En un pabellón del Hospital Nacional Psiquiátrico, entre porós y llamas del bosque, decenas de personas con deterioro cognitivo por Alzheimer y otras demencias, como la vascular, encuentran un espacio de respiro diario.
Ahí funciona, desde hace dos años, el Centro de Atención Integral para Personas con Deterioro Cognitivo, conocido con las siglas de CID.
Desde febrero de 2017, cuando se abrió ese servicio, han atendido a 80 pacientes y sus familiares, que han seguido un programa intensivo de cuatro meses, con asistencia de tres horas diarias, informó su coordinador y creador, Alexis Cruz Alvarenga, quien es especialista en Terapia Ocupacional y Gerontología.
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Ese es el compromiso que todos, enfermos y parientes, deben adquirir. Pero quienes han pasado por ahí dicen que bien vale la pena asistir todos los días, cuatro meses, aunque en principio parezca misión imposible.
Lo han hecho personas que viajan desde Orotina, y comunidades alejadas de otras provincias, como Cartago o Guanacaste.
Tatiana Morales, quien es la cuidadora principal de su mamá, una adulta mayor con un cuadro mixto de demencia vascular y Alzheimer, contó que fue en este sitio donde encontró las primeras y más importantes herramientas para entender la enfermedad, organizar a la familia y cuidarse ella.
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También para Alejandrina Fuentes fue su cable a tierra. Ella cuidó por varios años a sus dos papás, ambos con demencia vascular, quienes ya fallecieron. En el CID, encontró lo que nunca vio en otros sitios, ni públicos ni privados.
El ‘de boca en boca’ es lo que atrae a decenas parientes de personas con algún tipo de demencia a tocar la puerta de ese servicio.
Enfoque integral
Alexis Cruz comentó que, tras los cambios en el Hospital Nacional Psiquiátrico, con un enfoque en sus tareas más tendientes a mantener a las personas afectadas por enfermedades mentales en sus comunidades, encontró el ambiente propicio para desarrollar este programa.
El grueso de los participantes son adultos mayores, aunque también han tenido pacientes muy jóvenes; entre ellos, un muchacho de 21 años que, por un golpe en la cabeza después de un accidente de tránsito, desarrolló un tipo de demencia. Él ya logró rehabilitarse.
El programa lo desarrolla un equipo de 14 personas de muchas disciplinas: hay médicos, psicólogos, enfermeros, trabajadores sociales, terapeutas físicos y ocupacionales, auxiliar de enfermería y asistentes de pacientes.
“Cuando arrancamos, nos basamos en las necesidades de nuestra población adulta mayor ubicada en centros diurnos. Más del 90% tenía alguna demencia.
“Una de las dificultades que encontramos a la hora de ubicarlos en centros diurnos en aquel momento era que nos pedían que fueran funcionales (que no tuvieran ningún tipo de dependencia para hacer sus actividades diarias). Fue muy común encontrar como criterio de egreso la demencia. Entonces, nos planteamos cómo hacer para buscar la inclusión de estas personas”, relató Cruz como el origen del programa.
Como terapeuta ocupacional, explicó, montó un programa para maximizar el potencial de las personas que padecen este problema mental y ocuparlas sin sacarlas de la comunidad, manteniendo sus roles de manera lo más independiente posible.
“Dejamos de lado la enfermedad, que no deja de ser importante, pero aquí nos interesa más la persona. Hice la propuesta a los compañeros, y les gustó”, agregó Cruz, quien durante su elaboración revisó sistemas similares en España. También en Latinoamérica, donde no encontró ninguno parecido.
Este programa ha sido presentado en Congresos Latinoamericanos de Alzheimer, en donde ha recibido críticas favorables.
Según dijo, la Gerencia Médica de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), que desarrolla un programa para las personas adultas mayores, ha mostrado interés en esta iniciativa.
Él la presentó a las autoridades de la Caja en un Congreso, hace unos dos meses, pero no ha vuelto a recibir noticias sobre el impulso que se le quiere dar en otros hospitales de la institución.
Quienes asisten al CID, todos los días, le dan relevancia a la ocupación significativa: por qué hacen lo que hacen, y para qué, por medio del desarrollo de varias actividades.
Es darle sentido a la vida del adulto mayor, sin que pierda sus roles de abuelo, de mamá o papá, y para que deje de estar en un rincón amarrado a una silla de ruedas, que es lo usual.
No se trata de curar a las personas con demencia porque, hasta ahora, son enfermedades irreversibles, aclaró Cruz.
Pero sí de despertar, en los casos que se pueda, habilidades que se han dormido y se pueden rescatar, como hablar o realizar algunas tareas cotidianas; entre ellas, vestirse, dar pasos o lavarse los dientes.
Adicionalmente, los cuidadores reciben un entrenamiento dirigido, sobre todo, al autocuidado, con uno de los días de la semana dedicado exclusivamente a ellos.
En la actualidad, hay una lista de espera de unos 30 pacientes y sus familias, interesados en ingresar al CID. En promedio, el plazo de espera para iniciar el programa es de ocho meses.