Aunque nuestro paladar no lo detecte, casi todos los productos procesados o “de paquete” que compramos tienen sal, y no en pequeñas cantidades. Sí, las galletas, el pan dulce y el chocolate también tienen. En muchos casos, el sodio es un preservante, en otros, un potenciador del sabor o como un “filtro” para que tengan más color y brillo y hacerlos más apetecibles.
El problema es que el abuso en la ingesta de estos minerales (del cual no nos percatamos) está relacionado con más riesgo de hipertensión, y esta, a su vez, con mayores probabilidades de enfermedades más graves, como los infartos al miocardio o accidentes cerebrovasculares. ¿Cuándo puede hablarse de abuso? La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de que no deberíamos consumir más de cinco gramos de sodio (una cucharadita) al día. El asunto es que muchas veces no nos percatamos de cuánta sal está oculta en lo que comemos.
La recomendación de cocinar con menos sal o eliminar el salero de la mesa es útil, pero no suficiente. Una de las soluciones consiste entonces en alentar a la industria alimentaria para que bajen en sus productos los niveles de sal y de otros nutrientes dañinos, como las grasas trans. El problema, según especialistas consultados, es que el tema se estancó y más bien se han dado pasos hacia atrás.
En 2015, se creó una alianza público privada entre el Ministerio de Salud y la Cámara Costarricense de la Industria Alimentaria (Cacia). Entre 2015 y 2019, sí se lograron bajar los porcentajes de sodio. Este plan se renovó en 2019, pero con la pandemia las prioridades fueron otras y los niveles de sodio volvieron a subir en muchos de los productos procesados que encontramos en el supermercado.
“Es algo que debería retomarse. En el momento en el que más se trabajó en esta alianza sí se logró reducir, pero al cambiar de enfoque con lo pasado en la pandemia ya en los supermercados vemos productos con niveles de sodio mayores a los anteriores”, comentó Karla Benavides, nutricionista de la Asociación Costa Rica Saludable.
Las palabras de Benavides se basan en un monitoreo realizado por esa organizacion en conjunto con el Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa).
Para el monitoreo, se visitaron diversos comercios y se compraron diferentes productos procesados. Se encontróio que la cantidad de productos que cumplían con los estándares de sodio pasaron de un 87% a un 84%. La reducción puede parecer baja, pero esto indica un alejamiento de la meta.
“Es más barato trabajar en la prevención que en tratar la enfermedad y esta alianza y el control del sodio en los productos es una forma de prevención”, puntualizó Benavides.
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Los resultados
Los productos que más retroceso mostraron en su contenido de sodio fueron las salsas, al pasar de un 83% de productos que cumplían a un 76%; la repostería, tanto dulce como salada, pasó de 83% a 74%. Hay otra categoría de productos que también preocupa: el pan, aunque este más bien mostró una mejoría de un punto porcentual, es el que menos cumplimiento reporta, con un 70%.
Entretanto, las categorías donde más sodio se encontró son las salsas, dips y condimentos; las sopas procesadas listas para consumir (como las que se venden en lata); las grasas, aceites y derivados; así como los quesos.
“Son factores que pueden perjudicar nuestra salud a largo plazo y no nos damos cuenta de ello”, destacó Benavides.
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No es solo un condimento
La sal es utilizada en nuestra vida cotidiana para potenciar el sabor de las comidas o para agradar a nuestro paladar, que puede ser más proclive a los sabores salados.
Sin embargo, es poco lo que nos percatamos de daños que pueden ir generando a nuestra salud, especialmente a la cardiovascular.
¿Cómo daña el exceso de sodio nuestra salud? En una entrevista anterior, la investigadora del Inciensa Adriana Blanco indicó que cuando este mineral ingresa a nuestra sangre, absorbe el agua. Se vuelve más denso. Entonces el corazón necesita mayor fuerza para bombear la sangre y esto aumenta la presión arterial. Las arterias también se endurecen y esto aumenta la presión. Además, esta absorción de agua sobrecarga a los riñones y provoca acidez en el estómago.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) añade que una cantidad excesiva de sal en la dieta causa aproximadamente el 10% de las enfermedades cardiovasculares y se le ha vinculado con el cáncer de estómago, empeoramiento de asma, osteoporosis, cálculos renales y obesidad, ya que los alimentos salados causan sed, la que se quita consumiendo bebidas con un alto contenido de azúcar.
Otra solución: el etiquetado frontal
Benavides manifestó que otra forma de ayudar a las personas a no consumir más sal de la necesaria es a través del etiquetado frontal. El monitoreo hecho por Inciensa y Costa Rica Saludable encontró que el 80% de los alimentos tienen información nutricional en su etiquetado. De ellos, el 67,4% reportan más sodio del ideal.
¿Qué podemos hacer nosotros al ir al supermercado? Una forma es ver la lista de ingredientes, estos aparecen listados de mayor a menor. Si la sal o el sodio aparecen dentro de los primeros tres componentes, podremos deducir que tienen una cantidad de sodio mayor a la que desearíamos.
Pero a muchas personas se les dificulta leer etiquetas de información nutricional. La propuesta que desde hace tiempo llevan Costa Rica Saludable y el Inciensa es un etiquetado frontal, como el visto en otros países, como Chile o México, en donde hay hexágonos negros que advierten cuando un producto es alto en sodio, grasas, azúcares u otro componente que pueda hacer daño a su salud.
Para ello es necesario hacer cambios en la ley. Anteriormente hubo un proyecto de ley en la corriente legislativa y luego vino el cambio de gobierno. Benavides dice que sí hay buen ambiente para el cambio y que sí hay interés, pero todavía falta trabajo.