Salud

Migrantes en Paso Canoas: condiciones inhumanas agravan drama de extranjeros varados en frontera sur

Familias no pueden continuar viaje porque no tienen dinero para los pasajes; mientras esperan, duermen en aceras con niños enfermos expuestos al sol y la lluvia

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El pequeño Milan Tiapa no para de toser, mientras sus papás relatan la travesía que los tiene “varados” en Paso Canoas desde hace una semana, junto a cientos de migrantes de países como Venezuela, Ecuador y Colombia.

Su mamá Maidarlin Tiapa cuenta que el pequeño lleva ya más de cuatro días con tos y sin un diagnóstico claro porque en el centro de salud les dieron una medicina sin brindarles mayor detalle. Sin embargo, para ella no es difícil de suponer que dormir a la intemperie sobre cartones y expuesto a la lluvia solo empeora la condición de su hijo.

Milan tiene dos años y pasó junto a sus papás la selva del Darién, a mitad de setiembre. Su familia, al igual que centenares de migrantes, están varados en este sector limítrofe porque no cuentan con el dinero para pagar los $30 que cuesta el pasaje de bus que deben abordar para trasladarse a la frontera con Nicaragua.

Un bebé enfermo cuya tos se agrava con el paso de los días
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Un bebé enfermo cuya tos se agrava con el paso de los días

Mientras tanto, deben refugiarse en un albergue improvisado que antes funcionaba como campo ferial. Allí, se observan pequeños enfermos durmiendo en la calle y cubriéndose de la lluvia con plásticos o, en el mejor de los casos, dentro de tiendas de acampar donde el agua se filtra por el suelo y el calor sofoca durante gran parte del día.

“Es más difícil estar aquí que pasar la selva (de Darién). Aquí estamos como presos, porque no podemos seguir si no tenemos el dinero, avanzamos y nos devuelven”, relató Davelis Quintero, quien viaja junto a sus tres niñas, su esposo y su mamá.

Su familia, al igual que la del pequeño Milan, se instaló en una acera, porque asegura que en el campo ferial no los dejan estar en los toldos y bajo el galerón ya no hay campo para extender los cartones.

Decenas de familias se mantienen en el albergue de Paso Canoas a la espera de reunir dinero para seguir su camino. Foto: Patricia Recio
Decenas de familias se mantienen en el albergue de Paso Canoas a la espera de reunir dinero para seguir su camino. Foto: Patricia Recio

El espacio al que se refieren recibe cada día a unos 2.000 migrantes y ve partir una cifra similar en los autobuses que hasta ahora son operados por la empresa Tracopa. Según indicaron los mismos choferes, a diario salen entre 30 y 40 unidades cuyo horario lo determina el momento en que se llenan.

Dichos buses, que parten del propio campo ferial en un servicio directo hasta la frontera norte, son el único medio que tienen los migrantes para continuar el camino; si lo hacen por otra vía se arriesgan a ser detenidos y deportados por las autoridades.

El pasado viernes, los gobiernos de Costa Rica y Panamá acordaron disponer de 200 buses para transportar, a partir de este lunes, entre 2.000 y 3.000 migrantes por día directamente desde Panamá hasta Peñas Blancas, en la frontera con Nicaragua.

Los pasajes para los migrantes que no porten dinero serían cubiertos con recursos públicos y fondos que se espera recolectar de la comunidad internacional, pues ninguno de los países puede asumir los costos totales.

A diario salen entre 30 y 40 buses desde el mismo campo ferial donde se encuentra el refugio.
A diario, salen entre 30 y 40 buses desde el campo ferial de Paso Canoas donde se encuentra el refugio para migrantes. Patricia Recio

La Organización No Gubernamental Cadena, que brinda ayuda humanitaria en el albergue, estima que unas 600 personas permanecen en el lugar porque no cuentan con el dinero para pagar el pasaje. En algunos casos, la estancia se extiende por varios días y hasta semanas.

La improvisada “estación humanitaria” está compuesta por un galerón sin paredes que fue construido por esa misma organización con ayuda de la Municipalidad de Corredores, además de baños comunes y unos fogones.

