“Enterramos a mi papá el día de mi cumpleaños”.
Con los ojos secos de tanto llorar, Ivannia Carmona Vega empieza con esa frase el recuento de la larga y agónica espera de su papá por un hígado sano.
Esa espera se prolongó casi dos años desde que a Iván Carmona Briceño le dijeron que padecía cirrosis.
Ivannia se animó a hablar casi un mes después de dejar a su papá en el cementerio, el 2 de octubre, el mismo día en que ella cumplió 34 años.
Durante este mes que ha pasado, dijo, quedaron a la deriva como familiares de una persona que alguna vez estuvo en la lista de candidatos a trasplante de hígado.
Ni una llamada de pésame del hospital. Ni un mensaje de WhatsApp. Ni una explicación que les diera un poco de tranquilidad en medio de su drama personal.
Ella, su mamá y dos hermanas quedaron solas procesando la pérdida y los porqués acumulados luego de esta traumática experiencia.
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“Enterramos a mi papá el día de mi cumpleaños", repitió Ivannia. “Lo hicimos confiados en Dios en que este era su propósito, pero con el sinsabor de no saber qué hubiera pasado si las cosas se hubieran dado de otra forma”, comentó Ivannia.
Iván Carmona Briceño tenía 63 años al morir. Era originario de Santa Cruz de Guanacaste y su vida, de principio a fin, daría mucho material para escribir una novela.
Autodidacta, sin títulos ni estudios académicos, Iván destacaba por tener un gran conocimiento de la vida y la actualidad. Trabajó en instituciones públicas como chofer de ministros y diplomáticos. Sus últimos días, los pasó siendo conductor de taxi en San José, aunque vivía en La Unión, en Cartago.
Su vida transcurría entre viajes de taxi y chineos a nietos hasta que la enfermedad lo visitó como una cruda herencia familiar, porque Iván nunca tomó licor, una de las causas más comunes para desarrollar cirrosis.
Su esposa, María Vega, recuerda que los sangrados comenzaron a minar la salud de este hombre, usualmente fuerte.
"Nos refirieron del Max Peralta (hospital de Cartago) al Calderón (en San José). Ahí, nos explicaron que debíamos cumplir un protocolo (para ingresar a la lista de candidatos a trasplante): exámenes, vacunas, y revisiones con especialistas. Esto lo terminamos en menos de dos meses porque nos apuramos.
“En mayo del 2018 recibimos la llamada que nos informó de que estábamos en lista de candidatos a trasplante. Esto nos llenó de mucha ilusión y fe”, comentó Vega.
Fue una época llena de ilusión y zozobra al mismo tiempo. Ilusión, porque en varias ocasiones les dijeron que estaban cada vez más cerca del trasplante. Incluso, la médica de cabecera de Iván le comentó que en octubre de este año ya tenía que estar operado.
Y zozobra, mucha, porque la llamada prometida nunca llegó.
“Todos los días, desde mayo del año pasado, pasamos con los teléfonos cargados, esperando esa llamada. No tuvimos paz. Anhelábamos esa llamada, pero conforme iba pasando el tiempo el MELD iba subiendo, iba subiendo”, mencionó María.
“Él completó todo con un MELD de 14”, dijo Vega. “... y falleció con uno de 38”, terminó de informar Ivannia.
MELD es un indicador de gravedad, una escala con la cual los médicos miden el avance de la enfermedad hepática crónica. A menor MELD, mejor pronóstico de sobrevida. A mayor...
Muerte estaba a la vuelta
Casi dos años en espera, y la llamada anunciando la aparición del donador compatible nunca llegó.
Mientras tanto, el estado de salud de don Iván se empezó a complicar hasta alcanzar una situación límite que lo envió a Emergencias del Calderón Guardia, el domingo 22 de setiembre.
"Papi entró a Emergencias y nos dijeron que estaban descartando una peritonitis bacteriana espontánea. Ese día, él hablaba, estaba bien, comía.
“El miércoles siguiente, nos dijeron que ya los riñones no le funcionaban, y nunca habían fallado. Tenía una falla renal aguda. No quería comer, no reaccionaba”, recordó Ivannia.
"Yo no comprendo por qué nos pusieron a correr con el protocolo. La trabajadora social nos dijo que no entendía cómo se había corrido tanto (para cumplir con los requisitos de la operación) y todavía no estaba trasplantado.
“El jueves nos quedamos con él. Ese día, decidieron ponerle una sonda para recolectar orina. Ahí empezó papi a complicarse. El viernes no amaneció muy bien. Ese día, decidieron hacerle diálisis peritoneal", dijo Ivannia.
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Fue cuando empezaron las despedidas. De los siete nietos, Iván se despidió de los cuatro más grandes, que eran a quienes les permitían ingresar al hospital pues son mayores de 12 años.
Su último fin de semana, asegura Ivannia, solo lo mantuvieron con vida, sin ningún tratamiento específico.
"Sábado, nada. Domingo, nada. Ahí los fines de semana es como tierra de nadie. Había un médico pero no realizan ningún procedimiento. Nosotros sentíamos que no sabíamos nada.
"El sábado, un enfermero le dijo a mi hermana que mi papá estaba muy mal pero que la indicación era sostenerlo y mantenerlo vivo. El sábado pedimos que el sacerdote llegara y le diera los santos óleos.
"Papi nos había pedido que él no quería morir solo. Domingo en la noche, un enfermo muy amable con quien nos topamos en el turno de la noche, nos dijo que estaba bastante mal.
La mañana del lunes 30 de setiembre, lograron conversar con el médico con quien habían intentado comunicarse el fin de semana y que solo les respondió con un seco WhatsApp: “Estoy en mi sábado familiar”.
En esa consulta médica se enteraron que Iván había sufrido un sangrado digestivo.
Veinticuatro horas después de esa conversación, mientras lo trasladaban del salón donde había permanecido hacia la Unidad de Cuidado Intensivo, Iván falleció.
‘Nos sentimos engañados’
El lunes 28 de octubre, a pocos días de cumplir un mes de fallecido, su viuda relató por primera vez mucho de lo que habían pasado durante la última y fatal crisis de su marido, y en estos primeros días de ausencia.
“Nos dijeron que en octubre lo iban a trasplantar porque algo se celebraba en ese mes y lo iban a celebrar con él. Pensamos en la Navidad, en todo lo que íbamos a hacer juntos... nos dijeron que en octubre iba a estar operado, que iba a estar bien y no fue así. Nos sentimos engañados”, reprochó María Vega.
Según cuenta la señora, antes de la muerte de Iván se enteraron de que en el hospital operaron a un juez, a una doctora y a una señora mientras él esperaba.
Su hija, interviene y aclara: “Todos los días esperamos que nos llamaran. ¡Usted se imagina la emoción de que algo fuera a pasar!
“Yo entiendo que ellos no tienen hígados almacenados, pero también nosotros teníamos la esperanza de que eso iba a pasar. Sin embargo, no había claridad. No se nos hablaba así”, reclamó Ivannia.
Y como queriendo limpiar su cabeza, llena de preguntas, lanza las últimas:
“¿Cómo sabemos cuántos trasplantes se hacen en un mes? ¿Por qué a las personas que están en ese proceso, que es duro, no se les informa? Esto trae esperanza y también una expectativa real".