La pandemia de covid-19 está asfixiando económicamente a los hogares de larga estancia responsables de atender a las personas adultas mayores, considerado el grupo de mayor riesgo ante la pandemia.
La última de las complicaciones saltó la semana anterior, cuando el Ministerio de Salud les informó de que debían acondicionar las instalaciones para atender a los residentes que presentaran cuadros menos complejos de covid-19.
Salud les ha girado lineamientos para garantizar la seguridad de la población que cuidan y de su personal, pero el Estado, por medio de diferentes instituciones, no les ha girado los fondos necesarios para pagar por más equipo de protección personal, insumos de limpieza y desinfección, y por la readecuación de las instalaciones para montar cuartos de aislamiento, como exige ese ministerio.
"Se me paró el corazón cuando nos dijeron eso. Atender un caso positivo aquí implica, al menos, contar con cuatro enfermeras, equipo de protección personal y otros insumos. En promedio, se necesita disponer de ¢4 millones por cada caso que aparezca, al mes, con fondos que no tenemos.
“Me preocupa muchísimo. Sé que es previendo futuras saturaciones de los servicios de salud, pero cómo es posible que nos ordenen atender casos positivos en el hogar, junto a población vulnerable, con personal escaso y sin infraestructura para esa atención”, comentó Norman Alfaro Vargas, administrador del Hogar de Ancianos San Vicente de Paúl, de San Carlos, en Ciudad Quesada, centro que tiene 56 años de funcionar.
Actualmente, en esa institución se atiende a 78 adultos mayores de todo ese cantón. Ahí, el distrito de La Fortuna, es uno de los cubiertos por la alerta naranja debido al incremento de casos de covid-19 en las últimas semanas.
En esa zona limítrofe con Nicaragua, funcionan otros tres hogares de ancianos en Bijagua, Pital y Sarapiquí. Junto al hogar de San Carlos atienden, en conjunto, unos 300 adultos mayores.
La situación es particularmente crítica en los hogares ubicados en el área rural.
Maritza Jiménez Calvo, administradora del Hogar de Ancianos de Palmar Sur de Osa, en donde velan por 49 adultos mayores, reclamó que en medio de esta pandemia nadie está volviendo los ojos a estos centros de ancianos.
“Están preocupados en otras cosas, pero en los hogares no. Acudí a la Municipalidad, pregunté si Judesur (Junta de Desarrollo Regional de la Zona Sur) dispondría de recursos para nosotros, y la Municipalidad dijo que no. Nada de los ¢300 millones que la Junta dio a la Municipalidad se destinará a los adultos mayores. La prioridad es reactivar el turismo”, comentó Jiménez.
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Jiménez pregunta qué va a hacer el gobierno por los hogares y también por los centros diurnos que atienden adultos mayores.
“¿Qué han pensado para los hogares de ancianos? Somos un punto importante con un riesgo enorme. ¡Que Dios nos proteja si nos llega un caso positivo! Sería una matazón”, dijo Jiménez en referencia a lo que ha sucedido en países como España, Italia y Estados Unidos, donde miles de ancianos fallecieron en residencias geriátricas.
Solo en el Hogar San Vicente de Paúl, a esta altura del año ya se ha ejecutado más del 60% del presupuesto con el que cuentan para todo el 2020, cercano a los ¢400 millones, a causa de los gastos incrementados para atender las disposiciones sanitarias por covid-19.
“Estamos afrontando con un presupuesto ordinario, hecho a finales del 2019 sin covid en el escenario, una situación totalmente extraordinaria”, comentó Norman Alfaro.
Bomba de tiempo
La presidenta de la Federación Cruzada Nacional de Protección al Anciano (Fecrunapa), Lisbeth Quesada Tristán, resumió la situación con estas palabras: “Se está generando una emergencia dentro de otra emergencia”.
Para ella la situación es una “bomba de tiempo”.
"La gran cantidad de asociaciones sin fines de lucro que tienen hogares para personas adultas mayores, están integradas por personas sencillas de la comunidad, decentes: el carnicero, el ama de casa, la maestra, el señor de la esquina con una tienda...
