De los 165 nacimientos registrados en el 2022 en el cantón de Montes de Oro, en Puntarenas, fallecieron dos bebés antes de cumplir 12 meses de vida. Un año después, de los 119 nacidos vivos, fallecieron seis.
Ese comportamiento entre nacimientos y defunciones elevó sustancialmente la tasa de mortalidad infantil (TMI) en ese cantón, que pasó de 12,12 a 50,42 muertes por cada 1.000 nacidos vivos menores de un año, entre los años 2022 y 2023.
Un análisis realizado por el Consejo de Promoción de la Competitividad, en su IV informe, pone a Montes de Oro a la cabeza de una lista de 22 cantones que en el 2023 superaron el umbral establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la tasa de mortalidad infantil, de 12 muertes por 1.000.
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Solo Montes de Oro cuadriplica el umbral de OMS. A este cantón le siguen otros como Nandayure, en la provincia de Guanacaste. Ahí, no se registraron defunciones infantiles entre los 92 nacimientos del 2022. Pero, un año después, murieron tres bebés de los 90 nacidos vivos. Esto elevó la TMI en ese cantón de cero a 33,3 entre un año y otro.
Según el informe, el umbral de 12 muertes por cada 1.000 nacidos permite evaluar el progreso de un país en la reducción de la mortalidad infantil. El documento analiza la situación de 82 de los 84 cantones que tiene Costa Rica. No incorpora la totalidad hasta que la mayoría de las instituciones recolecte datos de los nuevos gobiernos locales.
“Si un país tiene una tasa inferior a este número, significa que ha logrado reducir significativamente la mortalidad infantil y ofrece un entorno favorable para la supervivencia de los recién nacidos. Pero si es mayor, refleja dificultades para la supervivencia de los menores”, dice el informe, presentado este 15 de noviembre por el Consejo de Promoción de la Competitividad.
Otros cantones que superaron el umbral de las 12 muertes por 1.000 nacidos vivos el año pasado son Zarcero (27 muertes por 1.000), Bagaces (23), Jiménez (22,2) Parrita (21), Coto Brus (20,3), Mora (16,3) y Belén (15,1).
Andrés Fernández Arauz, economista sénior del Consejo de Promoción de la Competitividad, explicó que la salud es uno de los seis pilares usados para analizar el nivel de competitividad de un país. Junto a la educación, agrupa el concepto de capital humano.
En Costa Rica, dijo, el informe toma tres indicadores para medirla: esperanza de vida, tasa de mortalidad infantil y embarazo adolescente.
“La tasa de mortalidad infantil nos enciende la alarma; especialmente el caso de cerca de 20 cantones donde se supera el umbral que establece la OMS como crítico. Son cantones que, además, cuando se ven con los otros dos indicadores (esperanza de vida y embarazo adolescente), también tienen problemas.
“Pareciera que, en esos territorios, la situación de salud en general no está muy bien. Y si se extiende la lupa, tampoco en el tema de educación andan bien, o en infraestructura, telecomunicaciones… Se ve el combo completo de por qué son cantones que, en general, tienen un bajo nivel de competitividad“, explicó Fernández.
La excepción sería Belén.
Mortalidad infantil revela desarrollo
El médico y epidemiólogo Ronald Evans explica que la tasa de mortalidad infantil ha sido considerado el indicador demográfico más fiel para expresar el estado de desarrollo de un país. A mayor mortalidad infantil, menor desarrollo de una población.
Evans, quien forma parte del equipo de investigación de la Universidad Hispanoamericana (UH), recuerda cómo Costa Rica ha realizado importantes avances para reducir la mortalidad entre menores de un año.
Explicó que mientras en el quinquenio 1920-1924, la TMI de Costa Rica fue de 206,7, para el de 1965-1969 fue de 66,3. “Bajó casi un 300% entre los años 1920 y los años 1960 del siglo pasado. Para el quinquenio 2015-2019, fue de 9,4.
“Sin embargo, en los últimos años, en lugar de seguir decreciendo al mismo ritmo, ha comenzado a estancarse, primero, y luego a incrementarse”, advirtió Evans, quien reconoce que la TMI es un indicador altamente sensible al número de nacimientos, los cuales han venido en franco descenso en Costa Rica.
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En la última década, Costa Rica ha registrado TMI muy bajas, solo comparables a las de países desarrollados. El no tener el aborto legalizado da más méritos a los esfuerzos del sistema de salud costarricense por mantener este indicador en un solo dígito.
En el 2016 y en el 2021 se registraron las más bajas, de solo un dígito: 7,7 y 7,6 muertes por cada mil nacidos vivos, respectivamente.
Sin embargo, Andrés Fernández advierte de que en Costa Rica no se le ha prestado suficiente atención al dato de mortalidad infantil por región (cantón o distrito).
“Los datos del INEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos) permiten ver, incluso a nivel de distrito, para saber dentro de cada cantón dónde está empeorando la situación.
