Un día de tantos, un niño llamó a la línea telefónica 1147, que el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) tiene abierta para los menores. Contó que estaba jugando en su tableta en una aplicación gratuita, conectado a Internet. De repente, “alguien” le salió ahí y le empezó a preguntar asuntos muy personales: quién sos, con quién vivís, qué hacés.
Por dicha, al chiquito se le ocurrió llamar a esa línea porque, según relató, había visto el número en un anuncio. Llamó en lugar de hablar con sus papás porque ellos estaban ocupados. “¿Dónde estaba el papá o la mamá de ese niño? Afortunadamente, él reaccionó bien, pero pudo haber sucedido lo contrario.
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“Ahí es donde es importante entender que un dispositivo no sustituye nada de nuestras responsabilidades como adultos. Así lo establecen el Código de Niñez y Adolescencia y el Código de Familia cuando hablan sobre la responsabilidad que tienen los padres de orientar, vigilar, disciplinar y supervisar a los hijos.
“¡Los papás! No la empleada, ni la maestra, ni el tío ni los abuelos. El papá y la mamá son los principales responsables”, aseveró Rodolfo Meneses, abogado del Centro de Orientación e información del PANI, al relatar un caso de la vida real.
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La masificación en el uso de Internet también ha elevado los riesgos a los que se exponen todas las personas –principalmente menores de edad– cuando usan diferentes plataformas.
“Son los mismos riesgos que nos decían antes nuestros abuelos: no hablar con extraños en el mundo físico. Ahora también en el mundo digital, pero es un riesgo más amplio, donde los pedófilos abundan”, advirtió el abogado que considera importante no satanizar el uso de los dispositivos electrónicos, pero sí propiciar una interacción saludable y con el menor riesgo posible.
Desde el 2011, dijo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el acceso a Internet como un derecho humano. Esto masificó su uso y elevó los riesgos.
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“Siempre han ido cambiando los retos de los adultos con los menores de edad. El reto, hoy, es conocer las herramientas de uso y protección de plataformas digitales para poder trasladar de manera adecuada la información que los niños y niñas necesitan. Hay que establecer canales de comunicación directa para que ellos y ellas tengan la confianza de contarnos lo que les pasa.
“Con un dispositivo de estos se les abre a las personas menores de edad posibilidades buenas y malas. Los padres deben informarse de manera preventiva porque se podría configurar alguna situación, como el incumplimiento de los deberes parentales al exponer a los hijos de manera inadecuada. También podrían verse expuestos a una situación de incumplimiento de deberes”, advirtió Meneses.
La normativa nacional, que va desde el Código de Familia hasta el Código Penal, establece sanciones a los papás que tengan conductas negligentes o a aquellos que por abuso incurran en alguna falta como, por ejemplo, difundir material sensible de sus hijos e hijas (fotografías, videos, audios sin su consentimiento).
“Las sanciones van desde un apercibimiento a los padres como la medida más leve, por ejemplo, ‘dejen de tener ese tipo de conductas’, o ‘sean más responsables, sean más presentes y dediquen tiempo de calidad a sus hijos’. Hasta la medida más gravosa, con penas de prisión. Es un marco amplio. También está la separación del hogar del menor de edad. Esto a nivel de la familia, pero a nivel judicial hay penas de prisión si el riesgo para la integridad, física o emocional, de la persona menor de edad es muy alto.
“Al estar más disponibles, esas plataformas tecnológicas sustituyen a un amigo, a un papá y a una mamá. Las personas adultas deben capacitarse sobre las herramientas de protección para dar un uso adecuado a Internet, y transmitir ese conocimiento a sus hijos. No dejarlos ahí, a la libre, no darles un dispositivo solamente para quitárselos de encima y que les quiten tiempo. Hoy, sí, los dispositivos electrónicos sustituyendo todo”, agregó Meneses.
Herramientas a la mano
El PANI cuenta en sus plataformas tecnológicas con herramientas para los padres. A nivel institucional también tienen las llamadas academias de crianza, a las que son referidos los casos más delicados.
“Les inculcamos a los papás que las plataformas tecnológicas pueden ser una herramienta para facilitar cosas pero también para exponernos a situaciones de riesgo”, indicó Rodolfo Meneses quien reconoció que muchos menores se quejan porque sus papás pasan más pendiente del celular que de ellos.
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“Los chicos muchas veces reclaman esa falta de atención. Entre las denuncias que hay están esas. Que por estar chateando no les hacen comida o los mandan a comprar ‘cualquier cosita’ a la pulpería’ (…). Ese tipo de conductas son tipificadas como negligencia, y se puede iniciar un proceso administrativo con sanciones desde apercibimiento hasta el retiro de la persona menor de edad”, advirtió.
Parte de una crianza responsable incluye establecer espacios y horarios para el uso de estos aparatos, de la mano de la disciplina y el control sano de hijos e hijas. “Que entiendan que tienen derecho a la recreación y al disfrute, pero también tienen obligaciones. Siempre con supervisión, guía y acompañamiento”, dijo Meneses.