“La guerra contra la covid-19 no se gana en los hospitales”. Es una frase que, entre líneas y en varios de sus discursos ha mencionado el gerente médico de la Caja, Mario Ruiz Cubillo, y a la cual usted debería prestar más atención de ahora en adelante.
Ruiz, siente que pierde guerras cada vez que fallece una persona por causas relacionadas con la pandemia –el país acumulaba 706 decesos el sábado–. Sin embargo, mantiene la esperanza de ganar la batalla final desde las casas de cada ciudadano de este país. La responsabilidad está ahora de ese lado.
Los hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), afirma el gerente, ya no pueden hacer más de lo que están haciendo. La capacidad instalada está a punto de llegar a su límite, que es de 359 camas para cuidado intensivo (UCI) y 986 en salones para moderados. Hasta este 19 de setiembre, había 620 enfermos hospitalizados, 247 de ellos en UCI.
“Es un porcentaje altísimo de personal capacitado que se requiere", dijo Ruiz, en referencia a las necesidades para que cada una de esas camas funcione a plenitud. Las 3.782 personas contratadas en estos meses no han sido suficientes para suplir todas las necesidades. Falta más.
El siguiente es un resumen de la entrevista con el gerente médico, el 19 de setiembre, a pocas horas de emitir una directriz nacional para que los técnicos de atención primaria en salud, conocidos como Ataps, salgan de nuevo a tocar puertas en un intento por educar, casa por casa, a cada ciudadano, recordándole las medidas básicas para prevenir la infección por covid-19.
― El incremento en los casos acumulados, en el número de fallecidos y en el de personas atendidas en hospitales... ¿cómo debe interpretarse: como un éxito, un fracaso o una llamada de alerta para el sistema de salud, tan admirado mundialmente en los primeros meses de pandemia?
― Es una llamada de alerta para toda la sociedad. Obviamente también para todo el sistema sanitario, pero principalmente para la sociedad. Este es un tema muy complejo que abarca muchas aristas: desde la atención en la comunidad, que es lo que estamos tratando de fortalecer y estoy seguro que lo vamos a fortalecer a través de los Ataps (técnicos de atención primaria en salud, de los Ebáis), hasta el involucramiento de municipalidades, de los comités municipales de emergencia de grupos activos de la comunidad, que tienen que jugar un rol importantísimo en la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad para evitar el contagio, y logremos tener una vida como sociedad, que nos permita trabajar, estar con nuestros seres queridos, hacer actividades al aire libre pero de una forma adecuada, cumpliendo con protocolos que nos permitan continuar con la vida.
― ¿Aunque esté la amenaza de la covid?
― Covid va a estar ahí hasta que llegue la vacuna o un tratamiento efectivo. Mientras tanto, tenemos que trabajar, tenemos que llevar el sustento a las casas, pero debemos protegernos y hacerlo de una forma efectiva. Si yo me protejo, protejo a los demás y a mis seres queridos. Y evitar exponernos a actividades innecesarias que no generan ningún valor, como fiestas y aglomeraciones, cosas que lo que terminan haciendo es enfermando a más personas de forma innecesaria.
― De todas esas cifras con las que nos bombardea el Ministerio de Salud y la CCSS, diariamente, ¿a qué le deberíamos poner más atención y por cuál deberíamos preocuparnos más?
― Hay tres datos que son fundamentales: la cantidad de pacientes que se internan todos los días; cada uno de ellos representa una familia que probablemente está en cuarentena porque son contactos de un positivo. Y son gente que está complicada. Para estar en un hospital son casos complicados y con un riesgo del 20% de fallecer a pesar de todo lo que se les hace para tratar de salvarlos.
"Después tenemos que ponerle muchísima atención a las camas de UCI (Unidad de Cuidados Intensivos), porque las 359 habilitadas es el número máximo, no vamos a poder aumentar de ahí, y el riesgo de fallecer en UCI es de un 45%, es altísimo. (Hay que poner atención) al dato de fallecidos. Cuando se entierra alguien, se entierra el corazón y los sentimientos de todos los seres queridos, y es algo muy muy doloroso.
"Y hay un número, que tal vez la gente ve que va subiendo pero no le importa y es el de los casos diarios, que cada día son más. Aquí hay un tema muy interesante: el rango de edades de quienes se enferman en estos momentos incluye a muchos entre 20, 30 o 40 años. Eso no quiere decir que ellos no puedan enfermar a algún familiar que tenga factores de riesgo: a los abuelitos, abuelitas, o que ellos mismos tengan factores de riesgo y no lo sepan. Son personas que no podrán trabajar, que van a tener que estar en cuarentena y se están exponiendo, y que pueden fallecer en cualquier momento.