“No creemos que sea tampoco el momento de encender las alarmas, pero sí de poner el foco sobre estos territorios: ver qué está pasando, si es una situación que se puede controlar, o si es un tema metodológico por los cambios poblacionales. Pero en un país como Costa Rica, que se precia de ser muy desarrollado y tener altos niveles de salud, no podemos permitirnos que haya cantones donde la TMI supere los 10 o 15 fallecimientos cada año“, advirtió.
Caída de natalidad pesa sobre TMI
En el IV Informe Nacional de Competitividad, correspondiente al 2024, el Consejo de Promoción de la Competitividad analizó los indicadores demográficos del INEC con datos del 2023 y algunos del 2024.
A partir de ese análisis, el informe concluye que la TMI en Costa Rica registra una tendencia creciente después de los dos años más fuertes de la pandemia por covid-19, que fueron el 2020 y el 2021.
Al finalizar el 2023, la TMI era de 9,14 muertes por cada 1.000 nacimientos. La reportada en julio del 2024 alcanza las 10,55 muertes por cada 1.000 nacidos vivos. Esta última todavía no contempla el efecto de los meses con mayor cantidad de nacimientos, que usualmente son setiembre y octubre.
Además, según el IV informe, cayó el número de cantones sin muertes en menores de un año, pues se pasó de 11 en el 2022 a tres en el 2023. Los tres cantones con tasa cero de mortalidad infantil el año pasado fueron Abangares, Siquirres y San Mateo.
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Ronald Evans coincidió, por aparte, en notar un aumento de la mortalidad infantil en los últimos años.
“Esto es preocupante porque señala un deterioro social y económico en el país. La mortalidad infantil está relacionada con la educación y el ingreso, factores que indican desarrollo. Si comienza a aumentar ahora, es que estamos echando para atrás, y esto sería muy lamentable. Las autoridades de Salud deberían ver esto con mucho cuidado y ver qué se puede hacer para continuar bajando”, advirtió el médico.
Para Evans, esta tendencia en la mortalidad infantil amerita estudios epidemiológicos más profundos.
“Hay que ir a los sitios donde la mortalidad es mayor y detectar cuáles son las fallas. Y subdividir entre mortalidad neonatal y posnatal, para ver si el incremento se está dando en las muertes antes de los 28 días de nacidos (mortalidad neonatal), o después (posneonatal)“, recomendó.
Olga Araya, de la Unidad de Estadísticas Demográficas INEC, recomienda esperar los nacimientos de setiembre y octubre, que van a hacer que esta tasa posiblemente baje.
Sin embargo, confirmó que el monitoreo del 2024 indica que la TMI está aumentando y es posible que Costa Rica deje la tasa de un dígito para pasar a una de dos dígitos.
“Si calculo la TMI sin tomar en cuenta los últimos meses, solo de enero a agosto, en el 2023 fue de 13,83 y en el 2024, de 10,86. Esto, ¿por qué es? Porque los nacimientos están disminuyendo significativamente y, a pesar de que las defunciones infantiles también están disminuyendo, no lo hacen de la misma manera”, advirtió Araya.
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La experta considera que estos cambios no son producto necesariamente de un deterioro en los servicios de salud, ni en la atención de los menores de un año y en los partos. Los atribuye, principalmente, a la fuerte disminución en el número de nacimientos.
“Por ejemplo, de enero a agosto del 2023, tuvimos 32.902 nacimientos. De enero a agosto de, 2024, hubo 29.823 nacimientos. En el periodo, hay una disminución de 130 defunciones infantiles, pero los nacimientos disminuyeron en más de 3.000. El 2023 lo cerramos con 50.205 nacimientos, y el 2024 va a cerrar con menos”, explicó Araya, para quien este año podría terminar con menos de 47.000 nacimientos.
¿Cuándo deberíamos preocuparnos por la TMI?
“Realmente, no me atrevo a decir cuándo. Desde ya deberíamos estar tomando medidas como país. La TMI no necesariamente está aumentando como tal, sino que es el efecto de esta fuerte disminución de natalidad. El país se debe abocar a hacer un análisis muy puntual de la mortalidad infantil y establecer dónde, realmente, podemos incidir.
“Deberíamos plantearnos la consulta preconcepcional para que las mujeres que están quedando embarazadas estén en buenas condiciones para llevar a éxito el embarazo, y que el parto se convierta realmente en un nacimiento y no en una muerte infantil”, recomendó Araya.
La Nación solicitó conversar con algún vocero en este tema del Ministerio de Salud y de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), pero al cierre de esta nota no fue posible.
En el Boletín Epidemiológico del 1.º de noviembre, el Ministerio de Salud reveló datos de mortalidad infantil en los primeros meses del 2024. Informó de una TMI de 10,7, con un incremento de 1,97 muertes en relación con agosto del 2023, cuando se reportaron 8,73 muertes por cada mil nacimientos.
En ese informe, Salud reconoce que tanto la mortalidad infantil como la materna, indican fallas en el sistema de salud y falta de infraestructura adecuada para proteger la vida de las madres y los niños.
“Requiere también de un ajuste de las políticas y recursos que fortalezcan la atención médica oportuna y accesible para toda la población, mejoras en la educación en salud y la prevención”, indicó el Ministerio.