Basta con ir a Emergencias del Hospital Calderón Guardia y visitar la torre que, con bombos y platillos, abrió puertas en el 2003 con numerosas fallas en su diseño y construcción.
Los errores en esa obra de 10.000 metros cuadrados y más de ¢3.000 millones invertidos por la CCSS los padecen, casi dos décadas después, los enfermos y sus familiares cuando acuden por atención.
Noticias de La Nación de ese entonces reportaban puertas que solo abrían en un sentido, lo cual dificulta el tráfico de funcionarios y pacientes en un servicio donde los segundos marcan la diferencia entre la vida y la muerte. Las camillas, además, no cabían en los ascensores, que fueron mal diseñados.
La institución tuvo que invertir ¢100 millones en arreglos para dejar esa unidad medianamente funcional.
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Adicionalmente, el paso de enfermos desde las ambulancias hasta la sala de shock tropezaba de entrada con una esquina en ángulo de 90 grados, que aún sigue ahí, desafiando las habilidades de cruzrojistas y camilleros.
Esas pifias, que se repiten en otras construcciones, llevaron a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) a tomar acciones para aplacar sus altos costos.
La acción más importante: La Gerencia de Infraestructura y Tecnología decidió estandarizar los procesos de planificación, diseño y ejecución de hospitales, Ebáis y centros de salud a construir, por un billón de colones, en el periodo 2019-2023.
“Estamos actuando ya en la estandarización de espacios y edificios. Por ejemplo, que no haya que sentarse a pensar –y perder tiempo en esa tarea– cómo tienen que ser los consultorios. Ya se sabe qué es lo que debe tener”, explicó la gerenta de Infraestructura de la Caja, Gabriela Murillo Jenkins.
Esas definiciones no se basarán más en “ocurrencias” o el “gusto particular” de jefes de servicios, que luego cambian, y obligan a empezar de nuevo (los llamados reprocesos, que tanto tiempo y recursos consumen).
“La división de arquitectura ha venido estandarizando los espacios y el equipamiento. Ya no es al gusto. Se hace de acuerdo a muchas consultas a las diferentes comisiones de expertos, se saca un consenso”, agregó la arquitecta.
Así, ya se han diseñado y establecido las condiciones que deben cumplir los quirófanos, consultorios, espacios de consulta externa, preconsulta, enfermería, salas de espera, recintos de laboratorio, farmacias, mantenimiento, nutrición y las oficinas del área administrativa, informó Jorge Granados, de la Dirección de Arquitectura e Ingeniería.
“En la Caja, se están haciendo los esfuerzos por generar esos estándares de procesos de trabajo. En Urgencias, se reunió a todos los emergenciólogos, se creó una comisión, donde los especialistas se pusieron de acuerdo para todo lo que debe tener un servicio, junto a los procesos. Ya están estandarizados para todos los nuevos proyectos”, agregó Murillo Jenkins.
La experiencia con el nuevo Hospital Monseñor Sanabria de Puntarenas, que requirió tres años para su planificación (lo ideal es que, en principio, no se invierta más de un año), se tomó como punto de arranque para todo este cambio de estrategia.
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En el caso del nuevo hospital porteño, tuvieron que pasar siete años y tres gobiernos para que se iniciara la construcción del nuevo edificio, de 70.000 metros cuadrados. La obra comenzó el 30 de setiembre pasado.
Su inauguración está prevista para 2022, una década después del terremoto que destruyó parte de las viejas instalaciones y los dejó sin un 70% de su capacidad instalada. El proyecto costará $225 millones.
En el portafolio de inversiones de la CCSS hay 176 proyectos. Entre ellos, la construcción y equipamiento de los nuevos hospitales de Puntarenas, Turrialba y Cartago, la sustitución de las viejas edificaciones que, por años, han debido soportar los usuarios de Ebáis en todo el país.
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La intención del plan es evitar experiencias como la del nuevo Hospital San Rafael, en Alajuela, que fue entregado “en estado de coma”.
Quince años después de inaugurado, las instalaciones se ven deterioradas, a pesar de ser, junto con el nuevo Hospital San Vicente de Paúl, en Heredia, los hospitales más modernos de la CCSS.
Ahí no dan abasto con la demanda creciente, en medio de reducidos espacios en emergencias, y con numerosos defectos constructivos detectados en techos y pisos, desde que comenzó a funcionar.
La propia Auditoría Interna de la CCSS sacó a relucir un acumulado importante de debilidades, sobre todo de gestión, que hoy hacen padecer a los alajuelenses largas y penosas esperas por atención.
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FUENTE: Elaboración propia || DISEÑO LN / LA NACIÓN.
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La gerenta, en una entrevista del 26 de noviembre, admitió que además hace falta un diagnóstico general del sistema de salud, como lo apuntó recientemente un informe de la Contraloría General de la República (CGR), que le llamó la atención a la Caja por la ausencia de esos estudios.
Evaluación de tecnologías
Con el auge de la tecnología, la CCSS también trabaja en la creación de un equipo de economistas e ingenieros biomédicos para evaluar las demandas en tecnologías de la salud y la pertinencia de su incorporación en sus servicios hospitalarios.
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“¿Cuáles son las tecnologías que necesitamos y deben ser incorporadas? Esta pregunta se la hizo Europa hace muchos años. ¿Le creo todo lo que dicen a los vendedores? Se creó entonces una disciplina que hace un análisis de evidencia y costos. Lo primero, es ir a comprobar si es cierto la eficacia del producto, según me dicen. Lo otro es la seguridad”, explicó Gabriela Murillo.
Recientemente, los cirujanos le solicitaron a la institución incorporar el llamado láser verde para tratar el agrandamiento de próstata sin operaciones invasivas y dolorosas.
"Nos dijeron que esto significaba menos costos. Se hizo un estudio de evaluación de tecnología, y se vio que la tecnología era costo-efectiva y se decidió incorporarla. Ahora no vamos solo con lo que diga el proveedor. Ahora hay elementos objetivos y técnicos para la toma de decisiones.
“Por ejemplo, se evaluó un equipo robótico. El análisis de los beneficios y el costo asociado hizo que la recomendación que emitió este equipo fuera que no se incorporara. Esa tecnología no demostró que para la inversión que se tenía que hacer las ganancias (pacientes, recuperación, días cama) no eran tan fuertes”, ejemplificó Murillo.
En estos momentos, la Junta Directiva de la Caja tiene para su estudio y aprobación una política de evaluación de tecnologías.
Paralelamente, se trabaja en un plan de capacitación de personal en esta área, considerada crítica y prioritaria dados los acelerados cambios.
Aunque la CCSS debería tener un equipo de entre 10 y 15 personas, ya están en la evaluación de tecnologías los primeros seis profesionales en este campo.
FUENTE: Informe DFOE-SOC-IF-00014-2019 || DISEÑO LN / LA NACIÓN.