En las últimas cuatro semanas, las autoridades de salud han atendido a 138 enfermos de malaria en el cordón fronterizo norte, 13 de los cuales presentaron recaídas de infecciones previas como parte de un brote que comenzó dos meses atrás.
El cerco epidemiológico incluye a las comunidades de Medio Queso, San Gerardo, Cuatro Esquinas, Isla Chica, La Trocha, Las Delicias y Coquital, donde funcionarios de vectores del Ministerio de Salud y Asistentes Técnicos de Atención Primaria (ATAPS) de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), realizan un barrido de visita casa por casa para detectar personas con síntomas, tomar muestras de sangre, suministrar medicamentos a personas sospechosas, entregar toldos y fumigar áreas cercanas al domicilio.
Otro equipo de profesionales médicos y de planificación de la salud se encargan del análisis, seguimiento y evolución de los casos reportados. De esta forma, buscan evitar que los enfermos sigan en aumento.
En noviembre, las acciones de control sumaron visitas a 810 casas, 1.000 toldos impregnados con insecticida entregados y la toma de 3.487 pruebas rápidas, de las cuales 35 dieron positivas. De momento, no se reportan fallecimientos.
“Dadas las condiciones de alta movilidad de personas que impera en esa zona, se ha establecido un proceso de intervención que ha consistido en la búsqueda activa de los casos, acciones de capacitación a líderes comunitarios para que ellos mantengan la actitud de alerta y compromiso comunitario, educación comunitaria sobre la malaria a los habitantes de estas localidades, y coordinación con empresas para fortalecer las estrategias de prevención”, confirmó la doctora Claudia Rosales de la Dirección de Rectoría de la Salud Región Huetar Norte.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) también trabaja dando apoyo en las diferentes áreas.
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Enfermedad de cuidado
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La malaria o paludismo es una enfermedad tropical causada por el parásito Plasmodium. Es transmitida por un mosquito llamado anófeles. En Costa Rica la cepa Plasmodium vivax es la principal, pero también se han detectado casos de Plasmodium falciparum, una cepa más agresiva y que actúa más rápido.
El parásito ingresa en el hígado y migra a la sangre, donde infecta a los glóbulos rojos. Puede causar fiebres muy altas, escalofríos y anemia. Los primeros síntomas surgen de forma repentina. En los casos más graves, destruye células sanguíneas y daña circulación, hígado y riñones y con esto provoca la muerte.
Las autoridades sanitarias nacionales consideran un caso sospechoso cuando una persona que reside o ha visitado un área malárica con transmisión activa en los últimos 40 días, presenta un cuadro de fiebre intermitente que por lo regular se acompaña de dolor de cabeza, dolor muscular, escalofríos y sudoración.
Este año se aprobó la primera vacuna contra la malaria, dirigida principalmente a población pediátrica. No obstante, este biológico va orientado hacia una cepa de plasmodium que no es preponderante en América Latina.
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