Obediente, pero con alguna decepción. Así tomó la Iglesia católica la decisión del Ministerio de Salud de no permitir actividades religiosas por el momento.
La Conferencia Episcopal, órgano que reúne a los obispos, solicitó a los sacerdotes, religiosos y fieles buscar los mecanismos para asegurar el “alimento de la Palabra” y realización de la eucaristía.
“Pedimos a nuestros estimados sacerdotes, a los religiosos y religiosas, a los laicos comprometidos, seguir animando las comunidades cristianas, haciendo uso de la máxima creatividad, de manera que nuestros fieles no se queden sin el alimento de la Palabra, y de su participación, aunque sea de forma virtual, del sacramento de la Eucaristía”, dijeron.
El mensaje fue enviado en un comunicado, en el cual explicaron las gestiones realizadas ante el Gobierno para que se adelantara la apertura de los templos en consideración a “la necesidad espiritual” de sus fieles.
Con ese objetivo, señala el boletín a la prensa, se reunieron con el presidente de la República, Carlos Alvarado, y el ministro de Salud, Daniel Salas, el 4 de mayo. En ese encuentro presentaron un protocolo de reapertura.
No obstante, dijeron, cuatro días más tarde les informaron que no se permitirá todavía las actividades religiosas, las cuales fueron incluidas en la tercera y cuarta fase del plan de reapertura presentado este lunes por el jerarca de Salud.
Se trata de un plan de cuatro fases a lo largo de 80 días, en cada una de las cuales se suman actividades de comercio o recreación y se amplían tiempos de servicio y capacidad de público.
En ese esquema, las actividades religiosas o lugares de culto aparecen en la tercera fase, que daría inicio el 22 de junio.
A partir de ese día, se podrían realizar estas celebraciones, pero con un máximo de 75 personas y con una distancia de 1,8 metros entre los asistentes.
Para la cuarta fase, que comenzaría el 13 de julio, se permitiría la participación de hasta 100 personas en misas o cultos, también con el distanciamiento físico indicado.
Al justificar esta decisión, Salas argumentó que las actividades religiosas “son de las que más agrupan personas”.
“Entre todas las iglesias sería una movilización enorme. Dentro de esa matriz de riesgo, son de las que más riesgo representan también. No se pueden retomar tan pronto, pero sí están visualizadas”, expresó el jerarca.
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Frente al anuncio, la Iglesia se comprometió a acatar la instrucción de Salud.
“Como obispos manifestamos la necesidad espiritual de los fieles y pedimos que se reconsiderara adelantar esa apertura, por eso, esperábamos que dicha solicitud fuera tomada en cuenta en el anuncio hecho el día de hoy (lunes); sin embargo, la decisión se mantuvo. Seguimos siendo respetuosos de la autoridad y exhortamos a todos cumplir con lo dispuesto”, añadieron.
Los templos católicos se han mantenido cerrados desde el 18 de marzo como medida de seguridad implementada por los propios obispos, que además suspendieron las procesiones de Semana Santa.
Desde aquel momento, se optó por realizar los ritos litúrgicos a puertas cerradas y con misas en línea.
Así se celebró, por ejemplo, el Domingo de Ramos (5 de abril), en el que José Rafael Quirós, arzobispo de San José, llamó a los fieles a no discriminar a quienes padecieran el coronavirus.
Sin romería
Otra de las actividades religiosas que no podría realizarse sería la tradicional romería del 1.° y 2 de agosto a la basílica de los Ángeles, en Cartago, pues dentro de este plan de 80 días no se incluyen actividades o eventos masivos.
Sobre este tema se pronunció este martes el obispo emérito de Cartago, Francisco Ulloa.
“El Gobierno nos ha vetado la realización de la romería y los festejos de la patrona de Costa Rica, Virgen de los Ángeles”, manifestó.
Ulloa, quien sigue activo y oficia misa desde la basílica, a través de Telefides y otros medios, recordó la situación que enfrentó en el 2009, cuando la entonces ministra de Salud, María Luisa Ávila, canceló la romería para evitar la propagación del AH1N1, otro virus respiratorio.
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Ulloa llamó, este martes, a respetar las medidas señaladas por las autoridades santarias, pero admitió que las decisiones son dolorosas.
"Es doloroso que se le quite a los católicos costarricenses su manifestación más grande de fe, siendo la romería a la Negrita, una de las más grandes del mundo”, expresó.