Ansiedad y depresión. ¿Le suenan? Son dos de las mayores secuelas que la pandemia por la covid-19 ha dejado en la salud mental de las personas; principalmente entre quienes arrastran factores de vulnerabilidad vinculados a su género, nivel educativo, acceso a servicios o ingresos, mucho antes de que el SARS-CoV-2 incursionara en nuestras vidas.
La prevención primaria de esos dos trastornos está en cada comunidad: en grupos de la sociedad civil, en municipios y asociaciones con capacidad de organización para crear espacios que se conviertan en factores protectores para sus habitantes. Un parque donde puedan pasear sin temor a ser asaltados, mientras respiran aire fresco, por ejemplo. O una cancha en buen estado para dejar tirado el estrés en una mejenga.
Es un hecho que la siguiente pandemia, la de las enfermedades mentales, no la pueden cargar sobre sus espaldas únicamente las instituciones públicas, como la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
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Especialistas que participaron en el V Foro de Salud dedicado al impacto de la pandemia por la covid-19 en la salud mental de los costarricenses, coincidieron en la importancia de que las comunidades comiencen a tener un rol más protagónico en la generación de acciones de prevención de las enfermedades mentales y de actividades de promoción de la salud mental, entendida esta última como el bienestar psicológico, emocional y social al que tiene derecho cualquier ser humano.
Este esfuerzo se debe sincronizar con la institucionalidad que un país como Costa Rica ha construido a lo largo de 200 años de democracia.
El V Foro de Salud, organizado por La Nación, se realizó el jueves 25 de agosto. Fue patrocinado por la farmacéutica Roche, la Federación Centroamericana de Laboratorios Farmacéuticos (Fedefarma) y Emergencias Médicas.
Participaron la directora del Hospital Nacional de Niños, Olga Arguedas Arguedas; la investigadora de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), Eva Carazo Vargas; la directora del Hospital Nacional de Geriatría, Milena Bolaños; y el presidente ejecutivo del Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (Conapam), Norbel Román Garita.
También la psicóloga de la Universidad Nacional (UNA), Gabriela Vindas; y el gerente de Roche para el Caribe, Centroamérica y Venezuela, Álvaro Soto. El foro completo se puede ver en el siguiente enlace: https://youtu.be/urt57uD47Ok
Entre otros datos importantes, el V Foro de Salud reveló que alrededor de 1,3 millones de costarricenses mayores de 15 años viven con cuadros graves de ansiedad, depresión y estrés como resultado de casi tres años de convivir con los efectos causados por la pandemia de la covid-19, como el miedo a morir y enfermar, la inestabilidad laboral y la pérdida de espacios de socialización y esparcimiento.
De pandemia a sindemia
La investigadora de la UNED, Eva Carazo, pone como punto de partida a la salud mental como una crisis en salud pública.
“Hablamos de una sindemia, entendida como una pandemia que mezcla diferentes factores: el coronavirus, las desigualdades, los retos y problemas que teníamos como sociedad y que en este contexto se vuelven más complicado.
“¿Quién es la gente que la pasó y la sigue paseando peor? Quienes ya de por sí enfrentaban condiciones de vulnerabilidad y desventaja: las mujeres, los jóvenes, los adultos mayores... todas las poblaciones que ya de por sí estaban en condiciones de desventaja y que este contexto las pone en una situación peor”, advirtió Carazo durante el cierre del foro.
Por eso, asegura, el país no puede pensar en soluciones de fondo si desconoce esos puntos de partida, con una pandemia que lo que hizo fue intensificar problemas como el desempleo, situación que rebotó con un aumento de trastornos como la ansiedad y el estrés.
“Esto no es solo no es por la pandemia. Es más estructural. La solución de fondo permanente debería ser integral y dirigida a atender esos factores de riesgo, y potenciar factores protectores, como acceso a servicios públicos, a zonas verdes, a recreación y ejercicio. Debe hacerse un abordaje colectivo, en esto tiene un lugar las instituciones públicas, el sector privado, las comunidades con soluciones que vayan más allá de la medicacion a los síntomas”, propone.
El presidente del Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (Conapam), y representante de la sociedad civil ante el Consejo de Salud Mental, en el Ministerio de Salud, Norbel Román Garita, sugiere, en esa dirección, aprovechar experiencias exitosas que el país tiene, y fortalecerlas.
“Tenemos política pública en muchas cosas, pero faltan acciones. Un ejemplo, la mortalidad en hogares de larga estancia en Costa Rica posiblemente sea la más baja del mundo. Y esto se logró gracias a una alianza entre organizaciones civiles y privadas, llámense hogares de larga estancia, y un colectivo y una campaña de Ninguno Solo, y esto generó la mortalidad más baja. Si dentro del Estado se entiende que la sociedad civil es un participante es probable que mejores cosas sucedan.
“También en Costa Rica tenemos proyectos exitosos que son los que hay que seguir exitosos. Uno, claramente, es el de Ciudades Amigables, que no es un concepto etéreo. Es claro: donde en una ciudad se generan acciones múltiples a favor del ser humano, los adultos mayores y sus cuidadores”, agregó.
Álvaro Soto, gerente de Roche, lanzó una de las principales cuestiones a discusión: ¿Qué es lo que necesitamos entender para que en este país podamos poner esta colectividad en acción, como lo hicimos en la pandemia?
“Soy creyente en las alianzas público-privadas siempre y cuando tengamos claro el problema que queremos resolver y crear la confianza de que podemos trabajar en esas alianzas. Esto lo demostró la pandemia: cuando nos pusimos un ‘enemigo común’ se hicieron cosas espectaculares. Se hicieron tratamientos en tiempo récord, acciones de política pública. No hubo procesos de 4 o 5 años para crear un nuevo hospital.
“Primero, ponernos de acuerdo en política pública sobre qué es lo que queremos resolver y adónde queremos llegar. Yo sigo pensando que este es un problema de todos: academia, sistema de salud, pacientes, personas. La persona necesita estar sana la mayor parte posible de su vida. Y para eso debemos crearle las mayores oportunidades para estar sano”, advirtió.
En el Hospital Nacional Geriátrico han desarrollado proyectos junto a las comunidades. Su directora médica, Milena Bolaños, considera que es en los gobiernos locales donde hay más posibilidades de abordar la salud mental con programas de promoción de la salud, por ejemplo, del envejecimiento saludable.
“Países como los europeos tienen experiencia en esta intervención activa. Aquí falta un poquito más. Primero, que todas las municipalidades se comprometan con este tipo de proyectos y que le permitan a toda la población tener acceso a lugares donde poder hacer salud mental”, dijo Bolaños.
La institucionalidad, abundante y fuerte, que tiene Costa Rica, debe ser aprovechada en un esfuerzo sincronizado hacia esa dirección, apuntó Gabriela Vindas.
Para ella, la coordinación es fundamental: “Debemos seguir promoviendo esas coordinaciones con entes gubernamentales, con grupos comunales, y organizarnos y responder a necesidades que están ahí. Creo que este país tienen una plataforma muy importante y muy rica. Lo que hay que hacer es un gran esfuerzo solidario por entender que el país somos todos”.