Los sueños del joven Álvaro Ureña Maxwell de convertirse en médico especialista en Anestesiología estuvieron a punto de caer por un barranco debido a la pandemia por la covid-19.
El confinamiento obligatorio y las limitaciones extremas para volver a las aulas universitarias, lo obligaron a no matricular durante dos cuatrimestres seguidos. Pero su perseverancia pudo más y hoy, con más de un año de retraso en sus estudios, este joven de 24 años es la mejor nota del examen para el internado rotatorio en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
La prueba en la que sacó un 92 (sobre 100) es el Examen de Ciencias Clínicas (CSE), el cual lo realizaron 570 estudiantes de último año de Medicina de siete universidades privadas y la UCR, el pasado 9 de noviembre. Esta prueba la elabora la International Foundations of Medicine (IFOM), y se aplica en cuatro continentes.
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Alumno de la Escuela de Medicina de la Universidad Latina, Álvaro Ureña reconoce, sin ningún rodeo, que sí, él esperaba una nota como esa porque desde que entró a la universidad estudió con ahínco para obtener los mejores resultados.
Oficialmente, la CCSS no le ha dicho que es la mejor nota. Sin embargo, al revisar los resultados vio que estaba de primero, y en su universidad lo felicitaron. La oficina de prensa de la Universidad Latina confirmó a La Nación que entre sus estudiantes estaba la mejor nota del IFOM.
La segunda mejor nota en el IFOM la obtuvo Ana Lucía Piedra Pacheco, con un 86. Ella es estudiante de la Escuela de Medicina de la Universidad de Costa Rica (UCR).
“No me sorprendió la nota”, confesó este limonense de nacimiento, hijo de Róger Ureña y Yorleny Maxwell, vecino de San Pedro de Montes de Oca, en San José.
“Nunca tuve otra carrera en mente”, contestó ante la pregunta de por qué escogió Medicina.
“Tenía nota para entrar a varias ingenierías en el Tec (Instituto Tecnológico de Costa Rica, en Cartago), pero no me veía ahí. Lo mío es la Medicina. Siempre me ha interesado conocer el comportamiento del organismo humano”, explicó.
El examen que hoy lo pone a la cabeza de los resultados entre 570 estudiantes de 8 escuelas de Medicina, lo tenía que haber hecho hace un año. Pero lo que se ha vivido con la pandemia de covid-19 puso un freno grande a la programación de sus planes.
Será en enero del 2023 cuando comience a hacer su práctica de último año de Medicina. Está programado que la inicie en la Clínica Jiménez Núñez, en Goicoechea. Luego rotará en el Hospital Nacional de las Mujeres y el Hospital Nacional de Niños para terminar su año de internado en el Hospital Calderón Guardia.
Su papá es cafetalero y ganadero en la zona de Los Santos. Desde chiquito, Álvaro aprendió las artes del trabajo del campo, y sabe lo que es partirse la espalda de sol a sol.
Por eso, aprecia y agradece que sus padres le dieran la oportunidad de formarse en la universidad, un regalo que no desaprovechó, pues espera convertirse en el primer médico de la familia.
Aunque le llama la atención estudiar algún posgrado en Estados Unidos, no descarta sacar la especialidad aquí, en su país natal.
“Ejercer mi carrera en Costa Rica me parece maravilloso”, afirma mientras cuenta que su propósito es servir a las personas más enfermas y dar lo máximo en ese servicio desde la Medicina.