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“Estas personas están enfrentando la atención de esa población con un presupuesto que, incluso en condiciones normales, ya es reducido. Están solos. Nosotros, hemos tratado de conseguir una cita con el presidente de la Comisión Nacional de Emergencias (Alexánder Solís) para conseguirles ayuda y no se ha podido”, citó Quesada entre las acciones que Fecrunapa ha impulsado para llevar alivio a estos hogares.
Según datos recogidos por Trabajo Social de esa Federación, estos hogares carecen de fondos suficientes para tener provisión de insumos como bolsas para cadáveres.
La pandemia, ha provocado que los proveedores de esos y otros insumos incrementen los precios. Daniel Solís, trabajador social de la Federación, informó de que algunas mascarillas subieron de precio ,de ¢2.000 a ¢16.000 por unidad.
Estas organizaciones, explicó Solís, se nutren de actividades que ya no se pueden hacer por la pandemia, como bingos, subastas o rifas. Al dejar de hacerlas, están perdiendo entre ¢14 millones y ¢20 millones por año.
Fecrunapa envió desde mayo una carta al ministro de Salud, Daniel Salas, explicándole la situación, sin respuesta satisfactoria hasta ahora.
La oficina de prensa de Salas confirmó la recepción del documento. Informó de que se gestionará por medio del Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (Conapam), ente rector en esta materia.
La directora ejecutiva del Conapam, Emiliana Rivera Meza, confirmó que para ellos la situación también es complicada. Conocen las necesidades de los centros de larga estancia, los centros diurnos y la red de cuido, pero carecen de los recursos suficientes para darles el apoyo que necesitan para blindarse contra el impacto de la pandemia.
Conapam también ha tocado puertas en busca de fondos adicionales para ayudar a esta población, en especial, a los adultos mayores en condición de abandono.
"Conforme pasa el tiempo, y las condiciones no tienden a normalizarse, el problema sigue latente. ¿Cuál es el mayor problema? La falta de recursos adicionales. Ellos están trabajando con un presupuesto anual ordinario, definido en el 2019, para atender a cientos de adultos mayores en medio de una pandemia.
“En esta situaciones de emergencia, hay que ponerse la mano en la conciencia, y si bien es cierto se debe respetar la normativa, hay que recurrir a mecanismos ágiles para aplicar en una emergencia. La situación actual de los hogares debe considerarse atención humanitaria urgente, necesaria y oportuna”, comentó Rivera.
El Conapam presentó un proyecto de ley (expediente 21.888) porque solo por esa vía se le permite autorizar el traslado de cerca de ¢500 millones que este año no se usarán en actividades sociales para los adultos mayores, hacia la atención de unas 200 personas en condición de abandono, cuyo riesgo aumenta ante la amenaza de covid-19. Esta iniciativa no ha prosperado en la Asamblea Legislativa.
También se han solicitado recursos al Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares (Fodesaf), pero más bien se toparon con la intención de quitarle dinero a Conapam: hasta ¢250 millones debido al rebajo sufrido en los ingresos de ese fondo por la reducción en el pago de planillas debido a la pandemia.
Este Consejo impulsa otro proyecto de ley para aumentar los recursos del Fodesaf dirigidos al Conapam de un 2% a un 5%, que tampoco ha tenido suerte en su gestión dentro del Congreso.
"Hemos tocado muchas puertas. Una, la de la Comisión Nacional de Emergencias, por medio del plan nacional de emergencia. Hemos solicitado recursos económicos por ¢540 millones para atender 200 personas en estado de abandono. Otros ¢2.700 millones para atender a 5.000 personas de la red de cuido, y además ¢1.500 millones para apoyar a las organizaciones, hogares de larga estancia y centros diurnos y atender el tema de la emergencia nacional.
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“Son documentos presentados en diferentes instancias por medio del Ministerio de Trabajo, la Presidencia, pero nos hemos quedado esperando respuestas”, dijo Rivera.
La Nación intentó localizar a algún vocero de Casa Presidencial para que se refiriera a este asunto, pero remitieron a Conapam. Cuando se trató de repreguntar, no fue posible obtener una explicación ante los reclamos de estas organizaciones.