Se le conoce como la puerta 11 (P11), pero más que una puerta es un área del servicio de Emergencias del Hospital México adonde llegan personas con síntomas respiratorios; la mayoría de quienes consultan, por no decir que todos, llegan por covid-19.
También es el sitio donde el miedo a la muerte se apodera de los enfermos que ponen un pie en el hospital: ese el punto donde se separa del pariente que lo llegó a dejar, sin saber si regresará a casa con vida.
“El sufrimiento empieza desde que ellos ingresan. Un día de estos, el jefe de Enfermería, en Emergencias, me llamó para preguntar si tenía una enfermera especialista en Salud Mental porque usted no saben cómo se descompensan los pacientes en la puerta 11 cuando van para arriba”, relató Silvia Beirute, jefa de Enfemería del Hospital México.
Ese “para arriba” es hacia salón de internamiento o a una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). En este momento, las del México son las que están más llenas. Este 17 de mayo, tenían 118 enfermos de covid-19 luchando contra la muerte, según el reporte del Ministerio de Salud.
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“¿Qué es la puerta 11? Es donde se recibe al paciente cuando entran por urgencias. Cuando se recibe a quien viene con síntomas, como fiebre o diarrea. Los médicos hacen el filtro.
“Se les hace el hisopado, y si se ve que tiene covid ahí mismo se le dice que será internado. Desde ahí empieza el sufrir de esa persona. Es el miedo a morir, porque tenemos una connotación de covid igual muerte”, narró Beirute.
En la P11, a los pacientes se les clasifica, según su condición, en blanco, verde, rojo y azul. Hay espacio para sala de shock, que es donde se intuba de una vez a quien viene en estado más crítico.
A los pacientes más críticos se les da la atención de soporte avanzado, para luego llevarlos a UCI, explicó Juan Jose Tijerino, jefe de Enfermería en Emergencias.
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El paciente sube a salón con la prueba PCR para covid realizada, y con el diagnóstico.
Y, sí, son muchos los que se descompensan emocionalmente al saber que van para “arriba”. Es cuando el sufrimiento empieza, admite, conmovida, la jefa de Enfemería del México.
‘¡Ayúndeme!’, piden papás jóvenes
Silvia Beirute tiene más de 40 años de laborar en Enfermería, y nunca en su carrera había presenciado las escenas tan desagarradoras que esta pandemia está dejando a su paso.
Ella es la cabeza de un equipo de 1.800 trabajadores, entre personal de Enfermería, auxiliares y asistentes de pacientes, uno de los músculos más importantes en el abordaje de estos enfermos.
La cantidad de personal ha crecido sustancialmente desde que se inició la emergencia nacional por la covid-19, pues han tenido que traer nuevos trabajadores a reforzar la labor.
Los están capacitando junto a enfermeros expertos, pero con la técnica de aprender haciendo: no hay tiempo para más.
El México recientemente tuvo que tomar el tercer piso de su nueva torre noreste, originalmente diseñada para la atención de pacientes quirúgicos, y dedicar los 25 cubículos para ampliar su capacidad de cuidados intensivos a pacientes con covid-19.
“Es fuerte ver que en este momento cambió (el ataque del virus) hacia gente joven. El personal sufre. Tiene altos y bajos. La carga no es solo por el trabajo físico. Es por ver al paciente solo, sin su familiar. Se hacen videollamadas, pero no es lo mismo de antes.
“Hay mucha gente joven luchando. Quienes están falleciendo son personas de 40 años, entonces el sufrimiento cambia. Gente joven, ¡gente joven! ¿Por qué? ¿Por qué? Duele ver gente joven fallecida”, afirma Beirute, como intentando dar, ella misma, con alguna respuesta.
Para Beirute, quien ha presenciado lo más crudo del dolor humano durante su carrera profesional, es absolutamente inédito lo que se está viendo.
“Sentimos que la covid arrebata a la persona. Se siente una frustración muy grande. ¿Por qué? ¿Por qué está pasando esto. (...) una persona ingresa y no vuelve a ver a su familiar y muere sin su familiar. Eso es sumamente doloroso. Incluso, escucharlos decir que no quieren morir porque tienen sus hijos pequeños.
“Es gente con hijos pequeñitos y no quieren dejarlos, y ellos lo expresan. ‘¡Ayúdenme!’, dicen. Ahí viene la impotencia que siente la Enfermería y los médicos, que no pueden rescatar esa vida, y la persona diciéndome: ‘¡Ayúdeme, ayúdeme!’
La lucha de los más jóvenes es intensa. Se aferran a la vida, cuenta Beirute, con una fuerza casi demoledora.
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Esto hace que su permanencia también se incremente en estos servicios, y es una razón que se suma a las causas de la falta de camas libres para más enfermos en espera de atención.
Este hospital cuenta con el apoyo de sacerdotes para aliviar esa falta de acompañamiento de los enfermos de covid-19 hospitalizados, cuenta Beirute.
Es parte del concepto de muerte digna que en ese y en otros hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) impulsan desde hace varios años; con particular intensidad durante la pandemia.
Los sacerdotes aprendieron a vestirse con todo el equipo como si fueran expertos. Tener este acompañamiento (para los enfermos) a Enfermería le da paz”, afirma Beirute.
Para la jefa de Enfermería es vital que las autoridades de Salud impulsen la llegada de más vacunas.
“¡Por favor, yo suplico por más vacunas! Si se vacuna a la población de forma masiva, como lo está haciendo Estados Unidos en este momento, disminuiría (la cantidad de) personas en los hospitales”, dijo Beirute, para quien ya va siendo hora que Costa Rica realice campañas intensivas de vacunación de 24 horas.