En un contenedor dentro del mismo campo ferial dos doctores y dos enfermeras de esa ONG brindan atención médica a unas 60 personas al día, en su mayoría niños y mujeres.

También hay otro contenedor que funciona como una especie de “tienda”, donde los voluntarios entregan tiquetes a los migrantes para que puedan adquirir prendas de vestir y artículos de higiene personal.

Ahí mismo se instaló una pequeña oficina de Tracopa donde se venden los tiquetes para viajar a la frontera norte y una ventanilla de la casa de remesas Western Union en la que los migrantes reciben dinero que envían otros familiares desde el extranjero.

Desde hace dos semanas, cuando se presentó un altercado luego del decomiso de productos que los migrantes comerciaban para reunir dinero, también se reforzó la presencia policial dentro del lugar.

En el galerón, las familias se amontonan cuando llueve y muchas duermen en ese mismo espacio sobre cartones o sábanas, pero ahí no se permite instalar tiendas de campaña.

En las afueras abundan ventas de comidas y en ellas ya es común escuchar que se ofrecen platos típicos de los países de origen de quienes habitan ahora en ese sector: “arroz trifásico, hallacas, arepas”.

Un galerón sirve de refugio para cientos de familias que duermen sobre cartones mientras reunen dinero para seguir su viaje.
Un galerón sirve de refugio para decenas de familias que duermen sobre cartones, mientras reúnen dinero para proseguir su viaje hacia Estados Unidos. Foto: Patricia Recio

Sin embargo, para una gran mayoría comprar esos platillos resulta imposible y, más bien, dependen de las ayudas que ofrecen empresarios, iglesias y otras organizaciones que se acercan a repartir alimentos preparados o víveres que son dejados en los contenedores de Cadena.

El domingo anterior, mientras un leve aguacero comenzaba a caer, un equipo de La Nación observó la rapidez con que se formó una larga fila en la calle tras correrse la voz de que estaban regalando comida.

Ese día, el empresario Pablo Zúñiga acudió con varios colaboradores y, en menos de dos horas, despachó los 1.000 tamales que había llevado acompañados de refrescos y leche para los más pequeños.

Antiguo campo ferial alberga hasta 2.000 migrantes
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Migración traslada a extranjeros que se encontraban en albergue de Paso Canoas
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Antiguo campo ferial alberga hasta 2.000 migrantes

Keller Antonio Marín, un venezolano que se encontraba junto a su familia bajo unos plásticos que le sirven de techo, aseguró que ese tipo de ayuda significa la única alimentación a la que tienen acceso algunos días.

“Llevamos aquí ocho días y sobrevivimos así; como con ese señor que trae las ayudas, hay un señor de un restaurante que en la noche nos da sopa.

“Estamos varados porque estamos tratando de juntar el dinero, pero no hemos podido porque aquí nos dejan trabajar, pero tampoco nos apoyan”, relató el hombre que viaja con su familia conformada por cuatro niños y dos adultos.

La directora ejecutiva de Cadena, Marta Blanco, relató que la organización comenzó a ayudar en esta crisis humanitaria hace más de un año, cuando se empezaron a acumular familias en las calles de San José y, posteriormente, en Ciudad Neilly, en la zona sur.

Blanco indicó que luego de que se activara la mesa de trabajo en coordinación con la Dirección de Migración y otras instituciones locales, se trasladaron al campo ferial donde se ubicaría a las familias en un “alojamiento transitorio”.

En los alrededores del refugio decenas de familias pasan la noche en tiendas de campaña. Quienes no tienen este tipo de carpas deben dormir sobre cartones a la intemperie. Foto: (EZEQUIEL BECERRA/AFP)

La vocera detalló que para inicio de año la cantidad de personas que ingresaban por la frontera rondaba los 1.100 diarios, pero a la fecha ese número se duplicó.

Incluso, según señaló, hay días en que llegan hasta 4.000 personas. Esto ocurre cuando las condiciones climatológicas en el Darién obligan a los viajeros a esperar para atravesar la selva y, entonces, se vienen en oleadas más grandes.

