Más del 60% de todas las personas confirmadas con covid-19 en Costa Rica es gente joven, con edades entre los 20 y 49 años, lo cual las ubica en la población en plena edad productiva.
Quienes más se enferman, eso sí, son aquellos que traspasan la década de los 30 años: un 40,65% de los casos confirmados hasta este 20 de julio, tenían entre 30 y 49 años; son casi 5.000 personas.
Los veinteañeros agregan a esa cifra un 22,26% de afectados: más de 2.500 personas.
En el restante 40%, donde se ubican los otros extremos de edades, es decir, los menores y los adultos mayores, la cantidad de enfermos de covid-19 también ha venido en crecimiento desde que se detectó el primer caso en Costa Rica, el 6 de marzo, pero hasta ahora a un menor ritmo que otros grupos de edad.
El por qué un 60% de los enfermos es gente relativamente joven, el epidemiólogo de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Roy Wong McClure, considera natural, por sus características laborales y sociales, tienen una mayor exposición al virus, que fue confirmado como de transmisión comunitaria el 2 de julio.
Una variable que revela la afectación entre la población económicamente activa, adonde pertenecen estas personas, son las incapacidades asociadas a covid-19.
De acuerdo con datos de la Caja, hasta el 12 de julio se habían incapacitado 20.200 trabajadores por esta causa, generando pagos que se acercan a los ¢2.000 millones desde marzo.
En total, para esa fecha, se habían emitido 23.554 boletas de incapacidad a 20.256 trabajadores quienes, en conjunto, suman 167.420 días de incapacidad.
La probabilidad de complicación o muerte, agregó Wong, también se ve reflejada en los factores de riesgo asociados a la edad, como diabetes, obesidad e hipertensión.
Advirtió sobre un fenómeno que los especialistas han venido anunciando desde hace varios años.
“Aquí tenemos un verdadero problema: el fenómeno de enfermedades crónicas en poblaciones cada vez más jóvenes. Ese desplazamiento que lo veíamos a los 50 años o más, ahora lo vemos a partir de los 30. Esto tiene una orientación en contra hacia donde podría orientarse la letalidad”
Todavía este desplazamiento de enfermedades crónicas no llega a la población adolescente o pediátrica en forma importante, dijo el epidemólogo de la CCSS, con base en encuestas de estilos de vida. Aunque existe una interrogante, apuntó: no se sabe cuál es el porcentaje de pacientes asintomáticos (sin síntomas) entre quienes tienen 20 años o menos.
En Costa Rica, como en otras partes del mundo, durante la pandemia se han registrado eventos entre la población joven y adulta joven, aparentemente más reacia a incorporar las medidas de distanciamiento y protección recomendadas por las autoridades de Salud.
Aquí, la Fuerza Pública ha intervenido decenas de fiestas y otras actividades sociales con un alto riesgo de convertirse en diseminadoras del virus entre la población.
Por ahora, niños, adolescentes y adultos mayores se están enfermando menos que personas de otras edades.
El que los adultos mayores todavía se enfermen menos comparativamente con otros grupos en Costa Rica, es considerado una ventaja por los especialistas, quienes advierten, no obstante, que a mayor cantidad de infectados entre los más grandes de la familia, es más el riesgo que se corre de que enfermen gravemente y mueran.
En el grupo de adultos mayores la tasa de mortalidad (que toma como referencia para su cálculo la población total) y la de letalidad (conocida como tasa de mortalidad específica; su referencia es el número de afectados por una enfermedad en un periodo de tiempo) son sustancialmente más altas que entre los más jóvenes.
La letalidad vinculada a la covid-19 entre adultos y adultos jóvenes en Costa Rica es de 3,1 por cada 1.000 personas.
Sin embargo, se dispara a 57 entre cada 1.000 adultos mayores, de acuerdo con cálculos del epidemiólogo Juan José Romero Zúñiga, de la Universidad Nacional (UNA).
Estos análisis toman como referencia la cantidad de casos activos, recuperados y fallecidos reportados en el Ministerio de Salud el 20 de julio.
Un 64% de todas las muertes registradas al 21 de julio, se concentran en los mayores de 60.
Sin embargo, entre los adultos de 35 a 59 años, se contabiliza un 32% de todos los fallecimientos.
Un 4,5% de las muertes en Costa Rica es entre veinteañeros. En este grupo, hasta la fecha, se reportan tres decesos de personas de 23, 26 y 27 años.
Hasta esa fecha, un 5,44% de confirmados por covid-19 tenían 65 años o más, de los 11.534 casos registrados por el Ministerio de Salud en el sitio donde contabiliza la cantidad de enfermos, sus características generales, y las muertes.
