El Centro Nacional de Control de Intoxicaciones (CNCI) atendió este fin de semana el caso de una guanacasteca que presentó vómitos, mareos, sudoración y náuseas, luego de consumir dióxido de cloro.
La paciente, de 54 años, ingirió la sustancia el viernes. Al día siguiente, amaneció con “síntomas importantes”.
La información la confirmó Viviana Ramos, directora del centro de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Ramos explicó que el esposo de la paciente llamó, la mañana de este sábado, para preguntar si el producto es peligroso, y si debían acudir a un centro médico.
El dióxido de cloro se obtiene al agregarle un ácido al clorito de sodio. Ambas sustancias son muy similares y corrosivas.
Por sus propiedades antimicrobianas, estos compuestos se aprovechan, a nivel industrial, como desinfectante. En algunos países, también se emplea en cantidades bajas y controladas para potabilizar el agua.
Pero su acción en los tejidos biológicos, es oxidante. Es decir, daña las partes del cuerpo que toca. Sus potenciales efectos van desde afecciones gástricas y respiratorias, náuseas, vómitos y diarrea en casos leves; hasta trastornos hematológicos, cardiovasculares, hepáticos y renales.
“Como la señora no tomó mucha cantidad, se le dieron pautas o recomendaciones para estar atenta a los síntomas que puedan ser peligrosos, y que eventualmente tenga que ir al centro médico”, dijo la funcionaria.
El cónyuge de la paciente le indicó a Ramos que el producto venía en una frasco de vidrio, sin etiqueta. Describió la sustancia como un líquido amarillo, con muy mal olor.
“Yo le advertí al señor que olerlo es muy peligroso”, señaló la médica.
Según el esposo, las instrucciones que les dieron sobre el dióxido de cloro fueron mezclar cinco mililitros del contenido de la botella en un litro de agua. Les dijeron que debían tomar cuatro vasos de la solución en la mañana, y otros cuatro en la tarde, todos los días.
Al parecer, el producto lo obtuvieron por medio de una pariente, y lo estaba ingiriendo toda la familia.
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Cuatro casos de intoxicación
Este es el cuarto caso de intoxicación por dióxido de cloro que conoce el CNCI.
Los otros ocurrieron en setiembre.
Una paciente de 30 años ingresó a la clínica con afectación de garganta, tos y malestar general, luego de inhalar accidentalmente el vapor de un frasco que estaba en su refrigerador, sin saber qué contenía.
Los otros dos fueron una pareja, ambos de 36 años. Ellos llegaron al hospital con vómitos, mareos, dolor y malestar. Los médicos detectaron que la pareja se intoxicó al beber un vaso de la mezcla que hicieron con 30 mililitros de clorito de sodio y un litro de agua.
Ramos narró que el CNCI pudo detener a tiempo el caso de un adulto mayor de 80 años, a quienes sus familiares le estaban dando el químico con la intención de evitar que se contagiara de covid-19.
El centro se enteró del caso luego de que los alertara una farmacéutica, quien se enteró de la situación.
No previene ni cura la covid-19
Desde que se inició la pandemia de la covid-19, personas de distintos países empezaron a promover el dióxido de cloro para, supuestamente, prevenir y curar la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.
El producto se vende en soluciones líquidas ya mezcladas, o por materias primas. Es decir, se les da a las personas el clorito de sodio y el ácido, junto con instrucciones para mezclarlos.
Sin embargo, no hay evidencia científica que soporte el uso del dióxido de cloro como tratamiento para la Covid-19, ni para ninguna otra enfermedad. Por el contrario, se conocen sus efectos nocivos.
Desde julio, el Ministerio de Salud y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) pidieron a la población no ingerir el químico y advirtieron de que habría sanciones contra quienes lo promovieran como tratamiento contra la covid-19, por tratarse de mezclas que ponen en grave riesgo la salud de la población.
Sin embargo, el personal del Centro Nacional de Control de Intoxicaciones tiene la certeza de que son muchas las personas que lo siguen ingiriendo, desde la falsa creencia de que se trata de una sustancia milagrosa que los salvará del virus pandémico.
En el mejor de los casos, quienes lo ingieren toman dosis tan bajas y diluidas, que no causan ningún efecto en sus cuerpos. El riesgo es que consuman concentraciones por encima del nivel de seguridad, o que los vapores que surgen al hacer la mezcla del clorito de sodio con el ácido les dañen el tracto respiratorio.