Una de las caras más ocultas del suicidio es la de quienes sobreviven a la pérdida de un familiar, amigo o compañero de trabajo por esa causa.
Prácticamente, no existen para el sistema de salud y son, a criterio de los especialistas, un grupo de alto riesgo de cometer también acciones que vayan en contra de su vida.
Se calcula que por cada una de esas muertes quedan al menos diez personas en duelo. En Costa Rica, en promedio, se registra una víctima mortal diaria.
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Este sábado 21 de noviembre, en el marco del Día Internacional del Sobreviviente de Pérdida por Suicidio, la Asociación Mi Nueva Aurora y el Colegio de Profesionales en Psicología de Costa Rica organizan una actividad dirigida a los sobrevivientes. Los participantes deben ser mayores de 18 años y aportar una cuota de ¢2.000.
Los interesados en participar deben inscribirse en este enlace: https://forms.gle/YkC2ac7E6vh1hRhu6 Tienen tiempo hasta este viernes 20 de noviembre, al mediodía.
Jackie Secades, psicóloga, fundadora la Asociación Mi Nueva Aurora y también sobreviviente, conversó con La Nación sobre este problema de salud pública y la actividad del sábado.
— Desde la perspectiva de una sobreviviente de una pérdida por suicidio, ¿qué estamos haciendo y dejando de hacer como sociedad para prevenir las muertes por suicidio?
— Mi respuesta contiene elementos de mi experiencia como sobreviviente, pero me es imposible desligarme de mis experiencias como psicóloga en el trabajo con otros sobrevivientes y los cientos de relatos que he escuchado en la última década. Costa Rica está urgida de acciones más contundentes en materia de salud mental; quizás uno de los legados de esta pandemia sea la visibilización de este gran vacío. No es que no existan esfuerzos en esta vía pero se quedan cortos y la salud mental de nuestra población va en franco deterioro, sobre todo a la luz de la coyuntura actual.
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“El acceso a servicios de salud mental de calidad debe garantizarse como un derecho de toda la población y no debe convertirse jamás en un privilegio exclusivo de quienes tienen los recursos económicos para acceder a la consulta privada. Urgen campañas educativas, contratación de personal calificado para la atención, creación de legislación que priorice la salud mental, cambios en la malla curricular que aseguren la transmisión de conceptos y prácticas básicas para todos los alumnos, promoción de espacios recreativos y culturales, entre otros.
“Adicionalmente, falta la conciencia de que el drama del suicidio no finaliza con su consumación pues este es solo el inicio de un proceso de duelo para un promedio de 10 personas por suicida. Esta población es un grupo de riesgo para futura conducta suicida y por ende no puede quedar sin acompañamiento profesional. Necesitamos construir una sociedad que no solamente conozca la teoría alrededor de la problemática del suicidio, sino que tenga la sensibilidad para implementarla.
— ¿Con qué cuenta el país para dar soporte a estas personas?
— Afortunadamente existe una Secretaría Técnica de Salud Mental y se han empezado a destinar fondos y esfuerzos para estos temas. También hay ONG’s e instituciones, como el Colegio de Profesionales en Psicología de Costa Rica, que dedican parte o la totalidad de sus esfuerzos en trabajar en torno al tema del suicidio. Quizás lo que nos urge es mayor articulación para no duplicar esfuerzos y asegurarnos de que hemos cubierto todos los frentes.
— Los sobrevivientes de pérdidas por suicidio son un grupo de riesgo de suicidio. ¿Qué se está haciendo por estas personas?
— No obstante lo anterior, aún predomina la creencia popular de que el drama del suicidio finaliza cuando este se consuma. Actualmente, existen pocas iniciativas orientadas a esta población pero la idea es que eso vaya cambiando lentamente. Ejemplo de esto es la mención que de ellos se hace en el protocolo del MEP (Ministerio de Educación Pública) para el abordaje de las conductas lesivas.
— ¿Cuál es el abordaje que brinda el sistema de salud a quienes intentan quitarse la vida y no lo logran, y a sus familias? ¿Existe alguna red de apoyo?
— Actualmente, el sistema de salud interviene con sus equipos de psicólogos y psiquiatras para atender a esta población. En algunos casos, de ser necesario, he escuchado de la intervención de trabajadores sociales también. Desafortunadamente, la frecuencia de las citas no es la óptima; eso solo es posible desde la consulta privada. Desconozco si existe algún grupo de apoyo para estos casos, la verdad lo dudo.
— La pandemia se ha convertido en un detonante de problemas mentales; las ideas suicidas muy probablemente estén entre ellos. Como especialista en psicología, ¿cuál es la lectura que usted hace sobre esta situación y los riesgos asociados que podrían acelerar la curva de suicidios en el país?
— La pandemia por sí sola no es causante de suicidio y hay que ser precavidos en crear una relación lineal entre ambos fenómenos. Lo que sí es incuestionable es que la pandemia para algunas personas implica hacinamiento, desempleo, dificultades económicas, aislamiento social, sobreexposición a información (y la subsecuente ansiedad), confinamiento con agresores, teletrabajo (con jornadas extendidas), descompensación de condiciones previas de salud mental, educación virtual y sus retos, cyberbullying, etc. Entre más de estos elementos converjan en la vida de una persona, pues mayor el nivel de estrés y la posibilidad de que sienta sobrepasadas sus capacidades para resolver los retos efectivamente.
“Por eso es tan importante virtualizar a tiempo récord todo recurso de apoyo que se pueda brindar, de manera tal que las personas puedan encontrar soluciones a sus problemáticas. Adicionalmente, desde el Colegio de Profesionales en Psicología hemos insistido en hablar de distanciamiento físico únicamente pues a nivel social debemos continuar vinculándonos como factor protector”.
— Con la actividad de este sábado 21, ¿a cuántas personas pretenden llegar? ¿Qué tipo de ayuda están en capacidad de darles?
— El sábado 21 de noviembre estaremos conmemorando el Día Internacional del Sobreviviente de Pérdida por Suicidio. Alrededor del mundo, cientos de ciudades estarán facilitando espacios para que estas personas puedan educarse, evacuar dudas y compartir con otras personas que han pasado por la misma experiencia. Al ser virtual, podemos recibir a cientos de personas de todos los rincones del país. Importante mencionar que esta actividad será conducida por profesionales de la salud mental.