El hospital San Vicente de Paúl, en Heredia, vacunó el viernes al niño cuyos padres se negaban a inmunizarlo y por el cual un grupo de antivacunas irrumpió, el miércoles, en el centro médico con la intención de sacarlo del área de internamiento.
Las autoridades del Ministerio de Salud y del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) facultaron al hospital para proceder con la inmunización. El menor recibió su primera dosis y se le dio egreso con sus progenitores, según informó este sábado la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Las autoridades concluyeron que egresar al menor del hospital sin la vacuna representaba un riesgo para su salud porque padece de asma, un factor de riesgo en la covid-19, y había ingresado por una crisis respiratoria. Además tienen autismo leve.
Por la irrupción en el hospital fueron detenidas siete personas, incluido Marco Albertazzi, a quien un tribunal le impuso tres meses de arresto domiciliario.
Una vez recibida las comunicaciones oficiales, el hospital de Heredia, procedió con la aplicación de la primera dosis contra covid-19 al menor y su posterior egreso con sus progenitores. La segunda dosis se aplicará al cumplir los 21 días.
Legalidad
Según informó la CCSS, el Área Rectora de Salud de Heredia DRRS-Central Norte indicó que la vacunación del menor procedía con base en la legislación existente y en el decreto ejecutivo 40255 del 23 de febrero de 2017, el cual autoriza al personal médico para la vacunación de menores de edad.
El Ministerio de Salud informó de que, cuando los padres se opongan a la vacunación de un menor, se puede “realizar una valoración médica por parte de los especialistas o el personal médico a cargo, de forma que se defina si existe o no contraindicación médica para la vacunación y, en caso de que no exista dicha contraindicación, se asuman las potestades legales que le son conferidas mediante la legalidad existente y se proceda a vacunar al menor”.
La oficina del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) en Heredia señaló que el hospital “debe actuar en función de sus competencias según su criterio médico conforme lo dispuesto en los artículos 43, 46 del Código de Niñez y Adolescencia y el artículo 144 del Código de Familia”.
Según el PANI, luego de investigar el caso, encontró que era un factor de riesgo para el niño devolverlo con sus padres si no contaba con la vacunación por “el alto riesgo en su salud que refieren en los informes remitidos”, en resguardo del derecho fundamental a la salud y vida.
La Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiología del Ministerio de Salud (CNVE) estableció como obligatoria la vacuna contra el covid-19 para personas menores de 18 años el 5 de noviembre del año anterior.
Los padres del menor, por medio del abogado Arcelio Hernández, presentaron un recurso de amparo, que luego la Sala IV transformó en habeas corpus al darle curso el 26 de enero, para pedir que le entregaran al niño sin vacunar.
Hernández argumentó que la “vacuna pediátrica no tiene registro sanitario y tampoco ha sido autorizada por la autoridad reguladora costarricense”, pese a lo definido por la CNVE.
Afirma que la vacuna “apenas cuenta con una autorización de uso de emergencia de la FDA (Agencia de Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos) y por ende, no puede exigirse la obligatoriedad, más cuando los padres se oponen por posibles riesgos en la salud y la vida de su hijo”.
El 29 de octubre del año anterior, la FDA autorizó el uso de emergencia de la vacuna contra la covid-19 para niños de entre 5 y 11 años.
Esa decisión se basó tanto en datos de eficacia como de efectividad mostradas durante los ensayos clínicos.
En el primer apartado, la respuesta inmune de los menores fue comparable con la personas entre los 16 y 25 años, para una eficacia del 90,7%. En cuanto a la seguridad, se indicó que en más de 3.100 niños estudiados no se presentaron efectos adversos serios.
Para evaluar la seguridad, se tomaron los datos de más de 4.600 (3.100 recibieron la vacuna, 1.538, el placebo). Se le dio seguimiento durante al menos dos meses a 1.444 niños en el grupo experimental (quienes sí recibieron la vacuna).
Los efectos secundarios más comúnmente reportados fueron dolor y enrojecimiento en el sitio de la inyección, fatiga, dolor de cabeza, dolor de músculos y articulaciones, escalofríos, fiebre, ganglios inflamados, náusea y pérdida de apetito. Hubo más eventos adversos después de la segunda dosis que después de la primera, y normalmente duraron de uno a dos días.
También se analizó el riesgo de miocarditis (inflamación del músculo del corazón) y de pericarditis (inflamación del tejido que envuelve el corazón). Se vio que los riesgos eran mayores en hombres de 12 a 17 y que podían resolverse sin problema. Esto no se vio en niños.