Ciudad Neily, Corredores. Yecsimar Navas y Leomagno Gutiérrez se aventuraron hace tres semanas a dejar su país, junto a sus tres pequeños de seis, cinco y cuatro años, en busca de una mejor vida y con un panorama de lo que sería su viaje que no se compara en nada con lo vivido hasta ahora.
El matrimonio venezolano se encontraba el lunes en la terminal de buses de Ciudad Neily, a 16 km de la frontera con Panamá, sufriendo una más de todas las dificultades que han enfrentado.
“En el Tapón del Darién nos quitaron todo, nos robaron dos veces. Acá llegamos a la terminal y Tracopa no nos quiso montar en el bus porque nos faltaba un pasaje por el niño de cuatro años.
“Me monté en el bus y hablando con el señor y el señor me empujó del bus. Al final perdimos los pasajes de ¢8.100 cada uno. Nosotros no comimos anoche, ni desayunamos hoy para poder comprar esos pasajes y ahora perdimos la plata” contó desesperada la mujer.
La joven madre afirmó que cuando se metieron a la selva, en la frontera de Colombia, les dijeron que durarían unos dos días cruzando hasta llegar a Panamá, pero en total tardaron seis días.
Ahí los asaltaron a mano armada dos veces, e incluso los dejaron sin las tiendas de campaña, por lo que tenían que dormir bajo las matas.
“Ha sido muy duro. A ellos se los había llevado el río porque creció y unos haitianos nos ayudaron y nos sacaron, caminando con una cuerda. Los que saben nadar nos ayudan, nos iban ayudando (...) traíamos comida y al cuarto día se nos terminó, fue muy duro. Los haitianos nos daban sopa y preparábamos sopa y comían los niños”, contó.
Leomagno aseguró que a diario son miles de personas las que ingresan a la selva. En su grupo dijo, iban más de 200 personas.
“Hay muchísima gente y muchísimos muertos”, recordó.
En Panamá, dijo, debían pagar $40 para que los llevaran de un refugio a otro y si no tenían dinero debían quedarse recogiendo basura cuatro días.
El joven matrimonio contó que son los primeros en su familia en dejar Venezuela, por lo que no cuentan con ayuda de otros allegados en Estados Unidos, como sí es común entre otros migrantes.
Para poder salir vendieron su casa y todos sus bienes y así reunieron el dinero, que hasta ahora no saben si será suficiente para cumplir su sueño de dar un mejor futuro a sus hijos.