Costa Rica registró este jueves 1.776 casos de covid-19, la cifra más alta reportada en un solo día, desde el inicio de la pandemia, en marzo de 2020.
Estos son 220 contagios más del récord anterior, registrado el 18 de setiembre, cuando se confirmaron 1.556. Ocurrió cuando el país afrontaba el pico de la ola pandémica anterior.
La cifra llega en momentos en los que la ocupación hospitalaria de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) reporta un 83,49% de uso en cuidados intensivos. La situación es más difícil en los cuidados intensivos críticos, donde el 87,9% de las camas están ocupadas y solo hay 15 libres.
El ministro de Salud, Daniel Salas, advirtió que desde que comenzó la pandemia, en marzo del 2020, esta es la etapa más crítica y pidió a la población “no aflojar” en las medidas.
“Hay nuevas variantes del virus que están circulando entre nosotros, que hacen que este virus se transmita mucho más fácilmente. Estamos viendo personas más jóvenes que están ocupando campos en las unidades de cuidado intensivo”.
“La disponibilidad de camas de cuidados críticos está muy limitada, hemos llegado a tener solo cinco o siete camas disponibles en los últimos días, y si seguimos a este ritmo es posible que en los siguientes días ya no queden camas”, subrayó.
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El escenario
Estos números no vienen solos. Vienen acompañados de un contexto: hospitalizaciones, contagios en centros de trabajo y de estudio y manifestaciones sociales y recreativas.
En este escenario el internamiento de personas cada vez más jóvenes es más común y las autoridades muestran su preocupación al ver el aumento en menores de 50 años.
La tarde de este jueves, cuatro hospitales no reportaban espacio en cuidados intensivos críticos: el San Juan de Dios, Calderón Guardia, San Rafael de Alajuela y San Vicente de Paúl, en Heredia.
En la Asamblea Legislativa, el médico institucional recomendó aislamiento a los 57 diputados durante 10 días, luego de que dieran positivo una legisladora y un asesor.
También este jueves el Liceo de Costa Rica suspendió las clases presenciales, ante la muerte de una orientadora de 38 años. Otros cinco profesores están infectados.
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‘Leer’ y entender el escenario
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Para entender lo que sucede no debemos ver solamente el número de este jueves.
¿En qué fijarse? En las tendencias, o en los comportamientos semanales. La semana anterior hubo cuatro días seguidos con más de 1.000 casos.
También hay una tendencia creciente que comenzó desde finales de febrero, pero tomó fuerza en marzo y abril. Así lo recordó el epidemiólogo Ronald Evans en su último reporte.
“Para el pasado 17 de abril el promedio diario de casos era de 859, con un aumento de 260 nuevos enfermos con respecto a la antepasada, lo cual quiere decir que hubo un incremento de un 44,1 %”, señaló.
Para el epidemiólogo Juan José Romero lo que vemos ahora se comenzó a gestar (aunque de manera silenciosa) desde diciembre.
En ese entonces no se vio, pero a partir de finales de febrero se hizo evidente.
“Nos confiamos, y aparte de eso ya tenemos un año de estar con una situación de mayores restricciones y hay agotamiento. Nos volvemos más permisivos”, manifestó Romero.
“La gente se confía en exceso, se relaja”, agregó.
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Aumento podría seguir
Para Romero, este punto es el más alto que hemos visto en la pandemia, pero eso no quiere decir que haya llegado a una meseta. Los datos dan a entender lo contrario.
“Sí, es posible seguir viendo esta cantidad de casos y hospitalizaciones y que sigan creciendo”, aseguró.
El comportamiento de las personas es una de las variables que más dominan el movimiento de la enfermedad.
Para la viróloga Eugenia Corrales Aguilar, son muchas las variables de actitudes y prácticas que forman parte del terreno.
El haber tenido una primera ola “benevolente” se une a la situación.
“Como no colapsó el sistema de salud, como no vimos muertos en la calle y no vimos que se acabó el oxígeno, la gente dice ‘ya para qué'”, afirmó.
“Entonces hoy tenemos las ‘tres B’: bodas, bautizos y bares y se están viendo mucho. El virus llega donde lo andan buscando. Muchas personas jóvenes lo están haciendo”, resumió.
Esta subida también se ve en otros países de Europa y América, así como en India. Muchos de estos lugares optaron por medidas restrictivas.
¿Por qué no apelar a cierres más estrictos en nuestro país? Romero lo resume en una falta de dinero que impide a Costa Rica sostener restricciones y medidas más severas.
