavirus golpeó las plantaciones agrícolas de la zona norte, revelando la cadena de explotación y pobreza de cientos de trabajadores migrantes. También, cuando tocó a las puertas de decenas de cuarterías, sobre todo en la capital.
Por eso, cada vez hay más especialistas que sostienen que es incorrecto limitar la covid-19 a una pandemia atribuida a una sola enfermedad, con impacto en varios continentes, sin contemplar la amplitud y profundidad de su complejidad. Prefieren llamarla sindemia.
Hablar de sindemia no es simplemente un asunto conceptual, sino que debería llevar a un cambio de abordaje que implique un mayor control de las enfermedades crónicas y de las iniquidades que agobian a la población y, al mismo tiempo, una mayor conexión de todos los sectores que confluyen en el tejido social costarricense.
Especialistas consultados por La Nación consideran que, en este momento, tiene sentido hablar más de sindemia porque ya está demostrada la sinergia que se ha establecido entre el virus Sars-CoV-2 y enfermedades como la hipertensión y la diabetes, cuyo impacto es creciente en territorio nacional.
De acuerdo con los datos de la última y tercera encuesta de Factores de Riesgo Cardiovascular, elaborada por la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) en el 2018, un 14,8% de la población mayor de 20 años es diabética y 37,2% sufre hipertensión.
Mario Ruiz, gerente médico de la CCSS; Juan José Romero, epidemiólogo de la Universidad Nacional (UNA); y Rónald Evans, de la Universidad Hispanoamericana, coinciden en que las complicaciones de la covid-19 no dependen únicamente de la patogenicidad del virus que la produce, sino de la presencia de otros determinantes y problemas de salud que afectan a la población.
El concepto de sindemia lo sacó recientemente a colación Richard Hurton, editor de la revista científica The Lancet, tras recordar que la noción de ‘sindemia’ fue concebida por primera vez por Merrill Singer, un antropólogo médico estadounidense.
Singer argumenta que un enfoque ‘sindémico’ revela interacciones biológicas y sociales que son importantes para el pronóstico, el tratamiento y la política de salud, mientras que la pandemia se explica nada más por la distribución de la enfermedad en los diferentes continentes.
Cohesión entre sectores
Virginia Cozzi Vílchez, especialista en Inmunología y gerente de operaciones de la farmacéutica Roche, considera que el hecho de que se reconozca que se está ante una sindemia implica también la necesidad de realizar un abordaje sindémico, con una mayor cohesión e integración de los sectores.
Cozzi dijo, por ejemplo, que la industria farmacéutica puede realizar grandes aportes de su hacer y saber y ofrecer todo su andamiaje de investigación para poner opciones diagnósticas y terapéuticas al servicio de la población.
No solo para la covid-19, dijo la especialista, sino para las otras comorbilidades que se están potenciado con la infección Sars-CoV-2. Otra de las tareas, a su criterio, es mejorar el acceso de las diferentes terapias a la población.
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En el III Foro de Salud ¿Puede una pandemia impulsar a Costa Rica al primer mundo?, que se desarrolló recientemente, las ocho autoridades que participaron concordaron en que la opción más clara de abordaje es la cohesión entre los diferentes sectores.
“Si el abordaje se realiza mediante gran hub que identifique a todas las piezas del rompecabezas, las acciones serán más efectivas y eficientes y los costos menos redundantes para tener respuestas estructuradas e integradas”, afirma Cozzi.
Igual criterio esbozaron Román Macaya Hayes, presidente ejecutivo de la CCSS; Carlos Araya Leandro, rector interino de la Universidad de Costa Rica (UCR); y Roberto Artavia Loría, exrector del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE).
Ellos expusieron la necesidad de estrechar las alianzas entre las instituciones públicas y privadas para lograr el bien común.
Tanto Cozzi como Ruiz Cubillo dijeron que se debe abordar la covid-19, pero también otras enfermedades crónicas.
En este sentido, Ruiz Cubillo hizo un llamado a todas personas portadoras de este tipo de padecimientos para que no abandonen los tratamientos y sigan al pie de la letra las indicaciones médicas relacionadas con el abordaje farmacológico. Además, deben respetar la dieta recomendada y no abandonar la actividad física.
“La institución ha hecho un gran esfuerzo por mantener la continuidad de los servicios hasta donde se pueda. Para esto, hemos incrementado las atenciones alternativas como las consultas telefónicas, la entrega de medicamentos a domicilio y las sesiones de promoción de la actividad física por la vía virtual”, explicó.
Macaya reconoció que, gracias a esa dinámica, el porcentaje de consultas ofrecidas por la CCSS durante estos meses de pandemia supera el 70%.