El Centro Nacional de Intoxicaciones y el Hospital Nacional de Niños reciben cada mes de uno a dos niños que ingirieron baterías de tipo botón, como las que usan los relojes.
Los riesgos para estos menores no son solo por la posibilidad de atragantamiento sino por las sustancias tóxicas que tienen algunos de estos dispositivos.
La alerta fue lanzada este jueves por especialistas de esos centros tras conocer los resultados de un estudio que se llevó a cabo entre enero del 2012 y marzo de este año, cuando se atendieron 72 pacientes por este tipo de accidentes.
Sergio Simón, autor del estudio, explicó que durante la investigación se determinó que las baterías de litio de 20 mm son las más peligrosas.
Tanto Simón como la directora del Centro Nacional de Intoxicaciones Ana Elvira Salas, explicaron que el riesgo que presentan este tipo de pilas obedece a que por su tamaño se quedan pegadas en el esófago, donde pueden causar quemaduras.
“Cuando se quedan pegadas ahí, como hay una conducción eléctrica, produce una sustancia corrosiva al contacto con el agua que causa quemaduras en el esófago. En otros países se ha reportado que la corrosión pasa más allá y llega hasta la aorta donde perfora las paredes y los pacientes incluso han fallecido”, explicó Salas.
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Cuando se trata de baterías más pequeñas o de otro componente, como las alcalinas, el riesgo es menor, de acuerdo con Salas.
Según los datos del estudio, de 10 pacientes en los que se encontró la batería de botón, en siete casos eran de 11,6 mm y tres eran de 20 mm. Las pequeñas eran alcalinas y las más grandes de litio.
De esos 10 pacientes solo tres tuvieron lesiones, en dos situaciones fueron provocadas por las baterías pequeñas, que correspondieron a ulceraciones en la cámara gástrica, y uno a causa de la pila de 20 mm que le causó una ulceración y daño en el esófago.
En otro grupo de pacientes calificados como casos probables (14) y confirmados (10), los cuales fueron ingresados al Hospital de Niños, 12 menores no tuvieron ningún efecto, dos presentaron síntomas, siete tuvieron alguna lesión superficial y tres sufrieron lesiones graves o secuelas.
El informe también destacó que los pacientes con mayores efectos eran niños de uno y dos años y que las baterías alojadas en el esófago solo tardaron entre dos y cinco horas para causar lesiones considerables.
Salas advirtió que si se observa al niño con tos persistente, vómitos, dolor de estómago sin causa aparente o indicio de que pudo haber tragado la batería, se debe llamar al Centro Nacional de Intoxicaciones al 2223-1028 o acudir al centro médico. Ahí se le efectuará al niño una radiografía de tórax que determinará el tipo de batería que se tragó y, posteriormente, el gastroenterólogo le hará la extracción.
Una de las situaciones que puede ser de utilidad al realizar la consulta es contar con el aparato del cual se cree provenía la batería, para que los médicos puedan ver el tamaño y tipo de pila.
La principal recomendación de los especialistas es vigilar el tipo de baterías que utilizan los juguetes que se le compran a los niños, así como otros objetos que podrían estar a su alcance.