La compra de medicamentos, sobre todo los de venta libre, representa el mayor gasto en salud para los hogares costarricenses, una erogación que podría empobrecer a muchas familias, advirtió experta de Unidad de Economía de la Salud, del Ministerio de Salud.
“El gasto de bolsillo es la principal barrera de acceso a los servicios de salud. Entre más amplio sea estamos limitando a la población a acceder a servicios. Además, podríamos estar influyendo a que una familia tenga que destinar más de sus recursos a la atención de salud.
“Podemos tener poblaciones de gasto medio que pueden terminar en pobreza debido a la necesidad de atender sus requerimientos de salud, sobre todo, medicamentos. Ese no es el camino correcto”, advirtió la economista Mariannela Villalobos en una entrevista que brindó a La Nación en compañía del director de Servicios de Salud de ese ministerio, César Gamboa Peñaranda.
El informe de Cuentas de Salud, presentado en noviembre por el Ministerio de Salud con apoyo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), reveló un crecimiento del 14,5% en el gasto de bolsillo de los hogares entre el 2017 y 2019.
Lo anterior implica un gasto anual de ¢600.000 millones, o un 22% del gasto corriente en salud, lo cual es ligeramente superior al 20% señalado como el umbral por encima del cual aumenta el riesgo financiero para los hogares.
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Según ese informe, el 59,9% de la erogación en medicamentos del país lo pagaron directamente los hogares.
El Ministerio de Salud, por medio de su Unidad de Economía de la Salud, dispone de un dato más actualizado al del informe de noviembre, que calcula el gasto de bolsillo en ¢575.000 millones en el 2020. Alrededor de ¢30.000 millones, o un 5% menos que en el 2019.
Sin embargo, Mariannela Villalobos aclaró que el cálculo de ese dato se hace con limitaciones pues, ante la falta de una Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos (ENIGH) actualizada, se aplicó una interpolación al consumo general del hogar. Para esto, se utilizó la tasa que publica el Banco Central en cuanto a consumo.
Lo ideal, dijo, es contar con la ENIGH pero no se dispone de una desde el 2018. La próxima se realizará en el 2024 y los datos se conocerán hasta un año después, comentó Villalobos.
La información sobre gasto de bolsillo en salud del 2021 ya se tiene utilizando también esa forma de cálculo, pero el dato aún está en revisión. Sin embargo, adelantó Villalobos, la tasa de consumo tendió a crecer.
“Vamos a tener una bajadita en el 2020 relacionada con el consumo general, del -5%, pero para 2021 volvemos a tener un crecimiento. El decrecimiento del 2020 tampoco es muy amplio, sigue siendo alto, y el gasto de bolsillo sigue estando por encima del 20% que es lo que ha venido presentando el país a nivel general”, agregó la economista.
El dato más actual sobre ese gasto de bolsillo de los hogares durante la pandemia lo aporta la II Encuesta Nacional sobre Covid-19, realizada por el Centro de Investigación Observatorio del Desarrollo (CIODdD), de la Universidad de Costa Rica (UCR), de octubre pasado.
Entre otros aspectos, la consulta a 664 personas reveló que el 48% de los consultados invierten entre ¢100.000 y ¢500.000 al año en servicios privados de salud. Un 16% supera el medio millón anual, y el 36% gasta en citas, terapias y compra de medicamentos entre ¢25.000 y ¢100.000 al año.
Según esa encuesta, la consulta en medicina general es la más buscada por el 20,8% de las personas, seguida por la consulta especializada (19,6%), y por la compra de medicinas y exámenes (17% cada uno).
Posibles razones
Para explicar la caída en el gasto de bolsillo en el 2020, según las estimaciones de Salud, se podrían dar varias razones.
“Si bien es cierto (en el primer año pandémico) se pudo incrementar mucho el consumo de bienes, hay una reducción incluso en la parte de atenciones. Sí hay algo que no varía: normalmente el gasto de bolsillo está enfocado mucho en medicamentos y en medicamentos de venta libre. Estamos hablando de un autoconsumo elevado en la población costarricense.
“Este decrecimiento puede estar relacionado con algún tipo de atención pero no así de un tipo de bien, porque el costo de una mascarilla es muchísimo menos, y no puede compensar el costo que se dejó de percibir en algún tipo de atención. Por ejemplo, en medicina general”, explicó Villalobos.
Por ahora, la ausencia de una ENIGH actualizada dificulta hacer cálculos más específicos pero muy importantes, como el del gasto de bolsillo empobrecedor y el gasto de bolsillo catastrófico.
César Gamboa reconoce que estos datos evidencian una situación real y empujan a tomar decisiones a las instituciones relacionadas con la provisión de servicios de salud.
“Nosotros estamos en proceso de elaborar la Política Nacional de Salud y el Plan Nacional de Salud. Estos datos (de gasto de bolsillo) son elementos que serán considerados y van a servir para que las instituciones tomen decisiones”, reforzó Gamboa.
Entre las que se tendrán que tomar, muy probablemente, hay medidas dirigidas a controlar los desembolsos familiares en medicamentos, sobre todo, los de venta libre, o que no necesitan receta médica para comprarlos. Entre ellos, antigripales, algunos antidiarreicos y fármacos para problemas de piel.
“El gasto de bolsillo muestra cuánto es que cada familia invierte en su salud. Se percibe que si aumenta para, por ejemplo, la compra de medicamentos, se van a dejar de comprar otros bienes y servicios.
“El gasto de bolsillo genera pobreza, desprotección de otros elementos fundamentales para la vida de las personas. Estos estudios son sumamente importantes porque al final es tomar decisiones: ver qué esta pasando y, como país, tomar decisiones que contrarresten”, dijo Gamboa.