“Hay otro dato, que no se publica todos los días, que es muy positivo: la cantidad de gente que se ha recuperado y que han estado internados. Ese es un dato importante porque ya se recuperaron pero que aún así tienen alguna secuela de la enfermedad. Me han dicho que les falta el aire durante mucho tiempo después de estar recuperados, que sienten cansancio crónico, que les cuesta dormir, que les duelen los huesos y articulaciones. Todos los días se aprende algo respecto a esto. Aquí lo importante es entender que no es una gripe común y corriente, sino que es algo bien complicado que puede ir empeorando conforme pase el tiempo”.
― Un 95% de quienes se contagian con covid-19 desarrollan cuadros leves y no necesitan atención hospitalaria. ¿Quiénes son, entonces, los que están llegando a los hospitales, principalmente a las UCI, a meter presión al sistema?
― En un porcentaje muy elevado, son mayores de 50 años con factores de riesgo como hipertensión, diabetes, enfermedades crónicas, cáncer, enfermedades del sistema inmunológico, y también hemos visto principalmente que las personas adultas mayores tienden a complicarse. Pero, algo muy importante, es que cualquier persona se puede complicar. Eso es como sacarse una rifa. En el reporte de ayer (viernes 18 de setiembre), vimos que fallecieron personas en los 20 años.
― Usted ha dicho que la guerra no se gana en los hospitales. Se gana en la calle. ¿Se está ganando o a estas alturas la estamos perdiendo en la calle?
― Yo creo que todos los días es una batalla. Aquí es muy importante que todas las personas participen y nos dediquemos a protegernos y a proteger a los seres queridos. Hemos identificado que tenemos que llegar a una parte de la población que necesita información, necesita entender lo que está pasando, necesita que vayamos casa por casa a identificar las personas de riesgo, cómo ayudarles a que se protejan, a explicarles el uso de la mascarilla, el uso de la careta, cómo lavarse las manos, cosas muy básicas que nos van a ayudar a ganar esta guerra. Hay días que perdemos la batalla. Siento que cada vez que fallece una persona es una batalla perdida, pero para ganar la guerra debemos asegurarnos que todas las personas, independientemente de donde vivan y su nivel socioeconómico, entendamos que este es un problema grave que se resuelve con prevención de la enfermedad y promoción de la salud.
― ¿Qué podemos esperar para las próximas semanas? ¿Debemos vivir con miedo?
― (Suspiro profundo) Debemos vivir con precaución. Debemos vivir teniéndole mucho respeto a este virus, que es un enemigo muy fuerte, pero que nosotros podemos, todos juntos, vencer. Pero sí hay que tenerle muchísimo, muchísimo respeto. Más que miedo, tenemos que estar alertas y vigilantes de que si vamos a la pulpería, por ejemplo, que en la pulpería estén usando la careta o mascarilla, y usarla nosotros. Si vemos que alguien no se lavó las manos, decirle que por favor se las lave. Si vemos que alguien no está cumpliendo con normas, haciendo fiestas o actividades que no se deben realizar, denunciarlo inmediatamente.
― Entonces, ¿nos debemos pasar peleando con casi toda la gente?
― Hay que pasar exigiendo que las normas se cumplan. Tenemos que volvernos una sociedad más estricta y exigente de nuestros deberes y nuestros derechos.
― Cuando alguien anuncie la aparición de una vacuna o de un tratamiento efectivo, ¿los habitantes de este país podríamos respirar aliviados, o qué más falta para que esa vacuna y ese tratamiento lleguen y sea utilizado en pacientes de Costa Rica?
― Todos los días hay avances. Y siento que en estos momentos, la tecnología está avanzando a pasos agigantados. Hay varias vacunas que se están probando en estos momentos, en la fase tres, que es cuando están realizando estudios más grandes en personas. Todavía ninguna de ellas ha pasado esa fase. En el momento que llegue la vacuna esto implicará una logística para la vacunación, y la Caja es experta en esto. Hemos realizado campañas de vacunación súper exitosas; por ejemplo, la de la influenza y la del papiloma virus. Costa Rica tiene uno de los mejores esquemas de vacunación del mundo. Y toda esa logística, yo estoy seguro, se pondrá a trabajar al 200% para lograr vacunar a las personas con factores de riesgo, a personas expuestas al virus, pero primero tenemos que estar seguros de que la vacuna es efectiva y no tiene efectos secundarios.
