Su intención era protegerse de la covid-19 lo más pronto posible. Por eso viajó a Carolina del Norte, Estados Unidos.
Sin embargo, aunque parezca irónico, fue en el viaje cuando se infectó y regresó al país con el virus.
“Justamente el día que me inyectaron me infecté, según mis cálculos”, dice este hombre de 38 años, quien vive en el sector oeste de San José.
“Tengo muchísimos familiares que se han vacunado allá, muchos amigos. A ninguno le pasó nada. Yo fui el ‘salado’. Sabía que existía ese riesgo, pero decidí correrlo”, reconoció.
Él sabía que esa posibilidad, aunque escasa, existía. Consideró que era mucho mayor el peligro de infectarse aquí, pues al ser arquitecto, visita construcciones con frecuencia.
Por su edad y ausencia de factores de riesgo sabía, además, que aún está lejos el turno para recibir las vacunas aquí y estimó que el viaje no solo lo protegería a él, pues a su regreso, sería una persona menos que pudiera contagiar a otros.
“Por mi trabajo, algunas cosas sí las puedo hacer desde la casa, pero también, tengo que visitar obras constantemente, tengo que comprar materiales. Ahí estoy en contacto con gente, hay contratistas que un día están en una obra y otras en otra. Mi riesgo de contagio era mucho mayor al de cualquier persona que puede hacer teletrabajo tiempo completo”, manifestó.
“Pero, también, sabía que si me infectaba allá yo aquí vivo solo, entonces no vendría a infectar a nadie”, añadió.
Las probabilidades de que a una persona le suceda esto no están calculadas, pero la epidemióloga Ana Cecilia Morice las describe como “muy, muy remotas”.
La noticia
Este arquitecto salió de Costa Rica un miércoles rumbo a Carolina del Norte; un vuelo de 4,5 horas.
El viernes recibió la vacuna y el lunes regresó. El martes ya tenía los primeros síntomas: un dolor de garganta que atribuyó a cualquier otra cosa.
Pero los síntomas fueron en progresión y ya para el viernes estaba con fiebre y en cama. El sábado fue a hacerse la prueba. Llegó al laboratorio y dijo “creo que tengo covid-19″.
En ese momento, relató, quienes le tomaron la prueba usaron otro protocolo, lo apartaron del resto de las personas a la espera de exámenes diagnósticos y utilizaron equipo especial.
Horas después tenía su resultado. Este martes, aseguró, ya se siente mejor.
“Sí, me siento ya sin fiebre, con energía, pero tengo que controlar mi respiración para no toser y que no me falte el aire”, manifestó.
Medidas extremas
Al repasar las decisiones, el arquitecto reconoció que en los aeropuertos y en los diferentes lugares de Estados Unidos en los que estuvo sí había más riesgo del que hay en otros lugares de Costa Rica.
“El avión venía llenísimo, tanto de ida como de vuelta. Yo pagué ejecutiva para tener más espacio, pero igual tenía a alguien a la par. Hay muchísima, muchísima gente en los aeropuertos. Eso parece la avenida central en compras navideñas. La gente no guarda la distancia”, manifestó.
Incluso, él mismo buscó vacunarse en una farmacia pequeña y tomar la primera cita del día. Cuando recibió esa primera dosis de la vacuna de Pfizer, solo él y la persona que lo inyectó estaban en el establecimiento.
“Hay lugares donde la gente anda sin mascarillas. En los restaurantes el aforo es full, no hay distancia entre mesas”, añadió.
Sin embargo, aseguró que volvería a ir. No duda en que cuando esté recuperado del todo viajará por su segunda dosis y preguntar que, si por haber estado ya infectado, debe comenzar el esquema otra vez o solo le basta la segunda.
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Medir el riesgo personal
Morice, como epidemióloga, recomienda a cada persona medir el riesgo individual de contagiarse aquí versus el de infectarse si viaja por la vacuna.
No es el mismo riesgo, por ejemplo, de alguien que atiende público como parte de su trabajo y está en constante contacto, con el de gente que puede trabajar sin salir de casa.
“E incluso quienes trabajan desde casa tienen riesgos diferentes. No es lo mismo quienes viven solos que quienes viven con alguien que trabaja fuera, o quienes tienen hijos en kínder o escuela”, destacó Morice.
También hay otros factores que deben medirse, como los factores de riesgo de la persona, y su edad.
“Por ejemplo, si usted tiene 59, 60, 61 años es poco lo que tendría que esperar, versus quien tiene 32 o 35 años. Yo tengo un hermano al que lo llamaron para vacunarse mientras estaba allá poniéndose la vacuna”, narró.
La especialista advirtió que esto no puede verse como un viaje de placer como los de la época prepandemia, porque entre más actividades se realicen en lugares con más aglomeración de personas, será mayor el riesgo.
Esto no quiere decir que la persona vaya a ir del hotel (o lugar donde se hospedan) al sitio de vacunación y no visite otro lugar, pero sí que tengan mayores cuidados a la hora de visitar otros espacios, estar con más personas y las actividades que realizan.
Ambos entrevistados indican que ellos sí recomiendan salir del país a vacunarse, siempre y cuando las personas sopesen ese riesgo individual y vean en qué caso es más probable una infección. El riesgo cero es inexistente, pero cada persona debe calcular dónde está el peligro mayor.
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