“Nosotros jamás creímos que íbamos a estar inmersos en una situación que es como de película. El día que ingresaron a matar al paciente por el mar escalaron el techo de Nutrición.
“¿Cómo sabían cuál era la habitación, dónde estaba, cuál era la ventana y el piso donde se encontraba el paciente? Luego nos enteramos de que varios drones sobrevolaron el hospital días antes del asesinato haciendo labores de inteligencia”.
El relato es de Daver Vidal Romero quien tiene 22 años como director médico del Hospital Tony Facio Castro, en Limón. Durante más de dos décadas, ha sido testigo del cambio en el perfil delictivo de la provincia más azotada por el incremento de la violencia relacionada con el crimen organizado; específicamente del narcotráfico.
El caso que relata Vidal es el asesinato de Guillermo Duarte Avilés, de 30 años, acaecido el 19 de diciembre del 2023. Ese día, al menos dos hombres evadieron la malla perimetral del Tony Facio que da al mar, y llegaron hasta la ventana del salón donde estaba Duarte Avilés, a quien asesinaron de un disparo en la cabeza. Un funcionario del hospital resultó herido de bala.
No es la primera vez que esto pasa en el hospital de Limón. Vidal recordó que el Tony Facio fue vulnerado en el 2008 con otro asesinato. Ha sido el único hospital en la historia de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), dice, en el cual han ingresado hasta los servicios de hospitalización a asesinar a un paciente.
La situación que se dio en diciembre sirve para ejemplificar varias cosas. Primero, el nivel de avance tecnológico que han desarrollado estos grupos delictivos, que echan mano de drones como parte de sus tareas de inteligencia.
El asesinato de Duarte también es una muestra del grado de violencia que han alcanzado estos grupos criminales, que hoy se atreven a violar espacios como el de un hospital para acabar con lo que comenzaron: matar a integrantes de bandas enemigas heridos en rencillas.
En tercer lugar, el caso evidencia los tentáculos de estas estructuras criminales. Vidal reconoce que pudo haber habido participación de alguien dentro del hospital.
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“Tenemos entre 1.300 y 1.500 trabajadores. Es impensable que alguno no tenga algún tipo de conexión con el resto de la sociedad. Dicho por el OIJ (Organismo de Investigación Judicial), hemos tenido situaciones internas en las que hemos encontrado colaboradores, que incluso han sido heridos en actividades no lícitas.
“Hace poco tuvimos el caso de una compañera de enfermería que tuvo que abandonar el país por situaciones de estas”, indicó el médico quien admite que estos nuevos escenarios generan miedo, zozobra e incertidumbre entre el personal, formado para luchar para salvaguardar la vida.
Heridos por armas de fuego son más
El Hospital Tony Facio Castro es responsable directo de la atención de 250.000 personas de Limón, Matina, Valle La Estrella y Talamanca. De forma indirecta, atiende las referencias del Hospital de Guápiles, es decir, 180.000 habitantes más, a los que se suman los inmigrantes y turistas.
Sus instalaciones, que sobrepasan los 43 años, jamás se pensaron para contener la amenaza de ataques como el sucedido en diciembre. Sin embargo, las autoridades hospitalarias han tenido que destinar recursos para fortalecer la seguridad en el área perimetral y dentro del edificio.
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En el Tony Facio, el número de víctimas de armas de fuego no solo aumenta en cantidad. La complejidad de las lesiones con las que llegan al hospital son la causa de internamientos prolongados. Esta situación preocupa mucho al personal porque en gran cantidad de casos son pacientes vinculados con bandas criminales y el hospital no tiene condiciones ideales para su internamiento.
“Las organizaciones tienden a hacerse de armas más letales, como las automáticas, Antes, usaban revólver o pistolas normales, pero ahora el daño que estamos viendo en los pacientes es mucho mayor.
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“Si les va bien, llegan con fracturas, raspones o balas que se alojan en cavidades que no ameritan otro tipo de intervención. Pero la norma es que estas heridas de proyectil dañen muchos órganos internos. Las complicaciones vienen después. Hemos tenido pacientes de tres meses de internamiento por complicaciones derivadas del traumatismo”, explicó Vidal.
Un día de internamiento en el Tony Facio ronda los ¢700.000. El internamiento de un trimestre de un solo paciente, rondaría los ¢63 millones solo por el uso de la cama en salones que no tienen las condiciones para resguardar a personas relacionadas con el crimen organizado.
Como estrategia, el hospital ha recurrido a trasladar a San José a varios pacientes con ese perfil para disminuir el riesgo para el personal y otros enfermos internados.
“Estos pacientes son muy demandantes: no son pacientes normales, algunos incluso se han fugado del hospital porque creen que aquí los van a venir a terminar de matar”, agrega Vidal.
Según el médico, se ha visto un incremento en este tipo de víctimas del 2021 a la fecha. Ese año, recibieron más de 40 pacientes heridos con armas de fuego. En el 2022 fueron 73 pacientes, casi el doble. Hasta el 29 de agosto, habían atendido 40.
“Si seguimos a este ritmo, vamos a superar los dos años anteriores”, estimó el director médico.
Daver Vidal espera que el nuevo hospital de Limón, prometido ahora para el 2029, contribuya a reducir el riesgo de este tipo de situaciones y aumente el nivel de protección del personal y los pacientes.