Según Blanco, al inicio los grupos de migrantes eran conformados por hombres jóvenes que hacían la travesía solos. Actualmente, la mayoría son familias con niños. De hecho, comentó que entre un 25% y un 30% de los viajeros son menores.

“Una de las crisis más grandes que tenemos es que no damos abasto con los pañales, porque todos estos niños vienen con enfermedades gastrointestinales o diarrea. Entonces, compramos miles de miles de pañales semanalmente y cada semana tenemos que duplicar”, relató.

Blanco detalló que los problemas intestinales, enfermedades respiratorias y desnutrición son los que más presentan los pequeños luego de verse expuestos a la selva, así como al consumo de agua y alimentos contaminados.

En la mayoría de casos, se les brindan medicamentos y los que se consideran más graves son referidos a los centros médicos.

Un caso complejo reciente, recuerda la funcionaria, fue el de una menor de nueves meses que presentaba un cuadro gastrointestinal y, además, se contagió de covid-19. Luego de ser trasladada al Hospital Nacional de Niños, falleció.

La directora del Hospital de Ciudad Neilly, Marcela Leandro, aseguró que actualmente ese centro médico recibe en emergencias a todas las personas migrantes que requieren de atención.

Según comentó Leandro, la mayoría de consultas corresponden a niños, mujeres embarazadas y adultos mayores. Ese centro médico atiende unos 300 casos de ese tipo por mes.

“Hemos tenido diarreas, amenazas de partos, rotavirus, malaria y casos de tuberculosis (...). Hemos trasladado muchos niños al Hospital de Niños intubados con enfermedades respiratorias”, detalló.

Agregó que también reciben personas con enfermedades crónicas no controladas, como diabetes, a quienes se les estabiliza y se les brinda tratamiento para que puedan continuar su viaje.

No obstante, señaló que han tenido casos que han requerido internamiento o que incluso han obligado a coordinar el regreso a sus países de origen tras sufrir amputaciones o cirugías mayores.

El pasado viernes, tras una reunión bilateral entre los mandatarios Laurentino Cortizo (Panamá) y Rodrigo Chaves (Costa Rica), se anunció que a partir del lunes se dispondría de 200 buses para transportar a los migrantes directamente desde el Centro de Atención de Personas Migrantes (Catem), ubicado a unos 11 km de Paso Canoas, hasta la frontera con Nicaragua.

Chaves indicó que el objetivo de trasladar a las personas hasta esta zona “aislada” es que los costarricenses ni siquiera “sientan” los flujos migratorios. El mandatario estimó que por día podría haber unos 70 viajes para trasladar hasta 3.000 personas.

“La idea es que duren la cantidad mínima de tiempo, ¿Qué significa eso?, primero, no van a salir de Catem, los nuevos no van a salir. Va a haber una evaluación rápida de las listas que Panamá y Costa Rica estarán intercambiando. Súbase al bus, haga el pago y que Dios los acompañe en su ruta hacia el norte”, indicó Chaves.

Ese viaje directo requeriría de una inversión de $40 por persona. Las autoridades de Gobierno no detallaron qué empresa autobusera asumirá dicha operación ni cómo se costeará el viaje de los migrantes que no tengan los recursos para pagar ese pasaje.

“No todos tienen el dinero, nosotros no podemos permitir que se vengan a ganar ese dinero vendiendo y haciendo cosas en nuestra poblaciones. Esa es parte de la contribución internacional que nuestros países, que nosotros no estamos en posición de asumir”, dijo Chaves, quien calculó que cubrir esos viajes representaría una inversión de entre $3 millones y $4 millones anuales.

Hasta el pasado 29 de setiembre, la Dirección General de Migración y Extranjería registraba el paso de 320.110 personas migrantes por la frontera sur del país; de estos 274. 242 eran adultos y 45.868, menores de edad.

Patricia Recio

Patricia Recio

Periodista de Infraestructura y Transportes, trabaja en La Nación desde el 2012. Bachiller en periodismo de la Universidad Internacional de las Américas, estudió Comunicación y Mercadeo en la Universidad Latina y completó el programa sobre Cobertura inclusiva y perspectiva de género del Knight Center.

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