“Porque el vacunar sin estar seguros de que la vacuna sea efectiva podría empeorar la pandemia al crear una falsa seguridad. Por eso, tenemos que ser tan estrictos a la hora de definir el cuándo, cómo y dónde. En eso estamos trabajando en conjunto con el comité institucional de vacunas y la comisión nacional de vacunas. Estoy seguro de que en el momento que llegue, vamos a salir adelante. Si antes de esto, llegara algún tratamiento efectivo o los anticuerpos de plasma equino estén funcionando, muchísimo mejor. Tenemos que tener fe, muchísima, de que esto va a llegar en cualquier momento”.
― ¿Cuál es la lectura que hace sobre las medidas de mayor apertura económica y flexibilización de acciones de contención y mitigación, al mismo tiempo que las cifras suben?
― (Suspira) Es una situación muy compleja, porque ahorita tenemos una pandemia en salud. Hay también una pandemia económica. La gente necesita trabajar y comer, satisfacer sus necesidades básicas. Depende de nosotros el que las medidas surtan efectos. Y uno comienza en la casa, en la familia, en el trabajo y en los lugares públicos. Depende de nosotros que el contagio suba a niveles exponenciales que saturen los servicios de salud y que nos obliguen a tomar medidas restrictivas...
“Esto ya está sucediendo en Europa. Si ustedes ven hoy, en España, en Madrid, se volvió a medidas restrictivas. El costarricense es un individuo muy educado que sabe cómo comportarse cuando es necesario, y yo confío en que salgamos todos juntos. Es el mito de Casandra: nosotros estamos viendo lo que puede pasar y tenemos la capacidad de evitarlo”.
― Ayer (18 de setiembre) usted mencionó dos temas muy importantes. El primero: ‘a los hospitales se les está haciendo difícil encontrar personal de salud’. ¿Dónde, cuánto y qué tipo de personal es difícil de contratar?
― Al día de ayer, la Caja ha contratado 3.782 personas, desde personal de aseo, de Enfermería, auxiliares de enfermería, terapistas respiratorios, médicos generales. También hemos contratado especialistas. En el Ceaco (Centro Especializado de Atención de Pacientes con covid-19) y en la torre este del Hospital Calderón, técnicos de Radiología, de todo lo que usted se pueda imaginar: personal de Nutrición, de Psicología, de Trabajo Social..."
"Pero ya nos hemos dado cuenta que cada vez que se enferma un funcionario hay que enviar para la casa a los contactos cercanos del funcionario. Ayer, por ejemplo (18 de setiembre), hablando con el director del hospital de Nicoya, con brote en Medicina Interna y cerca de 100 funcionarios enviados a cuarentena, me contaba cómo les ha costado conseguir ese personal sustituto. No han logrado cubrir completamente. Y lo que se hizo fue que médicos de Familia del Área de Salud están colaborando en el hospital.
― ¿Por qué no encuentran personal? ¿Por falta de recurso humano o porque las condiciones que ofrece la CCSS no son atractivas?
― Es mixto, pero principalmente porque no hay personal. Por ejemplo, en el hospital de Heredia, la semana pasada, había la posibilidad de sustituir a alguien en Enfermería. Llamaron a 1.000 personas, ¡a 1.000! y no se consiguió ni una sola para la sustitución. También es que nosotros hemos contratado casi todo el personal capacitado.
“Terapistas respiratorios, por ejemplo, ya no hay en el mercado. Inclusive, en el Ceaco hay plazas de terapistas respiratorios que no se están utilizando en estos momentos porque no han conseguido oferentes. Imagínese que en estos momentos tenemos 500 camas dedicadas a covid entre moderados y UCI, y nuestra meta es llegar a 359 camas de UCI, a 986 de moderados. Es un porcentaje altísimo de personal capacitado el que se requiere”.
―¿Cómo hace para mantener el mismo ánimo que tenía cuando esta emergencia apenas comenzaba?
― Porque de esto depende mi familia, nuestros hijos, hermanos, esposas, esposos. No es una opción perder la esperanza. Tenemos que salir. El balance que hago es que estos seis meses nos han dado tiempo de aumentar la capacidad, de pasar de 24 camas UCI a 359, un 1.000% más. De aumentar camas de moderados, de capacitar gente y reconvertir hospitales. Pero ahora nos debemos enfocar en el primer nivel de atención, ahí tenemos que enfocar los recursos para que se vuelva más fuerte y retomar el control de la enfermedad.