La escena se captó durante el primer fin de semana de febrero en un campo de juegos al aire libre, en San Ramón, Alajuela.
Ahí, varios grupos de hombres jóvenes jugaban fútbol o básquetbol, dos deportes de contacto, mientras otros muchachos los miraban sin usar mascarillas, muy juntos entre sí, contrario a lo que recomiendan las autoridades de Salud para prevenir la diseminación de la covid-19.
Muchos de esos jóvenes probablemente son parte del grupo etario que más ha abandonado, o practican mucho menos que antes, las medidas recomendadas para reducir el riesgo de infección del nuevo coronavirus, de acuerdo con los datos de un estudio entre la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y la Universidad de Konstanz, en Alemania.
Ese grupo está integrado por hombres jóvenes, entre los 18 años y 29 años, quienes han mostrado un comportamiento más proclive a dejar las llamadas “prácticas anticovid-19″; entre ellas, lavado de manos, distanciamiento físico y quedarse en casa.
Por el contrario, según el estudio, las mujeres, aun de ese mismo grupo de edad, en general mantienen una mayor constancia en la práctica de esos y otros hábitos indispensables para reducir el riesgo de contagio.
También las personas de mayor edad reflejan más disciplina y procuran mantenerse dentro del promedio.
FUENTE: Benicio Gutiérrez Doña, catedrático e investigador de la UNED. || DISEÑO / LA NACIÓN.
FUENTE: Benicio Gutiérrez Doña, catedrático e investigador de la UNED. || DISEÑO / LA NACIÓN.
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¿Cuánto ha cambiado usted su comportamiento debido al coronavirus?
FUENTE: PROYECTO EUCLID-COVID-19; UNED
“Solo es hasta finales de enero del 2021 que los hombres jóvenes tratan, por primera vez, de mejorar su adopción del protocolo de lavado de manos colocándose por encima del promedio”, explica el investigador.
La permanencia en casa también es un comportamiento con tendencia a la reducción, tanto en hombres, como mujeres, sobre todo, a partir de octubre.
Este confinamiento, que se recomendó durante los primeros meses de la pandemia, indicaba que solo se podía salir de casa por necesidad médica o para compras esenciales.
Posteriormente, en setiembre, el Gobierno echó a andar la estrategia ‘Costa Rica trabaja y se cuida’, en donde las autoridades reiteraron la conveniencia de cumplir con ciertos protocolos si era necesario salir para trabajar.
Según los hallazgos, mujeres y hombres empezaron, progresivamente, a quedarse menos en sus hogares. El declive más pronunciado se nota a partir del 16 de octubre de 2020 y se mantiene, incluso, hasta el 30 de enero de 2021.
La conducta oscilatoria es más evidente en hombres que en mujeres, aclaró Gutiérrez.
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“En lenguaje popular diríamos que “la gente se tiró a la calle” desde octubre del 2020. Los hombres más jóvenes alcanzaron el punto de mayor desacato a la recomendación de quedarse en casa, en noviembre y diciembre, seguidos muy de cerca por las mujeres del mismo grupo etario y por aquellas entre los 30 y 49 años”, explicó el especialista en comportamiento humano.
La permanencia femenina en casa también cayó en enero. Los hombres, aunque siguen por debajo del promedio, acataron más esta medida en el primer mes del año.
Estornudos y otras conductas
Entre los más jóvenes, sin importar su sexo, se practica menos que antes el protocolo de estornudar y toser.
Estornudar o toser incorrectamente (sin taparse nariz y boca) es una de las principales vías de transmisión de cualquier enfermedad, incluida la covid-19.
Esto preocupa a los investigadores, quienes recomiendan a las autoridades de Salud reforzar nuevamente los mensajes educativos tendientes a conservar ese hábito.
Quien adoptó más frecuentemente el protocolo de tos y estornudo fue el grupo de 50 años o más, quienes estuvieron muy cerca de desarrollar esta práctica “mucho más que antes” durante todo el periodo de estudio, informó Gutiérrez.
Aclaró que fue de forma oscilatoria, siendo quienes tienen entre 30 y 49 años el grupo que practicó el protocolo de forma regular.
Hombres y mujeres, de todos los grupos de edad analizados aquí, muestran una adherencia importante al uso de la mascarilla, aunque les costó un cuatrimestre acostumbrarse a este equipo de protección personal.
A partir del 30 de julio, registra la investigación, los hombres muestran un uso consistente y sostenido de cubrebocas que se mantiene por encima del promedio.
Las mujeres tienen un patrón similar, si bien con algunas oscilaciones que se aproximan al promedio en agosto y noviembre de 2020.
La proximidad de las fiestas de fin de año es una de las posibles causas que explicarían la caída del distanciamiento físico, medido para efectos de esta investigación con el apretón de manos.
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Todos los grupos incrementaron esa práctica alrededor de noviembre y diciembre y los primeros días del año nuevo, dijo Gutiérrez.
Las mujeres de 50 años o más son quienes más han evitado el contacto físico con los otros, en comparación con los grupos más jóvenes.
Los hombres del mismo grupo etáreo alcanzaron el punto máximo de desacato a esa conducta en diciembre y los primeros días de enero.
El patrón oscilatorio de la conducta se observa a través del tiempo para todos los grupos de edad y género.
Las personas, explicó Gutiérrez, tienen conductas oscilatorias en la adopción de comportamientos. Por eso, la baja en la llamada tasa R, o tasa de contagio del virus, hay que tomarla con cautela, advirtió.
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“No hay que irse de bruces. Los comportamientos oscilatorios nos dicen que seamos precavidos con esta tasa R.
“Los subgrupos por edad se comportan de manera oscilatoria. Y esto puede revertir lo que hasta ahora se ha logrado”, concluyó el especialista.