Costa Rica se prepara para lo que podría ser uno de los peores años en la historia del dengue, desde que este virus reingresó al país, en 1993.
Las autoridades de Salud se están blindando con inversiones de entre los ¢600 millones y ¢1.000 millones al año para la compra de químicos que servirán para repeler al zancudo transmisor de ese virus, que ya enfermó a 8.723 personas en el país, una cifra tres veces superior que la registrada en el 2018.
La amenaza de muertes por dengue grave --antes llamado dengue hemorrágico-- está a la vuelta de la esquina, reconoció el director de Vigilancia de la Salud, en el Ministerio de Salud, Rodrigo Marín Rodríguez.
“Aguantamos el vendaval de Centroamérica en 2019 (...). La heroicidad será mantener las buenas cifras en el 2020, porque nos tocaba en el 2019. No estoy contento con (más de) 8.000 casos, pero comparado con la emergencia por dengue en otros países y teniendo en cuenta el registro de Costa Rica, ni siquiera se acerca a los peores años de la historia”, manifestó Rodrigo Marín.
“Es el reto: que Costa Rica no caiga en un brote de dengue de la cola de los países centroamericanos porque somos un país muy expuesto.
"En Nicaragua, más de 160.000 casos y con una población flotante de aproximadamente un millón de personas que van y vienen”, agregó el especialista en vectores, en referencia a la cantidad de nicaragüenses que salen y entran a Costa Rica para estas fechas de fin y principio de año.
En el país, no se registran decesos por esa causa desde el 2013, cuando murió la última persona. Sin embargo, en Centroamérica se encuentran cuatro de los cinco países latinoamericanos que reportan la mayor cantidad de enfermos y muertes: Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Honduras.
Más de 2,7 millones de casos se han notificado en todo el continente, y los fallecimientos ya superan los 1.200: 248 de ellos en Honduras; 51 en Guatemala; y 26 en Nicaragua, país con un acumulado de casos que supera los 160.000 enfermos.
Pequeño gran enemigo
La hembra del zancudo Aedes aegypti es la responsable de transmitir varios virus a la vez; entre ellos, el dengue, chikunguña y zika. La tarea en todos los hogares es destruir sus criaderos.
FUENTE: RODRIGO MARÍN RODRÍGUEZ, JEFE DE LA OFICINA DE CONTROL DE VECTORES DEL MINISTERIO DE SALUD. || w. s. / LA NACIÓN.
Casi tres décadas
El dengue es un virus transmitido por el zancudo Aedes aegypti. Este insecto está presente prácticamente en todo el país. También es el responsable de infectar a las personas con los virus zika y chikunguña, que, en general, reportan menos afectados que el dengue.
La hembra de ese zancudo es la que pica a los humanos y, si está infectada, transmite el virus. La enfermedad se caracteriza por fiebre alta, dolor abdominal y corporal intenso; en los casos graves, los signos de alarma incluyen vómito, sangrado en las mucosas, letargo e irritabilidad y acumulación de líquidos en el cuerpo.
En Costa Rica, solo hubo diez casos de dengue grave en el 2019, pero hubo años en que la cifra superó las 300 personas.
Actualmente, las zonas del país más afectadas con brotes de esta enfermedad se concentran en la central norte, con Alajuela y Heredia a la cabeza, la provincia de Limón, Guanacaste y Puntarenas, en la región Pacífico central.
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No fue posible que la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) suministrara los datos de costos y casos atendidos este año.
Sin embargo, según el Ministerio de Salud, en uno de los años con más enfermos, el 2013, la atención de casi 50.000 enfermos supuso una inversión de $120 millones.
Marín asegura que la inversión hecha en equipo, capacitación de personal y sustancias especiales para destruir criaderos ha permitido que Costa Rica, aunque experimenta un aumento importante de casos, no registre todavía muertes por esta causa.
Esta es una situación que no viven otras naciones de la región. Honduras, por ejemplo, tuvo que solicitar ayuda urgente a nuestro país para enfrentar la epidemia. Ese país es el que reporta la mayor cantidad de muertes en el Istmo.
El gran desafío es lograr que las personas comprendan que esta es una enfermedad que también los puede matar. La población, en general, dijo Marín, mantiene criaderos de zancudos en sus casas y no hace el esfuerzo, ni siquiera semanal, de limpiar y destruir criaderos.
Llantas viejas y cualquier depósito de agua se convierten en los sitios favoritos de los zancudos para dejar sus huevecillos.
Aunque el Ministerio de Salud y sus equipos de fumigación pueden pasar lanzado larvicidas, esta acción no tiene el mismo impacto que el que tendría si la población desarrolla el hábito de prevenir la aparición de potenciales criaderos en sus casas.