Los menores de 19 años hace tres días representaban un 15% del total, porcentaje que ha venido en crecimiento, de acuerdo con un estudio del Patronato Nacional de la Infancia (PANI).
Más jóvenes enferman; menos ancianos mueren
El comportamiento por edad observado en Costa Rica es muy similar a lo reportado en el mundo, afirma Juan José Romero.
“Básicamente, una letalidad en menores de diez años que es prácticamente cero, que comienza a incrementarse con la edad, y aumenta, poco a poco, hasta convertirse en una letalidad bastante importante en los grupos arriba de 70 años”, afirma Romero, para quien la cantidad de fallecidos en Costa Rica (80 para el 23 de julio) es favorable.
“Si uno ve la distribución de casos por edad, tenemos un montón de gente enferma, los niños que vienen subiendo, pero no mueren. Y el aumento en la enfermedad de personas adultas, que también es bueno porque se mueren pocas. Mientras los casos sigan subiendo, pero en esos grupos, la mortalidad y letalidad se mantendrán bajas”, aseguró el epidemiólogo.
Para el especialista, si el incremento de casos se mantiene alrededor de los 500 diarios, el país todavía tendría capacidad de manejar una tasa de internamiento del 3%.
“El sistema de salud no colapsa, pero sí estarían bastante ocupados en los hospitales. También deben mantenerse regulados los ‘martillazos’”, comentó Romero en referencia las restricciones necesarias desde el punto de salud pública para frenar el avance del virus, según zonas de alerta; entre ellas, la restricción vehicular y comercial.
El demógrafo y salubrista, Luis Rosero Bixby, considera que el panorama costarricense frente al nuevo coronavirus ha cambiado mucho, especialmente en el último mes.
“Antes, teníamos mucho menos adultos mayores: al 5 de julio, había solo 233. Entonces, el número de casos solo era el 43% de lo esperado dada la estructura de la población de Costa Rica. Ahora, tenemos 646 casos (datos al martes anterior).
“Para el 21 de julio, se esperaban 1.400 adultos mayores, pero solo hay 646. Eso es un 47% sobre lo que cabría esperar. Por eso, es que la tasa de letalidad en general en Costa Rica es baja. Eso quiere decir que estamos cuidando mucho a adultos mayores, o que cumplen más el confinamiento voluntario. Y porque tenemos relativamente menos adultos mayores”, explicó el demógrafo.
Para continuar con esta tendencia, según grupo de población, Rosero afirma que se debe continuar con lo que las autoridades de Salud llaman “los bomberos apaga incendios”: tener un equipo bien fortalecido y con recursos, y equipos de funcionarios con capacidad para hacer rastreo y testeo del virus.
“Primero, que recuperemos la trazabilidad que hemos perdido, y una vez recuperada, que la mantengamos. Ahí no tenemos que escatimar recursos porque lo que produce esa inversión es enorme: no se van a usar camas en UCI (Unidades de Cuidados Intensivos) ni van a fallecer personas”, advirtió.
Contención en menores
La presidenta ejecutiva del PANI, y ministra de Niñez y Adolescencia, Gladys Jiménez Arias, no ocultó su preocupación por el incremento sostenido en el número de enfermos entre la población menor de edad.
Aunque comparativamente con otros grupos la cantidad de menores no es significativa, las cifras sí han venido creciendo desde marzo.
“Si uno ve los cuadros, el 11 de marzo se registraron los primeros dos casos. Duramos 15 días para llegar a 14; un mes después la cifra creció a 38... Veníamos manejando un 4% del total de casos pero el 29 de junio alcanzamos el 15% de enfermos en relación con los adultos”, resumió Jiménez.
En un análisis más específico para este grupo de edad, Jiménez encontró que un 51% de los enfermos fueron contagiados en sus propias familias. Otro 18% se contagió en eventos sociales, como fiestas familiares, y un 6% en viajes.
“Esto nos dice que, posiblemente, papá o mamá salen a trabajar o a comprar, pero al ingresar a la burbuja puede ser que no tomen todas las medidas.
“Si los papás y los que cuidan tomamos medidas es más fácil bajar la curva en esta población. Si hoy tenemos suspendidas las clases, si no van a parques porque están cerrados, los padres sí pueden ayudarnos a bajar la curva de contagio entre los menores”, agregó la funcionaria.
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A inicios de julio, la CCSS reportó los primeros dos niños internados en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) debido a esta enfermedad.
Hasta ahora, el Patronato ha logrado mantener en cero los casos de covid-19 en sus 46 albergues y 51 alternativas de protección en donde cuidan menores de edad con algún riesgo social.