“Se tiene que poner muy malo esto para que ‘soquen’ las medidas. Pero esto podría pasar en 15 días”, evidenció Romero.
Para él, hay datos que hacen falta para poder hacer un mejor análisis de la situación: ¿cuánto tiempo llevan de diagnóstico las personas al llegar al hospital? ¿llegan directo a UCI? ¿cuáles son los factores de riesgo? ¿en estas personas más jóvenes, había otro tipo de enfermedades crónicas?
Corrales agrega otras preguntas: ¿qué síntomas presentaban los jóvenes que no tenían factores de riesgo y se enteran? ¿es un porcentaje grande o pequeño de quienes llegan al hospital?
¿Variantes? No podemos echarle la culpa al virus
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Corrales, quien es parte del equipo de costarricenses que realiza el análisis genómico del SARS-CoV-2, virus causante de la covid-19, advierte que los cambios en la genética del patógeno no son los responsables de la situación que vemos hoy.
Por falta de recursos, nuestro país tiene una capacidad muy limitada para analizar la genética del virus circulante, pero sí hay datos.
Aunque ya se han encontrado las variantes que causan preocupación en el mundo, como las surgidas en Reino Unido, Sudáfrica o Brasil, en Costa Rica no se ha encontrado una aún más agresiva o letal.
“A nivel de todo el mundo estamos viendo que las personas jóvenes se infectan más y se complican más, pero esto se debe a varios factores, no solo al virus”, recalcó.
Añadió: “con información que hay hasta ahora de aquí y del mundo todavía no se ha podido determinar si es que el virus cambió y se volvió más virulento, más severo en la población joven”.
Otro factor que podría influir, según la viróloga, es que la gente llegue a buscar más tarde la atención en el hospital. Y esto podría ser una de las razones por las cuales se tienen casos más complicados en las camas hospitalarias.
Para Romero, el virus es un actor más, no el único, pero sí uno que debe tomarse en cuenta.
“Sigue siendo el mismo virus de ARN. No es que ahora nos entre por las orejas, pero sí ha modificado su genética para hacerse más eficiente”, manifestó.
“Los reportes nos dicen que sí hay una mayor transmisibilidad de estas variantes y una forma más eficiente para escapársele al sistema inmunitario y podríamos tener mayor facilidad de contagio y de enfermedad, y, eventualmente de letalidad.”
Sintetizó: “lo prevenimos y lo evitamos de la misma manera, pero si nos enfermamos, nos puede ir peor”.
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¿Qué podemos hacer?
“Debemos cambiar el discurso y decirnos a nosotros mismos. A mí sí me puede pasar. Y actuar conforme a eso”, afirmó Romero.
Si usted debe viajar en autobús y no puede controlar la hora en la que lo hace, el epidemiólogo aconseja salir de casa con al menos tres o cuatro mascarillas.
Su consejo es utilizar dos mascarillas mientras se está dentro del transporte público (por lo cerrado del lugar y la cercanía con otras personas).
Al llegar al lugar de trabajo cambiar por una mascarilla limpia y, al volver a montarse a un bus, si se puede utilizar otras dos mascarillas, si no cambiar el orden de las mascarillas usadas en el viaje de ida.
Otras dos recomendaciones: no comer (porque obligaría a quitarse la mascarilla o, al menos, a moverla) y, en la medida de lo posible no hablar.
Además, en el caso de un autobús sí recomienda el uso de alcohol en gel para manos y superficies.
Corrales agrega que independientemente de cuál variante tengamos en el país, este virus ya es muy contagioso. Y no solo se debe pensar en los internamientos, también en los síntomas a largo plazo o covid prolongada. Por eso recalca los consejos.
“Evitar permanecer en lugares cerrados, sin ventilación. Vacúnese cuando llegue su turno”, puntualizó Corrales.
Ambos entrevistados coinciden en que si no se aplican medidas, nosotros debemos aplicar las nuestras en lo posible. Hay factores que no podemos controlar, especialmente si debemos trabajar fuera de casa y en lugares cerrados, pero sí podemos tomar acciones sobre otras.
“Si no cambiamos de forma individual nuestra forma de hacer las cosas esto se va a empeorar y se va a poner muy mal. Tengo que actuar a la defensiva por mí y al hacerlo estoy velando por los demás. Esta es una cuestión de trabajo en equipo”, concluyó Romero.