Lo adelantó, en mayo pasado, la jefa de Enfermería del Hospital México, Silvia Beirute, al relatar la dura experiencia de atestiguar la muerte de personas jóvenes por causas relacionadas con la covid-19.
“Hay mucha gente joven luchando. Quienes están falleciendo son personas de 40 años, entonces el sufrimiento cambia. Gente joven, ¡gente joven! ¿Por qué? ¿Por qué? Duele ver gente joven fallecida”, aseveró Beirute en aquel momento.
La amarga experiencia que ella y su equipo viven a diario fue corroborada por los datos de mortalidad por covid-19 que reveló el Ministerio de Salud, el 22 de junio.
De acuerdo con esas cifras, un 33,3% de las muertes registadas en esta nueva ola pandémica se presentan en el grupo de personas de entre 50 y 64 años, y otro 32,7% entre quienes tienen 23 y 49 años.
El avance de la vacunación desplazó la curva de casos en los adultas mayores, quienes en un inicio fueron las más golpeados por esta enfermedad. Hoy, gente de menor edad está concentrando tanto la mortalidad como la morbilidad por esta causa.
Roy Wong, epidemiólogo de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), confirma un elemento adicional que Silvia Beirute mencionó en su relato de mayo: las personas más jóvenes, cuando enferman severamente por la covid-19, tardan más tiempo en morir.
“Su condición de ser más jóvenes les permite defenderse mejor no solo de una infección de SARS-CoV-2 (el nuevo coronavirus que causa la covid-19), sino también de una descompensación de una condición de fondo.
“El organismo está luchando por no sucumbir ante la infección, se prolonga la hospitalización, y nos deja en un punto donde la mortalidad también tiene un atraso por este fenómeno”, explicó el médico.
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Beirute también había explicado en mayo las razones por las cuales, según ella, los más jóvenes se aferran tanto a la vida:
“Es gente con hijos pequeñitos y no quieren dejarlos, y ellos lo expresan. ‘¡Ayúdenme!’, dicen. Ahí viene la impotencia que siente la Enfermería y los médicos, que no pueden rescatar esa vida, y la persona diciéndome: ‘¡Ayúdeme, ayúdeme!’”, indicó.
Wong confirma la validez de esta apreciación al detallar que, en promedio, el atraso en el desenlace fatal de casos severos en personas jóvenes se ve unas tres semanas después de su ingreso al hospital.
Lo anterior también explica, en parte, las razones por las que en las últimas semanas se ha notado un descenso en el número de nuevos casos confirmados y en el total de hospitalizaciones, pero no así en la cantidad de muertes.
En la actualidad fallecen, en promedio, 20 enfermos cada día, informó el viceministro de Salud, Pedro González Morera, al actualizar los datos epidemiológicos, el 22 de junio.
¿Quiénes mueren hoy de covid?
El epidemiólogo Roy Wong explica que el país no tiene un precedente sobre lo que está ocurriendo actualmente con la mortalidad.
“Hace unas cuatro o cinco semanas comenzamos con un proceso de desaceleración de la curva de casos. Muy probablemente asociado a la protección de la vacunación hacia grupos más avanzados de la vida, tenemos este desplazamiento hacia edades más tempranas en esta nueva ola, que todavía estamos viviendo.
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“De los casos graves, la edad promedio de afectación en enfermedades graves se ha desplazado 19 años menos, en promedio, en relación con lo que tuvimos el año pasado, en un periodo no vacunal (sin vacuna contra covid)”, explicó Wong.
En otras palabras, está bajando la edad promedio de afectación en casos graves, mientras sube la edad promedio de cobertura de vacunación, en una estrecha correlación con la estrategia de proteger primero a los grupos considerados, hasta hace poco, como los más vulnerables.
Los más jóvenes, explica Wong, son personas que si bien es cierto desarrollan un cuadro grave, no tienen otras enfermedades asociadas, o comorbilidades.
Tampoco tienen una vulnerabilidad que les genere, tempranamente, una descompensación de sus enfermedades de fondo, o a morir al comienzo de un cuadro grave.
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Lo anterior explica las hospitalizaciones más prolongadas en estos grupos de edad, y el hecho de que muchos de quienes desarrollan cuadros severos o graves, tarden más en fallecer.
“¿Quiénes tienen esta enfermedad grave? Los tres principales factores son diabetes, hipertensión y obesidad como condiciones crónicas, y las estelares, las que llevan a que una persona pueda desarrollar enfermedad grave, perder la batalla y fallecer.
“No estamos hablando de esas enfermedades en conjunto (cuando una persona tiene varias al mismo tiempo). Estamos hablando de presentación individual, exacerbada todavía más si se presentan en conjunto.
“Estas personas son las que estamos visualizando con mayor afectación de mortalidad y morbilidad severa en el grupo de menor edad”, sostuvo Wong.
El desplazamiento a grupos que son ahora los más vulnerables, puede seguir ocurriendo, incluso con la vacunación.
Esto está relacionado con los procesos de inmunidad en la población susceptible, y en el comportamiento viral.
“El virus buscará, o las personas buscarán al virus, desde el punto de vista de procesos de no tener inmunidad o protección. Posiblemente, vamos a ver cómo este desplazamiento que ya ha sido muy marcado, reduce la hospitalización como enfermedad grave y lleva la mortalidad hacia grupos cada vez más jóvenes.
“No es que el virus ha cambiado su preferencia de infección. No, sino que busca un nicho donde la población tiene menor grado de protección. Esto no excluye que un adulto mayor o un vacunado se infecte”, aclaró Wong.
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El médico recuerda que la vacuna es un paso muy importante, pero aclara algunos aspectos sobre este proceso que considera claves:
Primero, dice Wong, esta vacuna no confiere un ciento por ciento de protección, ni siquiera con el esquema completo.
Segundo, según señala, se debe considerar que el nivel de inmunidad esperado se alcanza a las dos semanas de la aplicación de la primera dosis: “No es que ayer me vacunaron y hoy estoy protegido”, insistió.
Y lo tercero, la inmunidad no es blanco y negro: cuando se coloca la vacuna, explica Wong, comienza a un proceso creciente de respuesta.
“La inmunidad de hasta un 80% se puede alcanzar en un proceso secuencial, en donde el sistema de defensa tiene que ir respondiendo a esta inmunidad inducida por la vacuna”, explicó el especialista.
Por lo anterior, como se ha dicho tantas veces, la protección de la vacuna se tiene que complementar con las medidas que ya conocidas: uso de mascarilla, lavado de manos, distanciamiento físico, protocolo de tosido y estornudo, y mantener la burbuja social.
Esto es especialmente importante de tener en cuenta, en momentos en que podría ingresar al país una nueva variante, la llamada Delta, mucho más contagiosa y con cuadros más severos en población joven, según han registrado otros países donde ya circula.
“En un mundo globalizado sería poco realista decir que no llegará a Costa Rica. Llegará, tarde o temprano. La pregunta es cuándo. Posiblemente, aquí nos vuelva otra vez a desplazar la curva.
“Si en este momento hay un fenómeno hacia personas más jóvenes, posiblemente esto nos revierta la curva. Tenemos que estar preparados, individual y colectivamente, para poderla afrontar”, finalizó Wong.